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Cada persona nace con rasgos físicos, sicológicos y de carácter que lo hacen diferente de los demás, inclusive dentro de una misma familia. Hasta los hermanos gemelos o mellizos, que son bastante parecidos físicamente, tienen algunas diferencias físicas, y de personalidad ni qué decir.
No debemos sentirnos mal por ser más bajos o más altos que los otros niños, o por tener el cabello o los ojos de otro color. Debemos abrazar aquellas características que nos hacen ser quienes somos y aprender a verlos como fortalezas o virtudes.
Estas características que nos definen hacen que trabajar en equipo sea algo genial, ya que cada integrante aporta sus puntos fuertes al grupo. Siempre habrá alguien más organizado, habrá quien sea más rápido, habrá una persona más creativa, otra más graciosa, más callada, más inquieta o que hable más. Todas estas características pueden ser útiles a la hora de organizarse entre muchos para cumplir una tarea común.
Esto se ve mucho en los equipos deportivos o de trabajo; cada persona se desempeña en aquello que le sale mejor; no intentemos ser como otros, sino que reconozcamos aquello que nos define y nos hace ser quienes somos y utilicémoslo a nuestro favor.
Contestamos
1. ¿Qué características físicas nos hacen distintos de los demás?
2. ¿Qué rasgos de nuestra personalidad nos diferencian?
3. ¿Qué diferencias vemos entre los miembros de nuestra familia? (Describimos a cada uno físicamente y en cuanto a su personalidad).