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La ballena blanca sacó la cabeza y arrancó buena parte de la lancha de un bocado, dando apenas tiempo a Ajab a echarse atrás y caer al agua.
Moby Dick, que luego de dar unas enormes vueltas en torno de todos ellos, se retiró, como quien dice, sonriente y burlonamente.
Las demás balleneras rescataron del agua a los náufragos y se aproximaron, embarcándose todos, al Pequod.
Aunque escapó con media docena de arpones clavados en el cuerpo, la ballena blanca se llevó con ella a uno de los hombres, la pata de marfil del capitán Ajab y dos embarcaciones.
La mañana del tercer día de su persecución amaneció clara y fresca y, el capitán, con una pata de palo nueva.
La fatigada ballena se deslizaba por las aguas con más lentitud que lo habitual en ella. Al avistarla, el capitán ordenó bajar las balleneras.
Asombrosamente, ignorando a la ballena herida, racimos de tiburones acompañaban a una de las lanchas, en la que iba Ajab, mordiendo los remos y arrancando a dentelladas trozos cada vez más grandes. Llegaron, sin embargo, hasta el costado mismo de la ballena blanca, a tan poca distancia que Ajab, arqueando el cuerpo y con los brazos en alto, le lanzó el arpón furibundo, hundiéndolo hasta el mango, como chupado por una ciénaga.
Moby Dick se retorció de costado y se hundió en las profundidades.
El cabo del arpón clavado en su costado, con el brusco movimiento, hizo un lazo que atrapó el cuello de Ajab, arrastrándolo a una velocidad que, los balleneros que iban en la lancha, apenas tuvieron tiempo de verlo.
Volviendo del abismo con enloquecida furia, Moby Dick salió vertical a la superficie y continuó subiendo sobre el agua hasta una increíble altura, haciéndolas seguir en su inverosímil vuelo a las lanchas circundantes.
Al volver a caer pesadamente al agua, dirigió su furia directamente hacia el Pequod, desde donde los demás tripulantes a bordo contemplaban el desastre.
La enorme y rugosa frente del cetáceo, y luego su cuerpo descomunal atravesando el navío, partieron en dos al barco.
Cumplida su venganza, Moby Dick se perdió de mi vista en la vastedad del océano. Cuando la succión casi extinguida del barco me alcanzó, llevándome lentamente hacia el torbellino final, empecé a dar vueltas y vueltas, acercándome cada vez más a la negra burbuja central, que reventó al llegar yo.
Esa última explosión de aire trajo consigo, ascendiendo con fuerza por su gran capacidad de flotación, el ataúd que, en muda y funesta profecía uno de los marineros preparaba para el capitán Ajab.
Embarcado dentro del flotante ataúd, estuve flotando un día entero y toda una noche.
Al segundo día, un barco me vio, se acercó y me recogió.
Y, como dijo uno de los sirvientes al paciente y fiel Job de la Biblia: —Solo yo escapé para contártelo.
Actividades
1- Lee atentamente y responde
La industria ballenera llegó a cazar tantas ballenas que la especie empezó a estar en peligro de extinción
a. ¿Cómo te sentirías si las ballenas llegaran a extinguirse?, ¿por qué? Hoy en día las ballenas son una especie protegida gracias a las organizaciones ecologistas.
b. ¿Cuál es tu opinión al respecto? Argumenta tu respuesta.
2. Investiga acerca de la cacería de ballenas con fines científicos y para la subsistencia
3.<b> </b>Cambia el final del texto leído
Sobre el libro
Título: Moby Dick
Adaptación: Raúl Silva Alonso
Editorial: El Lector