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Las vacaciones pueden resultar el momento ideal para comenzar a escribir tu propio diario. Esto te servirá para recordar después de muchos años cómo disfrutabas o qué cosas te preocupaban en esta época. ¡Te animamos a comenzar!
1- Primer paso
Prepara tu soporte. ¿En qué quieres escribir?
Puede ser en un cuaderno viejo que quieras reciclar. Retira las hojas ya utilizadas, y forra con cartón, con papel de diario, o con una tela. Después puedes pintar con pinceles o acuarela.
Si te resulta más cómodo puedes usar el bloc de notas del celular.
2- Segundo paso
Decide en qué momento vas a escribir. Puede ser siempre de mañana, de noche, o cualquier hora en que vas a estar solo. Marcar un tiempo determinado te ayudará a asociar esa hora del día con la redacción.
Es importante que tengas privacidad para que no te interrumpan en ese momento.
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3- Tercer paso
Comienza escribiendo sobre lo que quieras. Un lindo recuerdo de ese momento, una duda, algo que te inspire o lo que sea que tengas en la cabeza.
Escribe la fecha, la página y el lugar desde donde escribes.
También puedes pegar tu boleta de entrada al cine, una foto de la comida que te gustó, una foto con tu mascota, con tu familia, y luego escribir sobre ese momento.
¿Cómo empezar?
- Hoy fue un día especial…
- Me gustaría escribir sobre…
- Empiezo este diario porque…
- Hoy pude aprender que…
- Hoy vi algo que me hizo reír mucho…
- Algo que me emocionó hoy fue…
- Estoy un poco triste…
- No estoy segura acerca de lo que pasó…
- Hoy aprendí a cocinar…
- Estoy leyendo un libro que me parece…
- Hoy vi una película que era sobre…
- Estoy feliz porque pude ayudar a alguien…
- Mi mejor amigo me decepcionó…
4- Leer breves historias, cuentos, un blog, también puede ayudarte a reflexionar sobre temas importantes para la vida.
5- Aquí te dejamos un cuento sobre cómo enfrentamos las crisis.
¿Eres una zanahoria, un huevo o un café?
Había una vez una hija de un viejo hortelano que se quejaba constantemente sobre su vida y sobre lo difícil que le resultaba salir adelante. Estaba cansada de luchar y no tenía ganas de nada; cuando un problema se solucionaba otro nuevo aparecía y eso le hacía resignarse y darse por vencida fácilmente.
El hortelano le pidió a su hija que se acercara a la cocina de su cabaña y que tomara asiento. Después, llenó tres recipientes con agua y los colocó sobre fuego. Cuando el agua comenzó a hervir colocó en un recipiente una zanahoria, en otro un huevo y en el último vertió unos granos de café.
Los dejó hervir sin decir palabra mientras su hija esperaba impacientemente sin comprender qué era lo que su padre hacía. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café.
Miró a su hija y le dijo: «¿Qué ves?». «Zanahorias, huevos y café», fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Le quitó la cáscara y observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su dulce aroma. Humildemente la hija preguntó: «¿Qué significa esto, papá?»
Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo. Pero habían reaccionado en forma muy diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. El café sin embargo era único; después de estar en agua hirviendo, había cambiado el agua.
«¿Cual eres tú?», le preguntó a su hija. «Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿Cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto dura y rígida? Por fuera eres igual, pero, ¿cómo te has transformado por dentro?
¿O eres como el café? El café cambia el agua, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.
Psicoemocional (2019) Recuperado de: https://www.psicoemocionat.com/cuento-eres-una- anahoria-un-huevo-o-un-cafe/
- Con qué te identificas: ¿La zanahoria, el huevo o el café?
- Escribe en tu nuevo diario tu reflexión acerca de cómo afrontas las adversidades.