De ahí que cualquier dificultad emocional o física pueda afectar su producción, como también la presencia de una discapacidad puede comprometer, en mayor o menor grado, el desarrollo de la lengua oral de una persona. Así, por ejemplo, la discapacidad intelectual puede comprometer en grado variable la adquisición y desarrollo del lenguaje comprensivo como expresivo. En la discapacidad auditiva, la falta de audición interfiere en la producción y comprensión del lenguaje oral. Las personas con discapacidad visual, generalmente pueden presentar un retraso en su compresión y expresión del lenguaje. Si las estructuras fonatorias y articulatorias se encuentran comprometidas, la persona con discapacidad motora tendrá dificultad en la expresión oral.
Los trastornos específicos del lenguaje (TEL), en cambio, aluden a dificultades en la expresión y compresión del lenguaje oral que deben descartar los factores antes mencionados, es decir, las dificultades específicas no son atribuibles a otras causas que no sean al lenguaje mismo. Entonces:
Los trastornos específicos del lenguaje (TEL) se refieren a la alteración del desarrollo del lenguaje que se presenta en niños y niñas que no pueden ser explicados por pérdida auditiva, daño cerebral, déficit intelectual o motor, factores socioambientales o emocionales.
El retraso de lenguaje (RL) se refiere a la no aparición del lenguaje a una edad y/o etapa evolutiva en la que regularmente ya se ha establecido.
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Cuando el niño o niña presenta dificultad para expresar el lenguaje se está en presencia de un TEL expresivo. Si la dificultad se presenta, además, en la comprensión del lenguaje se refiere a un TEL mixto.
Desafíos en la tarea educativa
Si un retraso en el desarrollo del lenguaje inicial en un niño o niña no es detectado oportunamente, en un futuro no muy lejano puede convertirse en un trastorno que cause dificultades en el aprendizaje. De aquí que la detección y apoyo temprano son fundamentales para prevenir dificultades en el ámbito comunicativo que podrían afectar no solo el aprendizaje, sino todo el desarrollo del niño o niña, su adolescencia, su vida adulta, es decir, su vida entera.
Por lo tanto, teniendo presente que las destrezas para la comunicación están al centro de la experiencia educacional y de la vida misma, es relevante la planificación intencionada de actividades que contribuyan a su desarrollo y enriquecimiento en el ámbito escolar, manteniendo además una comunicación fluida y constante con la familia o adultos responsables de los niños y niñas, para incidir en este sentido también en el medio familiar.

