El señor de los inventos

La mejor idea de Ben Kaufman fue crear el sitio web Quirky, a través del cual la gente puede hacer realidad sus invenciones y lanzarlas al mercado. Muchos usuarios se hicieron millonarios.

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Ben Kaufman comparte con Thomas Alva Edison la pasión por los inventos, pero no coincide con el creador de la bombilla eléctrica y el fonógrafo en la idea de que el genio es 1 por ciento inspiración y 99 por ciento transpiración.

“Todo depende de las grandes ideas”, afirma Kaufman, de 26 años de edad, fundador y CEO de Quirky, una verdadera fábrica de inventos con base en Nueva York.

La primera invención de Kaufman fue un accesorio de iPod. Por entonces, a los 17 años, era un joven estudiante... “Un horrible estudiante —corrige—. Apple acababa de lanzar el iPod Shuffle, y yo quería encontrar la manera de escuchar música durante la clase de matemática, sin que la profesora se diera cuenta”. Diseñó en su casa el boceto de unos auriculares casi imperceptibles a la vista, y logró que sus padres hipotecaran su casa en Vermont y le dieran USD 185.000 para poder fabricar el producto en China.

Así nació su primera empresa, Mophie (llamada así por sus perros Mollie y Sophie), y su primera creación, los auriculares Song Sling, a la que le siguieron otras, como una funda para Shuffle, que integraba un llavero y destapador de botellas, denominada Bevy, y de la que vendió 40.000 unidades. “Ver a una chica en el subte con mis auriculares fue una de las mayores satisfacciones de mi vida”, recuerda Kaufman.

El mejor de todos

El éxito de Song Sling y Bevy hicieron que Mophie fuera la estrella en Macworld 2007. Tanto, que se vendió pocos meses después a la firma mStation. Kaufman lanzó entonces su segunda empresa, Kluster, para desarrollar una tecnología que sirviera como plataforma para tomas de decisiones colaborativas en cualquier clase de proyecto. Una vez desarrollada, recibió ofertas de varias compañías que deseaban comprarle el novedoso software. Pero esta vez optó por no vender. Decidió quedarse con la tecnología para uso propio y fundó Quirky, que utiliza la plataforma de Kluster para reunir inventores en un sitio web y aprovechar el trabajo conjunto de cerebros de modo de lanzar al mercado productos innovadores de consumo masivo, de alto diseño y precio accesible.

Ese es su mayor invento.

“Siempre quise crear algo que ayudara a otros a crear”, declara. “Mi idea era que los demás no tuvieran que atravesar todo lo que yo tuve que pasar con Mophie y Kluster. Transité muchas penurias con Kluster. La gente me decía que vendiera la empresa y me consiguiera un trabajo, porque la economía estaba en caída libre”.

Las dificultades económicas por las que atravesaba su país terminaron siendo una oportunidad que Kaufman supo aprovechar. Había mucha capacidad ociosa en las fábricas de EE. UU., lo cual le dio buen margen de negociación para la etapa final del proceso de Quirky, que empieza por las ideas que se proponen en el sitio web, y termina con el lanzamiento de los productos manufacturados. Cualquiera puede proponer su idea en Quirky.com: estudiantes, amas de casa, jubilados. “Inventores de sofá”, los llama Kaufman. “Hay millones de personas con brillantes ideas, que nunca las ven concretarse por falta de tiempo, de conocimiento, de experiencia o simplemente falta de ganas de involucrarse en el proceso productivo”. Al ingresar en el sitio de Quirky, el invento queda en manos de la comunidad de expertos de la compañía, quienes evalúan los miles que se proponen por semana y eligen los mejores, los cuales ingresarán a la fase de diseño, producción y comercialización. Cuando un invento se lanza al mercado, el inventor de la idea recibe un porcentaje de las ventas, al igual que todos los que participaron en el proceso de creación. A través de la plataforma de colaboración comunitaria, cualquiera puede opinar y ayudar en aspectos del futuro producto —forma, color, tamaño, precio—, y luego recibirá una porción de los ingresos generados, acorde con la relevancia de su aporte.

Mucho más que dos

Hoy, Quirky tiene 188 socios minoristas, una comunidad global de 435.000 inventores y un staff de 120 empleados. Más de 360 productos en tiendas como Target, Bed Bath & Beyond, Toys “R” Us, OfficeMax, The Container Store y Amazon. En una entrevista con WOBI, explica cómo hace para canalizar comercialmente tantas buenas ideas.

¿Cómo se le ocurrió crear Quirky? Fue un momento de revelación. Me di cuenta de que las mejores ideas del mundo no están en las compañías, ni en los directorios. Están en la calle, en la cabeza de la gente. Pero hacer un producto requiere de muchos conocimientos y habilidades específicas: diseño industrial, ingeniería mecánica, distribución, logística, inventarios. Quirky nació para resolver este problema. Nuestra premisa es muy simple: hacer accesible la invención. La única regla es diseñar productos disruptivos en el plazo más corto posible.

¿De dónde saca las ideas la gente? Del día a día. De su vida cotidiana. Las personas constantemente enfrentan pequeñas dificultades, como el manejo de la carne en la parrilla, por ejemplo, o la incomodidad de las perchas en el ropero. ¿Han notado que el diseño de las perchas no ha evolucionado en décadas? La mayoría de los inventos que llegan a Quirky proviene de personas que encuentran una forma creativa, novedosa, de resolver un problema común.

¿Qué diferencia a Quirky de otras empresas de crowdsourcing? La principal diferencia es que el crowdsourcing no es la única razón de nuestro éxito. Es un elemento clave, pero hay mucho más. El equipo de tecnología que desarrolló la plataforma y la adapta continuamente en función del crecimiento de la empresa, el equipo de expertos de Quirky que evalúa y desarrolla las ideas, la comunidad que propone, vota y sugiere...

¿Cuál es la clave del éxito de su compañía? Ser tan eficaces para desechar ideas como para elegir aquellas que tienen un potencial rentable. Y acotar al máximo los riesgos. Para ello hemos establecido un proceso por el cual no lanzamos un producto hasta tanto tengamos la certeza de que existe un mercado.

¿En qué consiste ese proceso? Previo a la producción hay una fase de preventa, entre los miembros de la comunidad, en la que el futuro producto debe alcanzar el punto de equilibrio financiero. Deben venderse suficientes unidades como para costear el desarrollo. Es como vender acciones, porque los compradores de esta fase previa serán socios, en un pequeño porcentaje, de los ingresos que genere el producto, al igual que la persona que propuso la idea y los que colaboraron en el diseño.

¿Cuántas ideas reciben por semana en el sitio web? Alrededor de 2.000. En el formulario de registro, el único requisito es que contesten dos preguntas: ¿qué problema descubrieron y qué solución encontraron? Los jueves hacemos una asamblea, transmitida en vivo en el sitio, en la que votamos qué ideas seguirán adelante, y el invento llega a las góndolas en un término de 60 a 90 días. Lanzamos un promedio de 3 productos semanales. En los últimos 16 meses lanzamos 58. Ninguno nació de una reunión de directorio, ni tuvo plan de marketing.

¿Cómo se reparten los ingresos? Compartimos con nuestra comunidad el 30 % de las ganancias directas, obtenidas a través de nuestro sitio, y el 10 % de las indirectas, que son las que llegan a través de las cadenas minoristas. Todas las personas que participaron en el desarrollo del producto reciben un porcentaje proporcional al valor que agregaron. El proceso de la cadena de valor es absolutamente transparente. Por ejemplo, el diseñador del logo recibe el 2,4 %, de lo cual irá un 1,2 % para otra persona que sugirió un cambio. El que compró tres ítems en la preventa tiene un 1,7 % de participación. Por ejemplo, una chica llamada Jenny Tyler desarrolló Beamer, un protector para el iPhone con un LED en el reverso que sirve de flash para la cámara o para iluminar de noche. En todo el proceso colaboraron 749 personas. Los créditos de su participación están en el reverso de la caja del producto.

¿Por qué privilegia la industria americana? Su primer producto se fabricó en China. Queremos revertir esa tendencia. Deseamos producir las mejores ideas del mundo en EE. UU. y multiplicar las fuentes de trabajo. No tenemos límites. Queremos cambiar el mundo. Tal vez algún día inventemos la solución al calentamiento global.

¿Ese era su sueño de niño? No. De niño soñaba con ser dentista.

Bajo la ducha

“Soy inventor casi por azar”, confiesa Joshua Wright, creador de Shower Station, un módulo flexible para frascos en la ducha. “La idea nació de un momento de desesperación. Mi esposa siempre usa varias botellas de shampoo y acondicionador, y todas las mañanas cuando me duchaba se caían como piezas de dominó. Un día, mientras se repetía esta escena, pensé: ‘Tiene que existir un gabinete con distintos tamaños y formas, y que sea flexible’. Inscribí mi idea en Quirky y se hizo muy popular. Me parece que todos teníamos el mismo problema. Me contactaron de Quirky para informarme que iba a comenzar la etapa de desarrollo. Como inventor, es posible elegir cuánto involucrarte en esa fase. Soy un apasionado, así que hice de todo: propuse nombres, logo y hasta participé en llamadas en conferencia con Ben Kaufman, para debatir procesos de fabricación”. Shower Station está en el mercado hace un año y medio, y Wright cobró más de USD 57.000 en regalías.

Riqueza inventada

El invento de mayor éxito hasta el momento en Quirky es el Pivot Power, un tomacorriente múltiple, flexible y modular. El hombre que propuso la idea, llamado Jake Zien, un estudiante de una escuela de diseño en Rhode Island, obtuvo sin moverse de su casa USD 355.839,85 por el Pivot Power en 2012, año en que Quirky generó cerca de USD 25 millones en ingresos y repartió cerca de USD 2 en regalías.

Michael McCoy, operador en un call center de una escuela secundaria, inventó un protector de iPad llamado Cloak, y ya embolsó más de USD 50.000 por derechos de autor.

En los últimos tres años y medio, Quirky consiguió USD 100 millones a través de tres rondas de inversores. En la primera, en abril de 2010, un grupo liderado por RRE Ventures aportó USD 6 millones. En la segunda, en agosto de 2011, un consorcio encabezado por Norwest Venture Partners contribuyó con USD 16 millones. En la tercera, en septiembre de 2012, un grupo capitaneado por Andreessen Horowitz y Kleiner Perkins Caufield & Byers invirtió USD 68 millones.

Fuente: HSM Group www.wobi.com

Integrante del equipo de producción de contenidos de WOBI.

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