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El Banco Mundial convocó a sus recientes Reuniones de Primavera en Washington D. C. a especialistas de diferentes puntos del planeta lo que dio la oportunidad de fijar referencias que incluyan las dimensiones social y ambiental de la pobreza. El Banco ha reconocido que se deben considerar otras cosas además del ingreso y recientemente estableció una Comisión para la Medición de la Pobreza Mundial para recomendar indicadores adicionales.
Corvalán observa que aunque muchos grupos públicos y privados ya recopilan datos sobre diversos temas que afectan a las comunidades pobres –como la nutrición, la salud materna o el acceso a la educación–, esa información es poco aprovechada y raramente se comparte con otras instituciones. Pero existen algunas señales que pueden servir de orientación, entre las que se cuentan el Índice de Progreso Social, que proporciona un marco para el seguimiento de múltiples síntomas de la pobreza en los distintos países y complementa las medidas tradicionales basadas en el ingreso.
Diagnóstico equivocado
La experta compatriota advierte que cuando nos centramos en un único número para medir la pobreza, diagnosticamos equivocadamente las necesidades de los pobres. Recordó que en la Fundación Paraguaya evalúan 50 indicadores y 6 dimensiones de la pobreza, entre las que se cuentan el ingreso, la vivienda, la educación y la infraestructura.
Al hablar de experiencias, dijo que gracias a la autoevaluación de pobreza de la Fundación Paraguaya, las personas asistidas por la entidad hoy entienden mejor sus propias necesidades y pueden ocuparse de ellas de a una por vez. Mientras que los enfoques tradicionales se centran principalmente en estimar las fuentes de gastos e ingresos de los hogares, la autoevaluación de la Fundación Paraguaya ayudó a las personas asistidas dividir sus necesidades en 50 áreas, sobre las que podía trabajar paso a paso y controlarlas a lo largo del tiempo.
Un sencillo mapa de la pobreza ayuda a seguir sus avances con los colores de un semáforo: rojo, amarillo y verde, y a destacar sus áreas prioritarias.
La Fundación Paraguaya ha podido replicar este tipo de éxitos en otras partes del mundo, destacó Corvalán. En Tanzania, donde trabajó durante tres años en comunidades rurales, pudo ayudar a pueblos en la región de Southern Highlands a adaptar indicadores de pobreza utilizados en nuestro país para ocuparse de necesidades de agua, servicios sanitarios y electrificación. Se están implementando esfuerzos similares en Sudáfrica, Nigeria, Uganda, China y otros lugares, dijo.
Afirmó que se puede avanzar aún más con apoyo del sector público. La Fundación Paraguaya recopila abundantes datos que abarcan múltiples dimensiones y siguen a más de 8.700 familias tan solo en Paraguay. Si esta información llegara al gobierno paraguayo –que cuenta con sus propios métodos de captación de datos– se podría identificar más rápidamente los focos de pobreza y personalizar los programas para ayudar a cada familia.
Como los datos son autogenerados, este tipo de colaboración podría hacer llegar asistencia focalizada y destacar los servicios públicos específicos que son necesarios, remarcó.
Además, si la Comisión del Banco Mundial para la Medición de la Pobreza adopta medidas multidimensionales contra la pobreza, alentará a otras organizaciones a producir y compartir más datos detallados sobre este tema. Eso proporcionará a quienes trabajan para brindar asistencia un mapa de la pobreza más exhaustivo del mundo y ayudará a mejorar la eficacia de los esfuerzos para luchar contra la pobreza en todas partes.
No será fácil elegir qué medidas incluir ni definir criterios universales, pero tan solo con adoptar unas pocas medidas básicas se lograrían avances, concluyó.