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Citas románticas, alertas de vecinos contra el delito, relatos sobre lo que sucede frente a nuestros ojos: las tareas más cotidianas se vuelven día a día más sencillas.

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Para su programa, uno de los talk shows más populares de la tevé estadounidense, el comediante Jimmy Kimmel envió a un cronista a preguntar a los transeúntes de Hollywood Boulevard, Los Ángeles, esto: “¿Alguna vez mantuvo una relación con alguien que conoció a través de internet?”. Para sorpresa de la audiencia, las respuestas fueron prácticamente unánimes: casi todos admitieron haber usado con éxito algún servicio de citas online. No se trata de casos particulares, ya que —según una encuesta de la consultora Pew Research Center— al menos tres de cada 10 adultos estadounidenses conocen a alguien que tuvo noviazgos largos o llegó a casarse tras conocerse a través de la web: el doble que a principios de la década pasada.

El cambio se debe a varios factores, pero sobre todo al surgimiento de nuevos servicios de citas online que aprovechan las ventajas de los smartphones. La aplicación pionera fue Grindr, lanzada en el 2009 para el público gay y que hoy reúne dos millones de usuarios activos por día. Joel Simkhai, su CEO, desarrolló la idea al saber del lanzamiento de la segunda generación del iPhone. “Era como si me lo estuvieran sirviendo en bandeja. Anunciaron que el teléfono tendría GPS y que cualquiera podría crear aplicaciones. Inmediatamente pensé: ‘¡Un momento! ¡Sé de una aplicación que me gustaría hacer’”, recordó en una entrevista con The Guardian. Tras siete años de crecimiento con recursos propios, Simkhai acaba de captar una inversión de USD 93 millones de la firma china Beijing Kunlun Tech.

A la idea de emplear la geolocalización de los smartphones para facilitar el contacto con personas de una misma área, una segunda tanda de aplicaciones añadió la vinculación de perfiles con Facebook, reduciendo la posibilidad de toparse con identidades falsas. En ese grupo están Tinder —que permite refinar búsquedas por sexo y edad, así como aprobar o rechazar perfiles—, Happn —una adaptación digital del clásico flechazo callejero— y Coffee Meets Bagel, la más reciente de las tres, que ofrece solo un match por día basado en un algoritmo propio. En todos, la facilidad de uso es clave. “Su éxito radica en su simplicidad y minimalismo, que están relacionados con el funcionamiento de nuestro sistema cognitivo”, explica la psicóloga Liraz Margalit, especialista en análisis de experiencias de usuario.

Así como el GPS puede modificar los encuentros románticos, otros vínculos, que mutaron con el tiempo por los avatares de la vida en las ciudades, también pueden gozar de las ventajas de la tecnología. Nextdoor, un servicio nacido en San Francisco y que vincula a vecinos de un barrio, apuesta a ello. Como una evolución de las listas telefónicas o de los carteles caseros pegados en la calle, permite contactar a otras personas —cuyos perfiles son previamente validados— para acciones tan disímiles, como crear alertas por posibles robos, comprar y vender productos y servicios. “Desarrollar una comunidad es algo muy, muy difícil. La confianza es clave y debe ser auténtica”, explicó Nirav Tolia, CEO de la start-up, según la cual hoy existen al menos 53.000 microcomunidades en Nextdoor, lo equivalente a una cada dos vecindarios en los EE. UU. Tras obtener una ronda de financiación por USD 110 millones, Tolia trabaja en la expansión internacional del producto, planeando su arribo a Europa occidental, Japón y Brasil en el 2016.

La vida en vivo

Apretar un botón y transmitir al mundo lo que pasa ante a nuestros ojos. Ese es el concepto de Periscope y Meerkat, dos aplicaciones creadas para mutar la experiencia de transmitir y ver video en vivo en la web: si hasta aquí las plataformas de streaming se dirigían a públicos profesionales o semiprofesionales, estos dos se centran en uno más amateur, y en un modo de producción y consumo que privilegia la instantaneidad.

Kayvon Beykpour, cofundador de Periscope (adquirida por Twitter por unos USD 100 millones), desarrolló la idea durante un viaje a Turquía en el 2013, cuando las manifestaciones contra el gobierno del premier Recep Tayyip Erdogan eran diarias y la cobertura local muy limitada. “Pensé, ¿cómo es que no puedo ver en vivo lo que pasa, contar con un video, hacer zoom desde la mirada personal sobre un conflicto o acontecimiento?”, rememoró en diálogo con el periódico argentino La Nación. La lógica de la aplicación es simple: se selecciona qué cámara del teléfono se desea usar, se le da un nombre a la transmisión y se aprieta el botón rojo. De inmediato, los contactos de Periscope y Twitter reciben un alerta informando que comenzó la emisión. Hoy, más de 10 millones de personas usan Periscope. “Tiene el potencial de ser una plataforma de teletransportación. Caminar el mundo desde ojos ajenos”, subraya Beykpour.

Sin emisiones en directo, otra que da pelea para convertirse en la reina del video online es Snapchat. Lanzada hace cinco años y con 100 millones de usuarios activos, ya supera los 7.000 millones de reproducciones al día; cifra particularmente notable al considerar que Facebook, líder indiscutido de la industria, apenas rebasa 8.000 millones de reproducciones diarias.

¿Qué explica una distancia tan corta? La clave es —una vez más— la sencillez. Snapchat sirve solo para enviar imágenes o videos generados en el momento, y que se borran automáticamente tras un período determinado. No hay otra función, no ofrece otro tipo de acción. Así, la plataforma logró penetrar en los millennials, que evitan los inconvenientes que pueden causar los archivos virtuales en redes, como Facebook, Twitter o Instagram.

Una de las estrellas de la aplicación son los snapcodes, imágenes basadas en el logo de la plataforma que simplifican el modo de conectarse entre usuarios para que ni siquiera sea necesario recordar el propio nombre de perfil. “Los snapcodes se parecen en algo a los códigos QR, pero verdaderamente reducen la fricción para facilitar el crecimiento de la audiencia y el uso de Snapchat”, explica Víctor Pineiro, vicepresidente de Redes Sociales de la agencia neoyorquina Big Spaceship. “Su popularidad se debe a la alta funcionalidad y la facilidad de uso”, concluye.

Conocer y saber

No son pocos quienes pasan horas en internet expandiendo conocimientos de su interés. Sin dudas, Wikipedia es el espacio más consultado, pero sus detractores remarcan las complicaciones propias de la edición de artículos por parte de cualquier usuario, lo que puede afectar la fiabilidad de los contenidos. Algo así pasa con Yahoo! Answers, un popular espacio de respuestas a consultas cotidianas: como cualquier persona puede publicar una réplica, las posibilidades de que se ajuste a la verdad pueden ser bajas.

Así, varias start-ups toman la veracidad como pilar para desarrollar alternativas, creando interfaces fáciles de usar e impulsando el contacto entre pares. Quora, lanzada en el 2010 por dos exempleados de Facebook, mejora el servicio de preguntas y respuestas de Yahoo! al impulsar un espacio en el que los usuarios tienen nombres y apellidos reales, y contestan inquietudes de todo tipo desde su experiencia. Una azafata con más de 20 años de carrera responde un post sobre cómo detectan los oficiales de a bordo posibles inconvenientes en vuelo desde que reciben y saludan a los pasajeros, mientras que Marc Andreessen (fundador de Netscape y director de una firma de capital de riesgo) explica cómo un emprendedor debe encarar una ronda de inversión, entre otros.

¿Cómo mantener esas premisas y, a la vez, impulsar los contactos en esquemas de aprendizaje más formal? FutureLearn, un sistema de clases masivas online (MOOC) con sede en el Reino Unido, rescata tres grandes rasgos: un diseño intuitivo de la plataforma, el prestigio de las instituciones que ofrecen cursos en ella (antes limitada a las 200 universidades más reconocidas del mundo y, luego ampliada a marcas e instituciones globalmente reconocidas, como el British Council), y el contacto entre pares en espacios de socialización prácticos. “Buscamos que los alumnos obtengan la mejor experiencia posible, sin importar dónde estén”, asegura Simon Nelson, CEO de FutureLearn, compañía con poco menos de tres millones de usuarios, y cuyo taller de preparación para exámenes internacionales de inglés (uno de los suyos) batió el récord histórico de estudiantes en un sistema MOOC. Quizá, algún día, un peatón de Los Ángeles admita a un talk show que conoció al amor de su vida en un curso de idiomas online.

Otro modo de trabajar

Según un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), más de tres millones de mexicanos realizaron tareas laborales desde sus hogares. La cifra es solo una muestra de una tendencia observada en todo el mundo: cada vez más empresas aprovechan las ventajas de la nube, haciendo que la presencia física de un empleado en la oficina ya no sea indispensable. Estas son algunas de las herramientas que están cambiando la forma de trabajar:

Dropbox: 1.200 millones de archivos son subidos día a día a Dropbox, el servicio de alojamiento de documentos más usado en el mundo, superando por varios cuerpos a productos similares de Google, Microsoft y Amazon.

Slack: Be less busy (Esté menos ocupado) es el eslogan de este sistema de comunicación para equipos de trabajo, poderoso y fácil de usar. Tiene dos millones de usuarios.

Toggl: desarrollada en Estonia, permite medir el tiempo dedicado a una tarea en particular, determinando niveles de efectividad, tanto de proyectos como de personas, y visibilizando los propios momentos de procrastinación.

Asana: la NASA y Uber, entre muchas otras compañías, utilizan este servicio de organización y colaboración de grupos, que ayuda a distribuir tareas, delimitar responsabilidades y seguir el progreso de un proyecto.

Fuente: HSM Group // www.wobi.com

Fotos: HSM Group

Por: Ignacio Guebara, periodista colaborador de WOBI.

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