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Confianza es el pegamento que une los relacionamientos humanos. Sin la misma, no hay buenos relacionamientos; sin embargo, conozco jefes y gerentes que no le dan importancia, o bien hacen poco o nada para originar ambientes de confianza a su alrededor. Esta es la verdadera raíz y fuente de la influencia. Es la sabia de la cual se nutre la capacidad de liderar. Nadie le sigue a alguien en quien no confía. Es decir, si no hay confianza, la otra persona no se dejará influenciar. Por lo tanto, no habrá liderazgo.
Se define la confianza como: “Esperanza firme o seguridad que se tiene en que una persona va a actuar o una cosa va a funcionar como se desea”. Quien aspire a liderar necesita que sus liderados sientan que pueden predecir la conducta y accionar de la cabeza de grupo.
El fenómeno o la “magia” del liderazgo ocurre cuando los liderados ven en el comportamiento de sus líderes sus valores anhelados más profundos. Creo que este proceso es bastante inconsciente, como cuando se produce el enamoramiento. Uno se enamora de un todo; es difícil decir que uno se enamora a causa de una o dos características de la otra persona.
Cabe aclarar que puede haber confianza aun cuando las opiniones del líder disientan con las de sus liderados. Para el primero, la clave está en abordar las desavenencias con respeto y madurez. La manera en que maneje las diferencias puede constituir un factor primordial para cosechar o no el liderazgo.
Si uno desea mejorar su liderazgo, lo primero que debe cuestionarse es si la gente a su alrededor le deposita su confianza. ¿Cómo saber si las personas confían o no en uno? Creo que la respuesta es muy fácil. La gente devuelve lo que se le entrega. Creo que el test pasa por la calidad del relacionamiento. Si uno se lleva mal con alguien, es casi seguro que la confianza haya mermado. En caso de que esto haya sucedido es fundamental implementar algunos cambios, para lo cual pueden ser útiles los puntos abajo mencionados.
Para generar confianza a su alrededor, un líder debe:
1. Ser coherente entre lo que dice y hace.
2. Ser íntegro. Decir la verdad con lenguaje claro, sencillo y franco. No esconder información.
3. Tratar con respeto la dignidad de los demás, incluso durante conversaciones difíciles.
4. Mostrarse humano, admitir errores, no permitir que el orgullo se interponga en el camino.
5. Reconocer las contribuciones de los demás.
Si un líder trabaja estos rasgos, creo que la calidad de su liderazgo puede ser sustancialmente mejorada.
* Socio gerente de Sunergos, especialista en liderazgo, comunicación, coaching, mentoring y crecimiento personal.
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