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La convivencia basada en el respeto, la confianza de unos con otros y la valoración de las diferencias individuales favorecen el desarrollo pleno de las potencialidades de los niños y adolescentes.
La familia es el mejor y más indicado lugar para la práctica del buen trato y la demostración de afecto, amor, participación y respeto. Es allí donde se aprende primero a tolerar las diferencias, los desacuerdos y se perdonan los errores.
La escuela tiene como función educar y preparar a los niños y jóvenes completando la educación dada en la familia. La escuela es también el lugar de vivencias de prácticas de valores y normas. La escuela no solo enseña y transmite los conocimientos, sino que crea un clima de relaciones sociales en un ambiente de buen trato y convivencia democrática.
En las familias y escuelas en las que se respete el derecho al buen trato en un clima de democracia, se formarán personas seguras de sí mismas, con autonomía, dignidad, capacidad cooperativa, participación voluntaria en las actividades, compromiso con los demás, entre otros.