Cargando...
Hasta ahora todo indica que tendremos buena cosecha en 2013 y, sumada a la reapertura del mercado chileno a nuestra carne y la colocación de bonos soberanos, generarán un ingreso adicional de divisas de USD 2.500 millones superiores a este año.
Para las políticas públicas es todo un desafío administrar esta abundancia coyuntural, para evitar que ocasione desajustes y daños colaterales.
Además, en el 2012, regionalmente se dieron cambios de política monetaria y cambiaria muy importantes con su impacto en nuestro país.
Brasil redujo agresivamente sus tasas de interés de referencia, aplicó impuestos al ingreso de capitales, por lo que el real se depreció en los últimos 12 meses alrededor del 14 %. Hacia el próximo año, está por verse si esas tasas de interés del Banco Central del Brasil son compatibles con las metas de inflación definidas o tendrán que incrementarse nuevamente por resurgimiento de la inflación. De todos modos, una cotización superior a los 2,0 reales por dólar es probable que se mantenga durante 2013.
En Argentina, las políticas macroeconómicas insostenibles implementadas en los últimos cinco años causaron desequilibrios internos y externos. En respuesta, el Gobierno impuso medidas de control de cambios restringiendo a personas y empresas la compra de divisas. Como consecuencia, el dólar oficial se depreció un 14 % y el blue o paralelo, un 50 % en los últimos 12 meses. Es poco viable que esto cambie a corto plazo, por lo que seguirá una depreciación acelerada del peso, en la cotización oficial y la paralela.
Sin embargo, en el mismo período, el guaraní permaneció estable y, por eso, el tipo de cambio real se fortaleció cerca del 5 % en promedio, pero más del 7 % frente a la moneda brasilera y más de un 10 % frente a la argentina.
El tipo de cambio real está volviendo a niveles observados en la década del 90, años en que claramente el guaraní se desvió de su nivel de equilibrio, causando efectos negativos en los sectores agropecuario e industrial.
La política macroeconómica debe impedir un atraso cambiario, especialmente por los futuros retos de crecimiento económico y desarrollo del sector industrial exportador.
Esta política macroeconómica requiere de una política fiscal anticíclica con un objetivo de superávit estructural; una política monetaria con metas de inflación entre el 2,5 % y el 7,5 % en un horizonte de 12 a 24 meses; y una política cambiaria que actúe según las características estacionales y cíclicas de los flujos de divisas en Paraguay y las políticas macroeconómicas de los países vecinos.
Esta coordinación de políticas es aún más crítica ante el escenario proyectado para 2013. Difícilmente el mercado de divisas pueda absorber a corto plazo las divisas adicionales y la presión a la baja del dólar será muy pronunciada, como ya ocurrió antes.
Es necesario que la política fiscal restrinja la ejecución presupuestaria, principalmente en el primer semestre, y que el programa monetario incorpore mayor acumulación cíclica de reservas internacionales por parte del BCP.
Solo así podremos administrar esta abundancia, evitar que el dólar caiga por debajo de los G. 4.000 y proteger la economía para seguir creciendo ordenadamente en los próximos años. Así seguiremos aprendiendo a vivir en una economía agropecuaria altamente volátil.
Economista, exministro de Hacienda, miembro del Consejo Directivo de la Fundación Desarrollo en Democracia (Dende)