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Toda tu persona, tus gestos, tu forma de hablar, tu forma de vestir, tu constante actuar, son para tus estudiantes un patrón de conducta a seguir, un referente, un modelo.
No son solo con las áreas del conocimiento que vas formando a los alumnos, también con tus valores y tu ética personal y profesional. Recuerda que eres maestro, dentro y fuera del aula, eres maestro siempre.
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«Pasión por enseñar». Identidad personal y profesional del docente y sus valores, es un libro para educadores principiantes y para docentes con experiencia. En él, Christopher Day afirma que un aprendizaje y una enseñanza eficaz solo son posibles si se basan en el ejercicio de la pasión de los maestros en el aula. Que el apuro de transformar la educación no nos haga perder de vista al maestro, el valor insustituible de su tarea y al corazón humano que es fuente de la buena enseñanza.
En 1969, el educador finlandés Haavio propuso tres características claves de un buen maestro.
Estas tres dimensiones distinguen a los que solo enseñan de los que verdaderamente educan:
a. Discreción pedagógica. Es la capacidad de utilizar la enseñanza más adecuada para cada persona.
b. Amor pedagógico. El instinto de cuidar al otro. Es decir, el deseo de apoyar, proteger y ayudar a los estudiantes.
c. Consciencia vocacional. Se apodera de la esencia del maestro y este encuentra en ella gratificación interior e incluso, finalidad a su vida.
Todo esto está relacionado con el método ELI. El maestro, el buen maestro, el maestro comprometido no ve la planificación como una carga o sobrecarga de trabajo. El buen maestro sabe que la planificación orienta su práctica pedagógica en el aula, evita la improvisación y, sobre todo, está pensada y diseñada para que cada uno de sus estudiantes logre aprendizajes duraderos y funcionales.