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Achenbach y Edelbrock proponen que hay dos factores para poder analizar la conducta de los niños, un factor interno y otro externo.
El factor externo, comportamientos dirigidos al exterior, pueden presentarse como problemas de agresión, impulsividad e hiperactividad. Estos se perciben como una mala adaptación social y las molestias la reciben los otros.
El factor interno, comportamientos dirigidos al interior, estos pueden presentarse como ansiedad, miedo excesivo, depresión o introversión y el daño que producen es a uno mismo.
Los factores afectan de manera directa su vida escolar debido a que los trastornos de conducta están relacionados con el entorno, ya sea familiar, escolar o social.
Dificultades que pueden surgir en el aula
Con la conducta del niño se ve perjudicada la dinámica escolar que afecta a todos y a cada uno de los alumnos. No es siempre necesario hacer adecuaciones curriculares, sí tener actitud con el alumno para que mejore. Un niño con trastornos de conducta sin el diagnóstico correspondiente, ni las orientaciones de cómo interactuar con él, puede interrumpir de manera constante las clases, al estarse parando y caminando por el salón, hablando a los compañeros y evitando que estos presten atención; gritando, jugando, hablando sin que sea su turno, sin realizar sus trabajos, peleando constantemente o manifestando enojo con facilidad por lo que en ocasiones retan a la autoridad y no respetan normas.
El docente frente a los trastornos de conducta
Es importante hacer que el alumno se sienta parte del grupo y establecer un clima de confianza y seguridad en todo momento. Algunas de las recomendaciones para tener una clase con alumnos con conductas agresivas son:
• Buscar el contacto físico y visual al iniciar conversaciones.
• Alentar la participación en clase, que haga preguntas o hacerle preguntas, estimularlo de manera que dé su opinión en clase.
• Utilizar el juego como método de enseñanza.
• Adaptar el tiempo de las actividades, de modo que el alumno logre terminar su trabajo y no sea una razón de frustración.
• Partir de situaciones de la vida real interesantes para el alumno.
• Ayudarlo a poner en práctica las habilidades sociales.
• Ser paciente y tolerante.
• Encargar tareas de una duración limitada e inmediata.
• Establecer reglas de conducta de forma clara, específica y concreta (establecer límites, definir lo que se puede y no se puede).
• Resaltar sus logros, habilidades y cualidades positivas.