Robin Hood (2)

Seguimos leyendo la historia de Robin Hood, quien había dicho a sus amigos que todos ellos eran hombres libres y que su misión primordial es ayudar a los pobres.

Robin Hood
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—¡Guerra al normando! —continuó— ¡Guerra sin cuartel! ¡En toda forma y sentido! Pero, por el amor de Dios y de la Virgen, que ninguno de nosotros dañe jamás a un pobre, a un hombre humilde, a un niño, a una mujer, de cualquier condición que fuera.

—El tono de Robin en este pequeño discurso, su valentía y la firmeza de su carácter, dio a sus palabras fuerza de ley entre sus camaradas.

Cierta vez que Robin iba a cruzar un caudaloso arroyo, pasando por sobre el tronco de un árbol que había caído, ocupando las dos orillas, se encontró con que al otro extremo del tronco que hacía de puente, también había comenzado a cruzarlo un hombre de tamaño colosal.

Ninguno de los dos estaba dispuesto a echarse atrás para que pasara el otro y se armó una pelea con palos en la que el que fue a parar al agua... fue ¡Robin Hood!

Pero fue tan fiera la pelea y, por lo visto, ambos se divirtieron tanto con ella, que cuando el enorme contendiente de Robin lo sacó del agua de un tirón, los dos no paraban de reír, y al llegar a tierra en brazos del gigante, ambos se abrazaron, se dieron la mano… y, así nació una amistad que duró hasta la muerte entre Robin Hood y su contendiente llamado «El Pequeño Juan», aludiendo irónicamente a su colosal tamaño.

«Juan»… bueno, ese era su nombre… fue aceptado por toda la alegre banda del bosque.

Otro de los personajes. Dignos de conocerse, que llegó a formar parte de la cuadrilla de proscriptos del bosque, fue el fraile Tuck.

Robin Hood había escuchado hablar de este monje rebelde que, incapaz de aceptar la disciplina de su comunidad, se había hecho ermitaño y vivía en una choza en el otro extremo del bosque.

De él había escuchado también que era fuerte como un toro, gran comedor y bebedor, buen peleador y que, sin temor, se enfrentaba a las autoridades para remediar cualquier injusticia que llegara a sus oídos.

Sin haberlo visto, le gustó la descripción que de él hacían y se propuso conocerlo y ganarlo a su causa.

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Sobre el libro

Título: Robin Hood

Adaptación: Raúl Silva Alonso

Editorial: El Lector

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