Educación inclusiva y derechos humanos

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Entender la educación como algo fundamental para el desarrollo, tanto del individuo como de la sociedad, es central en el compromiso de la educación inclusiva. En los últimos cincuenta años, la comunidad internacional ha comenzado a desarrollar una visión de la educación que, en palabras del informe de la Comisión Internacional sobre Educación para el Siglo XXI (Delors, 1996), es «la Utopía Necesaria». El informe afirma que la educación no es un simple mecanismo por el cual los individuos adquieren un determinado rango de habilidades básicas. Es más que eso, es un factor crucial del desarrollo social y personal, «un activo indispensable en el intento de la humanidad de lograr los ideales de la paz, la libertad y la justicia» y uno de los principales medios disponibles para fomentar una forma más profunda y armoniosa del desarrollo humano y, de ese modo, reducir la pobreza, la exclusión, la ignorancia y la guerra. (Delors, 1996, pág. 11). Esta visión implica que la educación debe verse, no como el privilegio de unos pocos, sino como un derecho de todos.

El mayor ímpetu para el enfoque de educación inclusiva fue dado por la Conferencia Mundial sobre Necesidades Educativas Especiales en 1994. Más de 300 participantes, en representación de 92 gobiernos y 25 organizaciones internacionales, se reunieron en Salamanca, España, del 7 al 10 de junio de 1994, con el fin de promover el objetivo de la Educación para Todos, examinando los cambios fundamentales de la política necesarios para promover un enfoque de la educación inclusiva, concretamente capacitando a las escuelas para atender a todos los niños, sobre todo a los que tienen necesidades educativas especiales. (Unesco, 1994, pág. 3).

Este enfoque, por tanto, significa desarrollar sistemas educativos «inclusivos». Sin embargo, esto solo puede ocurrir si las escuelas ordinarias se transforman en más inclusivas, en otras palabras, si son más capaces de educar a todos los niños de su comunidad. En consecuencia, en la conferencia se argumentó que las escuelas deben:

Acoger a todos los niños, independientemente de sus condiciones físicas, intelectuales, sociales, emocionales, lingüísticas u otras. Deben acoger a los niños con discapacidad y bien dotados, a niños que viven en la calle y que trabajan, niños de poblaciones remotas o nómadas, niños de minorías lingüísticas, étnicas o culturales y niños de otros grupos o zonas desfavorecidas o marginadas (Unesco, 1994, Marco de Acción, pág. 6).

Aunque el desarrollo de escuelas inclusivas representa un gran desafío, la conferencia argumentó en su favor de la siguiente manera:

*Las escuelas comunes con una orientación inclusiva representan el medio más eficaz para combatir las actitudes discriminatorias, crear comunidades de acogida, construir una sociedad más inclusiva y lograr una educación para todos; además, proporcionan una educación efectiva a la mayoría de los niños y mejoran la eficiencia y, en definitiva, la relación costo-beneficio de todo el sistema educativo (Unesco, 1994, Declaración, pág. 9).

Fuente: LARRAÍN, I. et al. 2016. Herramientas para la inclusión escolar. Santiago.

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