De la huerta a la mesa

Cuando arranca la estación otoñal, el sector dedicado al cultivo de repollo se alista a elevar su productividad, permitiendo así llegar a las mayores y principales cadenas de comercialización.

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Nuestro país registra en la actualidad un total de 400 grandes productores nacionales que se dedican al cultivo de esta hortaliza, reconocida por ofrecer alto contenido nutricional y rentabilidad, principalmente cuando la demanda se masifica. Los agricultores destinan entre una y dos hectáreas por temporada al repollo, explica el ingeniero agrónomo Heriberto Huerta, especialista en el tema.

Su comercialización aumenta con fuerza durante el verano, lo que favorece el repunte de precios, sobre todo si el traslado desde el campo a las zonas urbanas es continuo. Las principales áreas de producción de repollo son: Central, Cordillera, Paraguarí y Caaguazú, a mayor escala en esta última.

En cierta medida, el rendimiento de la cosecha depende del número de cabezas (plantas) puestas por hectárea, señala el ingeniero Huerta. Por lo general, y en atención de la utilidad que genera, cada productor opta por disponer de 30.000 plantas por hectárea, asegurando así la venta a distribuidores, supermercados, y mercados privados y públicos durante los 365 días.

“Su ciclo de maduración es de 120 días. Se puede plantar todo el año y en casi todo tipo de suelo, siempre y cuando se le agregue una importante cantidad de materia orgánica, que es el alimentador y cuidador vital”, sostiene el profesional, quien añade que en la medida que aumenta la aceptación del repollo, surgen nuevos interesados en el negocio.

Son muy pocas las localidades del interior del país en las que esta hortaliza se comercializa por unidad, y en la ciudad prevalece la venta por kilogramo. “En determinadas épocas, se supera el kilo y medio por planta, mientras que existen casos que no sobrepasan los 800 g. Es muy variable”, sintetiza. El rendimiento promedio por hectárea es de 30 kg y la ganancia representa el 40% de lo invertido en la tierra.

Durante la estación estival, se presenta un incremento generalizado en los precios del rubro, a causa de la baja en la producción y el alza en el consumo. Entre diciembre y febrero, un kilo del llamado repollo blanco cuesta más de G. 10.000; precio que se estabiliza a partir de abril entre G. 5.000 y G. 8.000. La excepción la marca el repollo morado, cuyo costo se mantiene entre G. 11.000 y G. 13.000 el kilogramo. “Durante el verano es más caro, pero de igual manera se posiciona entre los rubros más rentables, por detrás del locote, tomate y melón, en vista de que representa más de 200 ha al año”, asevera.

Variedades. La semilla –denominada Chato de quintal– es la más utilizada para la siembra, especifica el ingeniero Huerta, y acota que esto obedece a la productividad observada que resulta en provecho de agricultores que obtienen más de un kilo por planta. “La producción y venta local están bien posicionadas, sobre todo respecto del repollo blanco, que goza de un mercado más amplio en relación con el morado”, refiere el ingeniero.

El cultivo en huertas de modestas y extensas proporciones implica el mismo tratamiento, con la diferencia de que los originarios de plantaciones pequeñas se dirigen a clientes específicos, como restaurantes o mercados de tipo gurmé. En algunos lugares se paga mejor, y los potenciales clientes –puntualmente del área gastronómica– garantizan así la provisión de ingredientes para su mesa”, cierra.

De acuerdo con el modo de consumo, el repollo aporta provitamina A, esencial para la vista. La presencia de vitamina C lo dota de una acción antioxidante, que fomenta el crecimiento de los huesos y estimula las defensas ante las infecciones básicas. Además de ser fuente de potasio y magnesio, es ideal para el desarrollo muscular y, salvo durante procesos de lactancia materna, los pediatras recomiendan evitarlo, debido a que es una eventual causa de gases e hinchazón.

emilse.rolon@abc.com.py

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