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Rescatando los aportes de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), propongo dar atención a la misión de la empresa para redescubrir su valor, así como el rol del empresario y del directivo. Esta vuelta permitirá que lo que actualmente se denomina “acciones de RSE” sea una consecuencia natural de la misión de la empresa y no de actividades añadidas al negocio.
El rol de la empresa y del directivo
El rol del directivo es cuestionado fuertemente desde comienzos del siglo XXI. El rechazo ya no es novedad y se puede decir que responden a un hecho estructural. Antes contábamos con críticos como Charles Dickens y hoy tenemos a movimientos sociales que transcienden fronteras, como el “medioambientalismo”, el “consumerismo”, los antiglobalización y los orientados a favor de los pobres. Organizaciones que surgieron a partir de algunas consecuencias negativas de las acciones empresarias como la contaminación, los mensajes subliminales y las acciones globales sin atender adecuadamente las realidades locales, especialmente en países subdesarrollados.
Esta tendencia también se extendió al mundo de los negocios. Una reciente encuesta realizada a 3800 líderes empresariales en el ámbito de la Global Leadership Summit de la London Business School indica que los directivos buscan simultáneamente incrementar el beneficio económico, la sustentabilidad ambiental y la creación de un lugar de trabajo atractivo para los empleados.
Entre los académicos que están proponiendo cambios en la razón de ser de las empresas y directivos se encuentran Michael Porter (Harvard), Edward Freeman (Darden) y Sumantra Ghoshal (London). El prestigio de las organizaciones y personas involucradas en estas iniciativas hacen suponer que los desafíos actuales están siendo tomados como una oportunidad para descubrir la razón profunda de ser de la empresa y el rol del directivo.
Porter propone ir más allá de la RSE y redefinir el propósito de la empresa en torno al concepto de creación de valor compartido, en el cual va de la mano el progreso económico con el social. Sin embargo, no menciona el porqué. En última instancia, el directivo podría focalizarse en una misión económica y social por una cuestión instrumental (solo mientras dé ganancias en un plazo determinado), con lo cual se reforzaría el cuestionamiento externo y se profundizaría la oposición entre empresa y sociedad.
La misión de la empresa
Las nuevas realidades y los cuestionamientos a la RSE invitan a revisar la misión de la empresa. ¿Qué es una empresa? Se la puede definir como una comunidad de personas que cooperan para la creación y distribución de riqueza y para la satisfacción de necesidades reales, a través de la provisión de bienes y servicios y del propio desarrollo personal. Su fin es contribuir con la sustentabilidad de las comunidades y del medioambiente, en el cual realiza sus actividades.
De esta definición de empresa se desprenden sus fines:
a) La creación y distribución de riqueza o valor añadido; b) La provisión de bienes y servicios que satisfagan necesidades reales; c) El desarrollo de las personas que se relacionan con la empresa, empezando por quienes trabajan en ella; y d) La sustentabilidad en el tiempo y en el contexto (comunidad y medioambiente en el que opera).
En cuanto a la relación entre la RSE y los fines específicos de la empresa, esta es socialmente responsable cuando:
a) Es eficiente (relación medio-fines) y eficaz (grado de alcance de los objetivos) en la creación de valor económico y en su capacidad de distribuirlo entre las personas u organizaciones que contribuyeron a generarlo; b) Satisface demandas necesarias de sus clientes, a través de una mejora continua de sus productos y servicios; c) Crea las condiciones para el desarrollo de las personas que la componen; d) Sus acciones impactan positivamente en la sociedad en la que opera, generando principalmente confianza y respetando el medioambiente.
¿Dónde empezar?
¿Por dónde empieza el cumplimiento de la misión y la responsabilidad básica de la empresa? Para responder esta pregunta, se propone el criterio de proximidad e incidencia: “Un bien resulta tanto más valioso cuanto más próximo se encuentra a la persona e incida en ella”. Aplicando este criterio a la misión de la empresa, podríamos priorizar las acciones y responsabilidades empresariales en dos niveles:
El núcleo o primer nivel son las acciones primarias que impactan en las personas y colaboradores directos, luego en las organizaciones y comunidades locales, y por último, en las comunidades por fuera del entorno próximo.
En un segundo nivel se encuentran las responsabilidades que la empresa puede realizar si cuenta con el tiempo y los recursos, una vez realizadas las acciones del primer nivel. Por ejemplo, podemos incrementar la proporción de fondos destinados a alinear la libre iniciativa de directivos y accionistas con causas sociales, empezando con la comunidad local; reinvertir los excedentes a fin de crear más empleos y destinar recursos a aquellas actividades en las que la empresa tiene la cultura o capacidades para satisfacer necesidades sociales específicas. En este último punto, hay empresas que han desarrollado una cultura y capacidades directamente relacionadas con la disminución de la pobreza, la nutrición infantil, el cuidado del medioambiente y la participación comunitaria.
Concluyendo, este artículo propone volver la atención a la misión de la empresa, entendida como razón de ser, paso necesario para redescubrir tanto el valor de la empresa como el rol del empresario y del directivo. De esta forma, intenta sentar las bases para que las acciones empresariales relacionadas con la sociedad pasen a ser una consecuencia natural de descubrir y vivir la misión de la empresa, y no de la mera búsqueda de algún beneficio económico.
Este artículo propone volver la atención a la misión de la empresa, entendida como razón de ser, paso necesario para redescubrir tanto el valor de la empresa como el rol del empresario y del directivo.
A la empresa se la puede definir como una comunidad de personas que cooperan para la creación y distribución de riqueza y para la satisfacción de necesidades reales, a través de la provisión de bienes y servicios y del propio desarrollo personal.
*Académico del IAE Business School, hrocha@iae.edu.ar