INVERTIR EN PROFESIONALIZACIÓN

Los desarrolladores del World Trade Center (WTC), con el respaldo del Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP), pusieron en práctica un programa de capacitación “in house”, contribuyendo a la profesionalización de mandos medios y elevando, al mismo tiempo, la autoestima de los trabajadores.

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Capitalis y González Acosta & Wood, desarrolladores del World Trade Center (WTC), hacen más que un trabajo de construcción, porque a la par de la obra, que se inició en 2012, cumplen con un programa de capacitación profesional que beneficia a parte de sus 800 colaboradores, divididos en grupos. El primero, de 361 personas, ya se tituló profesionalmente y, en la actualidad, se capacitan otras 270 más.

La decisión partió de la experiencia personal del arquitecto Víctor González Acosta, quien encabeza este emprendimiento. “Nací en un hogar campesino y trabajé en el campo hasta los 10 años; ahora soy arquitecto. Esto es romper el círculo de pobreza”, cuenta.

El WTC comulga con el principio que enunciara Nelson Mandela: "Sueño el día en que los hijos de campesinos puedan ser ingenieros, abogados, economistas o agrónomos".

A diferencia de países en los que el personal técnico de obra es capacitado en escuelas especialmente orientadas al efecto, en el Paraguay, la formación de la mayoría de los trabajadores del sector es empírica. “Creemos que la capacitación es la manera en la que los obreros pueden crecer profesionalmente”, explica.

Por ello, la desarrolladora y constructora del complejo edilicio acordó con el Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP) la formalización de la instrucción, a fin de otorgar un título a las personas involucradas en la construcción de las cuatro torres, de 20 pisos cada una. Esta acción apunta también a fortalecer la autoestima individual. “Ese albañil puede llegar a su casa con su título, colgarlo en la pared y decir: ‘Soy albañil profesional’; parece un detalle, pero es sumamente importante”, enfatiza el arquitecto.

El WTC y el SNPP formularon un currículo que incluyó todas las especialidades vinculadas con las obras de construcción, como albañiles, encofradistas, pintores, plomeros, electricistas, conductores de grúa y montacargas, carpintería fina, colocación de vidrios, montadores de ascensores, entre otros. La seguridad y alfabetización no quedaron fuera de la malla curricular, bien definida, ordenada y rigurosa, cuyo desarrollo absorbió cuatro meses.

Transversalmente, esta iniciativa agregó educación en valores, arista que atiende solidaridad e higiene.

La ejecución del WTC empleó a 22 jóvenes reinsertados socialmente, quienes contaron con el compromiso y la compresión de sus pares. Ahondando en el concepto de solidaridad, también han sido contratadas personas con discapacidad. Además, la mano de obra ocupa a 20 repatriados y mujeres. La seguridad, por ejemplo, está a cargo de una de ellas: Eugenia Bogarín.

Desde la tarea de liderazgo empresarial, el WTC crea las condiciones para que sus empleados puedan desarrollarse. Por ello, contempla también la campaña “Obra nde rogapeguáicha”, enfocada en valores culturales. Mediante esta lograron que la gente asuma consciencia respecto de su seguridad personal, hecho traducido en el uso de los implementos asignados a cada tarea. Según González Acosta, el empresario o desarrollador debería estar legalmente obligado a asumir la capacitación “in house”.

800 trabajadores ya pasaron por la construcción del WTC y gran parte de ellos recibieron capacitación profesional del SNPP.

361 obreros, entre albañiles, plomeros, conductores de montacargas, pintores y otros, ya pueden exhibir su diploma.

22 jóvenes se reinsertaron socialmente prestando servicios en esta obra y participaron del programa “Obra nde rogapeguáicha”.

20 repatriados empleó la edificación del complejo, futuro centro de negocios.

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