Con las ruedas bien puestas

De operar en la sala de su hogar los fundadores del Grupo Reimpex pasaron a emplear de forma directa e indirecta a 1.700 personas. La empresa, además de producir motocicletas desde inicios de este siglo, marcó recientemente un hito en la historia al ser la primera en ensamblar en línea automóviles paraguayos.

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Jorge Samaniego y su esposa, Gloria Báez eran, trabajadores en relación de dependencia, que buscando la oportunidad de emprender un negocio propio comenzaron su empresa en setiembre de 1992. Él, especialista en comercio exterior, y ella exempleada bancaria, experta en administración, crearon Reimpex, operando desde la sala de su residencia, con un escritorio y su teléfono fijo.

Importaban cervezas de Namibia y Estados Unidos, pero la sociedad siguió procurando qué más comercializar y vio en China la gran oportunidad. Del país asiático trajeron calzados deportivos y materiales eléctricos para el hogar, entre otros, pero tropezaron con el contrabando.

A finales de esa década, encontraron un rubro cuyos productos no competirían con las mercaderías ilegales porque debían estar registradas: las motocicletas. Importaron el primer lote de 40 motos para montarlas en el Paraguay. “A la llegada del lote, nos dimos cuenta de que nos estábamos metiendo en algo bastante complejo. Montar esas primeras motos nos llevó tres meses, y venderlas, otros tres meses más”, recuerda Samaniego.

Desarrollaron el know-how, y en setiembre de 2002 el negocio comenzó a funcionar, mediante la apertura de la posibilidad de que el ensamblaje de motos ingrese en un régimen, especial con incentivos a la instalación de la fábrica. “Es cierto que en los primeros 10 años el emprendedor recién gatea, y luego empieza a caminar”, reflexiona el empresario al rememorar esa década.

Ya con la factoría articulada, el proveedor asegurado, las licencias pertinentes y un crédito favorable, la compañía se arriesgó a comprar grandes cantidades de motocicletas, las que tuvieron muy buena aceptación. En 2005, con la capacidad productiva sobrepasada, constituyó la firma Sambarie.

El gran impacto en las ventas se vio justamente en esos años, entre 2004 y 2006, cuando de vender 12.000 motos treparon a 50.000 unidades. Entonces, el régimen que acogía a las industrias del sector se volvió más exigente, por lo que Reimpex pasó de ensambladora a fabricante, incluyendo soldadura, pintura integral de chasis y otras piezas. Esto condujo a la formación de Clifton SA, en 2006, para el procesamiento metalúrgico de las partes.

En 2008, la fábrica de motos enfrentó la crisis económica suscitada que causó el freno de la compra de motos por parte de sus distribuidores y cese de los pagos. Para superarlos, tuvieron que salir a vender sus productos de manera directa a través de sucursales. Actualmente, ya tienen 130 locales en todo el país.

Al notar la madurez del negocio, con más de 400.000 motos comercializadas, Reimpex decidió incursionar en la producción de vehículos de cuatro ruedas. Sondeando proveedores de líneas de ensamblaje de camiones y automóviles, las compañías chinas JAC, Forlan y Change ofrecieron el intercambio de tecnología y el apoyo para ensamblar sus marcas en el Paraguay.

En 2014 se montó la planta y el 30 de setiembre se lanzó la primera unidad de camiones de la marca Forlan, de hasta 2.000 kg. En 2015 siguieron creciendo, llegando a comercializar 900 unidades de camiones de carga del segmento pequeño y mediano, de hasta 7.000 kg, liderando el mercado en el mencionado nicho.

A mediados del año pasado el presidente de la República, Horacio Cartes sugirió a los creadores de Reimpex la posibilidad de producir autos paraguayos. Con la apertura y cooperación de JAC, al preparar el modelo J2 de su línea de productos para lanzar en el país, técnicos paraguayos y sus pares chinos construyeron el primer automóvil nacional ensamblado en línea. “Es un hito porque es el primer automóvil paraguayo totalmente ensamblado en línea; todas las experiencias anteriores de vehículos montados en el país fueron artesanales, no en línea, en cuyo caso cada operario tiene un puesto específico”, explica el empresario. El objetivo es ensamblar este año 1.500 vehículos, entre camiones y automóviles.

Sentido social

En 2006 la familia Samaniego Báez sufrió la pérdida de su hijo Álvaro Arturo. Sin embargo, el matrimonio no pudo detenerse a vivir su duelo debido al compromiso contraído con las más de 500 personas que entonces dependían de sus empresas. “La partida de Álvaro nos hizo desear que su nombre perdure, por lo que constituimos la Fundación Álvaro Arturo, que funciona exclusivamente con nuestros fondos, no de la empresa ni de terceros”, aclara Samaniego.

Silvana Bogarín Toledo / silvana.bogarin@abc.com.py

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