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En realidad, si la ansiedad es abrumadora, el pequeño dejará de actuar de la manera adecuada.
Los síntomas de ansiedad pueden ser los siguientes:
- Dolor abdominal.
- Boca seca.
- Sensación de desmayo.
- Necesidad frecuente de evacuar los intestinos.
- Necesidad frecuente de orinar.
- Náuseas.
- Respiración superficial y rápida (que puede desembocar en hiperventilación).
- Aceleración del ritmo cardíaco.
- Sudoración.
- Tensión muscular.
Si un niño se encuentra muy ansioso, es posible que se preocupe por cosas mínimas que, con anterioridad, tomaba con tranquilidad. Por ejemplo, cualquier cambio en la rutina cotidiana del día de clases puede disparar la ansiedad. Es probable que ese niño esté muy deseoso de complacer a los demás, tenga buen comportamiento, y sea callado y muy estudioso. Tal vez necesite que de continuo se le diga que todo está bien, y que está haciendo todo del modo correcto.
Estos signos tempranos de ansiedad son los primeros indicios de que el niño se encuentra en una situación de angustia.
A un niño que muestre una persistente ansiedad le resulta difícil hacerse de amigos y disfrutar de ellos, y relajarse en situaciones sociales porque se preocupa en demasía sobre su desempeño. Es posible que se menosprecie y se sienta fracasado, y que piense que sus padres no lo querrán o no tendrá amigos si no mejora, lo cual disminuye su autoestima. Lo ideal es lograr que el niño esté feliz y pleno de confianza; ninguna otra cosa importa si sabemos que el otro camino implica pánico, miedo e incapacidad de manejarse en forma independiente de los padres. Si los síntomas persisten, los padres deben buscar ayuda profesional.
Las fobias
La fobia es un miedo irracional de algo que no es forzosamente dañino y, si bien es posible que el fóbico esté al tanto de esta inocuidad, hará lo imposible para evitar la cosa o situación que le provoca temor. La reacción al suceso u objeto está completamente fuera de proporción respecto de la amenaza que este presenta. Por ejemplo: un niño que siente fobia a las arañas (aracnofobia) sabe que solo algunas de ellas pueden llegar a ser peligrosas, y que solo viven en ciertas partes del mundo. Entonces, gritar cuando ve una araña inofensiva es una respuesta exagerada y desubicada provocada por el miedo.