Cuando fracasar no es tan malo

Fracasar no es una opción para nadie, pero hay experiencias que demuestran que fallar es también indispensable para llegar al éxito, aunque, en ocasiones, el costo sea muy elevado. Desde febrero, en el Paraguay, se juntan distintos grupos de empresarios con nuevos emprendedores para hablar de esos errores, con la intención de que otros puedan aprender de estos tropiezos. EN les cuenta algunos casos.

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Habitualmente, los eventos que reúnen a empresarios son para que estos compartan sus secretos para llegar al éxito, brinden tips de cómo lograr el objetivo trazado y que los participantes sientan al final que, si el exponente pudo, ellos también. Pero desde el 2012, cuando en México se reunieron cinco amigos para beber unos tragos y terminaron hablando de los fracasos empresariales por los cuales habían atravesado, se dieron cuenta de que, cuando alguien comenta sus proyectos, solo refiere los aspectos positivos y agradables, y casi nunca los errores y fracasos; sin embargo, son sumamente valiosos para un emprendedor. De hecho, resultó enriquecedor saber que todos ellos habían experimentado con ideas fallidas, pésimos socios, bolsillos vacíos y proyectos inviables.

Así nació un movimiento denominado Fuckup Nights, que se realiza mensualmente en 100 ciudades del mundo, en más de 35 países, entre ellos: Alemania, España, Estados Unidos, Colombia, Panamá, México, India, Canadá y, desde febrero, en el Paraguay.

En su primera edición, Fuckup Nights Asunción fue el escenario en el que Raúl “Lolo” Santiviago y Leti Fleitas, junto con otros, hablaron de sus experiencias de fracasos.

De las amenazas a la aventura

En Coronel Díaz 5629 esquina Pacheco, espacio de “Cine al aire”, Lolo Santiviago contó su experiencia con el objetivo de sacarle el estigma al fracaso para mirarlo de manera pragmática.

Él es conocido por su exitosa empresa de ecoaventura, denominada Aventura Xtrema. Además, conduce un programa de televisión por cable, pero su vida empresarial se inició con el desarrollo de un software, dado que él estudió Ingeniería Informática.

En 1999 hizo un software de base de datos que se llamaba Search People, que contenía información del nombre y apellido de las personas en el Paraguay, fecha y lugar de nacimiento, dirección, número de teléfono de Copaco, número de cédula de identidad, datos de sus vehículos –como marca, chapa y año de fabricación–, además de datos públicos del Registro del Automotor.

Le fue muy bien hasta que, en el 2004, una persona –cuyo nombre no quiso mencionar– lo denunció por derechos de autor por los datos que contenía el software. “Cuando desarrollé este sistema, hurgué y depuré los datos, y saltaron que habían en nuestro país 20.000 vehículos con el mismo número de chasis y motor. Cuando se descubrió esto, me amenazaron de muerte, balearon la casa donde yo estaba en Asunción, y me dijeron que no venda más el software porque me iba a ir mal”, cuenta.

Entonces, Lolo hizo todo lo contrario, llegó hasta el diario ABC Color donde se publicaron durante más de 15 días los datos de los 20.000 autos clonados. “En ese momento tuve que salir del país porque me amenazaron de muerte. Estando en el extranjero me ofrecieron ayuda internacional para solucionar este problema. Me dieron trabajo para desarrollar un proyecto que buscaba sanear la base de datos del país, debido a que existía muy mala organización. Luego de este episodio, me dejé de la informática y me dediqué al turismo de aventura”, resume.

Esta experiencia fue considerada un fracaso, porque cuando estaba ganando USD 75.000 semestrales, fue hostigado, amenazado y obligado a cerrar su empresa. “Siento el fracaso cuando estoy en Bonito, Brasil, en una habitación que no era la mía, en un país que no era el mío, mirando el techo y pensando: ‘¿Qué estoy haciendo aquí y no en Paraguay dirigiendo mi empresa?’”, recuerda.

Pero asume que el país por ese entonces no estaba maduro para manejar este tipo de informaciones. “La gente decía que el software se podía usar para perpetrar secuestros, mientras que, en realidad, lo que servía era para capturar a los secuestradores”, dice.

Estuvo fuera del Paraguay durante cuatro meses y fue entonces cuando vio el potencial de abrir un negocio de turismo de aventura, que hoy tiene ya seis años en el mercado. Aventura Xtrema es una firma de referencia en esa área y maneja más de 12.000 turistas por año.

Creatividad vs. finanzas

Leti Fleitas es productora de televisión y cine desde hace 24 años, y de teatro a partir de este año. Se inició en 1991, en Scapinni Publicidad como coordinadora y productora general del departamento audiovisual. Luego, trabajó en Bruno Massi Producciones, Racconto Producciones y Synchro Image, donde estuvo a cargo de la gerencia y jefatura de producción.

En 1998 comenzó a realizar servicios de producción local para Metrópolis Films de Uruguay y, a partir de ahí, a nivel internacional fue contratada para campañas locales muy importantes por productoras del país charrúa y de Argentina. También fue gerente general de la productora de Foqus Arte Digital, y, en el 2005, Universal Studios la designó Unit Manager Paraguay para la película Miami Vice, del director Michael Mann, estrenada en julio del 2006.

Con toda esa experiencia acumulada, el éxito laboral la llevó entusiasmada a lanzarse a su propio emprendimiento y, en enero del año 2008, creó su propia firma denominada SDP Servicio de Producción. A través de esta empresa ofrecía una nueva propuesta, realizando soportes de producción, incluyendo comercialización, con la que trabajó para conciertos como el de Bryan Adams, Christopher Cross, el Show de Barney y el de Cartoon Networks, entre otros.

El arranque de la empresa fue incidentado, dado que la primera persona con quien se asoció, viajó al extranjero y quedó sola con el emprendimiento. No obstante, siguió y, en el 2009, consiguió otro socio capitalista. “SDP era la primera productora que le planteaba a los clientes un grupo de directores que se podían elegir de acuerdo al producto que necesitaban. Me podían contratar a mí para encargarme solo de las locaciones, solo vestuario, solo casting o para el servicio completo, algo que hasta entonces no había”, recuerda.

Durante los primeros años le fue bien, pero en el 2010 se empezaron a sentir los problemas que causaba el haberle dado poca importancia al área financiera de la firma. “Fue una experiencia poco favorable en función a mis expectativas. El entusiasmo y la parte creativa hicieron que no me haya fijado en otras áreas muy importantes de una empresa”, reflexiona.

Fleitas reconoce que mientras su negocio marchaba, ella se fue capacitando. En el camino se percató de que era una instrucción necesaria antes de arrancar con una empresa. “Mi socio era capitalista pero no operativo, es decir, todas las decisiones pasaban por mí. Uno de los errores que cometí fue el haber abarcado muchas áreas y responsabilidades, lo que generó que no puedan sostenerse ni hacerse como correspondía. También tuve que haber prevido las relaciones laborales con los servicios tercerizados”, comenta a modo de mea culpa.

Aunque el servicio que prestaba era muy interesante, llamaba la atención con una imagen corporativa bien trabajada y una página web que cautivaba, pero los costos llegaron a sobrepasar la capacidad de la empresa que cerró a finales de 2010.

“Llegó un momento en el que yo admití que sola no podía seguir haciendo eso. Hubo decisiones que no fueron las más acertadas. Y reconocer el fracaso es muy complejo, tiene su proceso, porque una empresa es como un hijo: ponés plata, energía, no dormís, tenés que cumplir con los proveedores y, finalmente, no es algo que se pueda hacer todo sola”, cuenta.

En un periodo de reflexión, la productora audiovisual rescató de toda esa experiencia el aprendizaje que esta le dejó. “Reconozco mis debilidades y las áreas donde tengo que trabajar con alguien más, porque no las manejo muy bien o porque, simplemente, no es lo mío”, afirma.

Luego de este fracaso, Leti Fleitas, con su know how (del inglés saber cómo), asesoró para la formación de otras tres casas productoras. Sigue brindando el mismo servicio que SDP, pero con otra visión y otra plataforma. El año pasado fue directora de producción y productora ejecutiva del filme Mangoré, y continúa trabajando para empresas del extranjero desde el Paraguay. “Lo que ahora hago es armar equipos de acuerdo al proyecto, sin contratar gente fija, porque el mercado aún no da para hacer eso”, finaliza.

Experiencia

Los problemas recurrentes que se hablan en los Fuckup Nights son, por lo general, la mala elección del socio, el capital, la ubicación del negocio, entre otros. Cada exposición dura solo 7 min, la persona se presenta contando a qué se dedica, en qué rubro participa, cuáles son sus negocios y qué está desarrollando. En el transcurso de los años del evento hubo médicos, personas vinculadas a la hotelería, gastronomía, informática, entre otros. Además del fracaso, el expositor debe hacer un breve análisis de por qué cree que falló y qué haría si pudiera regresar en el tiempo y solucionar el problema. El encuentro es gratuito, cuenta su organizador en el país, León Bablot.

silvana.bogarin@abc.com.py

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