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Más allá de si el déficit ultrapasará o no el límite establecido en la ley de responsabilidad fiscal, lo más preocupante es que los gastos corrientes siguen siendo la fuente de los resultados negativos, aunque con un mejor control de los gastos en servicios personales y mayores niveles de inversión. De hecho, los salarios que consumían el 90 % de los ingresos tributarios en 2012, y el 95 % en 2013, en 2015 absorbieron el 74,9 % de los impuestos. Al mismo tiempo, se puede observar una tendencia positiva de las inversiones, que crecieron 37,1 % con respecto a 2012, y 25 % frente a 2014. Pero con la salvedad de que representaron solo el 14,1 % de los gastos corrientes en 2015, proporción que debería ser incrementada considerando las fuertes insuficiencias en infraestructuras del país. Por el lado de los ingresos, las recaudaciones tendrían un crecimiento de 8 % en 2015, inferior al promedio histórico. El menor aumento de la exportaciones de commodities agrícolas, como consecuencia de la menor demanda de China y el estancamiento de la economía brasileña —que afectó al comercio de reexportación—, es uno de los factores que explican el lento ritmo de crecimiento de los ingresos tributarios. Con esta coyuntura, la presión tributaria se mantiene en 12,6 % del PIB y la dependencia del IVA, como principal tributo, sigue siendo sumamente elevada (66,9 %). En 2016 el panorama se torna más preocupante. En primer lugar, a pesar de que representaría uno de los mejores desempeños de América Latina, el bajo crecimiento económico, estimado entre 3 y 4 %, volverá a impactar negativamente en los ingresos tributarios del Paraguay. De hecho, el Gobierno prevé un incremento de las recaudaciones impositivas de apenas 5,6 % en 2016, basado únicamente en la expectativa de crecimiento de 12 % de la recaudación del IVA, contrarrestado por la reducción de las recaudaciones del impuesto a la renta agropecuaria y del impuesto a la renta de las actividades comerciales, industriales y de servicios. También se prevé una caída del 7,4 % de los ingresos generados por los impuestos sobre el comercio exterior, básicamente de los gravámenes aduaneros sobre las importaciones. De esta manera, se vaticina un año difícil para el Gobierno y, sobre todo, preocupante para la política social que se mantendría prácticamente estancada. Como destaca la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la retracción de la economía afectará los niveles de empleo en todos los países, incluyendo al Paraguay. En síntesis, se puede afirmar que la política fiscal del Estado seguirá sin cumplir su función de promover la mayor equidad fiscal y la mejor distribución del ingreso para elevar los niveles de vida de la población. Será necesario acelerar las reformas fiscales. Por su parte, el menor o mayor dinamismo de la economía en 2016 dependerá de la eficiencia en la ejecución de la inversión pública, tanto en las grandes obras como en las pequeñas. La construcción de viviendas sociales, caminos vecinales, escuelas y colegios incrementaría su efecto multiplicador sobre el empleo, en caso de que se pudiese involucrar a microempresas en las localidades donde se ejecutarán las obras. En el ámbito de la inversión privada, un delineamiento concreto e inteligente es el esbozado por la Cepal, que indica que es necesario mejorar el acceso de las pequeñas y medianas empresas (pymes) al financiamiento productivo, así como orientar los sistemas financieros hacia el sector productivo y al largo plazo. Junto con esto, se requiere apuntalar la arquitectura productiva y territorial con instrumentos de inversión de política industrial e innovación tecnológica, que vayan más allá de los esquemas de incentivos tributarios.
* Analista y autor del presente artículo incluido en la 36.a edición de Economía y Sociedad, publicación perteneciente al Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (Cadep).