Una nueva ilusión

En ocasiones, escuchamos decir a los empresarios que el Paraguay avanza económicamente “a pesar del Gobierno”, sin embargo estoy convencida de que la gobernabilidad solo puede estar dada por el equilibrio y la coordinación de tareas de los tres grandes sectores que componen un país y forman parte de un Estado: Gobierno, empresas y familias.

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El Gobierno es el administrador ejecutivo, legislativo y judicial del Estado, el sector privado se ve representado por las empresas y el sector social por las familias asociadas en forma de sociedad civil organizada, como proveedoras de servicios o consumidoras de los mismos, pero todos formamos el gran Estado paraguayo.

Iniciando

El gobierno que inicia tiene importantes desafíos, todos ellos apuntando a la mejora en la calidad de vida de los ciudadanos, así se han nombrado ministros a cargo de cada cartera primando el perfil técnico de cada uno, recibiendo en forma general la aprobación y apoyo del sector privado y del sector social.

Por citar algunos, es de público conocimiento que el Estado no tiene dinero en caja, es decir el Ministerio de Hacienda no cuenta con suficientes recursos para hacer frente a los pagos comprometidos ante sus proveedores, disponiendo apenas de lo suficiente para realizar los pagos de salarios de los empleados públicos.

Es buen momento para recordar a los señores parlamentarios que, cuando se presenta el proyecto del Ministerio de Hacienda para el Presupuesto General de la Nación, los mismos tienen la obligación de cuidar los intereses ciudadanos y no elevar los gastos para que ingresen sus intereses privados o políticos en el presupuesto.

Es “nuestro” dinero y no el de los políticos, no es “su caja” para que dispongan de ese dinero ya sea para despilfarrarlo, rifarlo o regalarlo. Para terminar con el Estado clientelar y prebendario debemos comprender que disponer de los recursos del Estado para favorecer intereses particulares constituye un acto de corrupción y una total falta de ética y decencia, cada vez que nombran a sus ahijados políticos en cargos públicos, desvían dinero que podría permitir al país ser un lugar más digno para todos.

Quizás sea también el momento propicio para recordar que sea quien sea el que cometa actos deshonestos debe ser castigado; el Poder Judicial, a través de cada uno de sus funcionarios, sean fiscales, defensores, jueces o camaristas, debe actuar a favor de la justicia porque el mayor problema que existe a nivel de las transacciones económicas, sean estas de intercambio de bienes o de inversiones, es la inseguridad física y jurídica. Esta percepción de inseguridad se da a causa de la impunidad, la cual no permite que muchas oportunidades se concreten o que cuando se realicen conlleven un costo financiero muy elevado y, por ende, la rentabilidad y beneficios que quedan en el país también son menores.

La gran mayoría de la población no quiere pagar impuestos, pues no existe confianza en la correcta, transparente y eficiente administración de los recursos, se teme que solo aumenten la cantidad de empleados públicos y sus salarios, sin recibir a cambio mejores servicios. No confiamos en que se realicen las obras de infraestructura que prometen o dudamos de la calidad de las mismas, presentándose siempre la sombra de la desconfianza pues estamos cansados de presenciar la corrupción a cada paso.

Somos ciudadanos paraguayos

Stephan Schmidheiny, líder de la Fundación Avina, acuñó una frase con la cual coincido plenamente: “No es posible tener éxito en el largo plazo en sociedades fracasadas”. Así, el Gobierno es el administrador de este gran condominio llamado país y debe cobrar las “expensas” a los habitantes para poder cuidar de la salud, de la educación, de los espacios públicos y de la seguridad, pero no podemos olvidar que eso nos otorga a cada ciudadano el derecho de exigir y reclamar el cumplimiento de los deberes del Gobierno.

Somos conscientes, por lo tanto, de que las empresas y personas debemos aportar en forma de impuestos al Estado para que este cumpla sus roles indelegables al sector privado. Además de lo que compete al Gobierno, los empresarios debemos también ser responsables y éticos, cumpliendo adecuadamente nuestras obligaciones sociales, pagando en tiempo y forma los impuestos, apoyando a nuestros colaboradores para capacitarse, invirtiendo parte de las utilidades para fortalecer a la empresa y desarrollar a las comunidades.

Los ciudadanos debemos estar atentos a las necesidades de la sociedad en cada momento, cuidar los espacios públicos, ayudar a combatir epidemias manteniendo limpias nuestras propiedades, cumplir las leyes de tránsito para evitar desgracias innecesarias así como los elevados costos que ello representa, evitar tirar basura a la calle, pues contaminamos los arroyos y colapsamos los desagües pluviales inundando la ciudad con cada lluvia y sufriendo luego los baches en el pavimento; vacunar en tiempo y forma a nuestros niños y otros miles de ejemplos más que forman parte de los deberes ciudadanos.

Tenemos la bendición de ser un país con ausencia de conflictos bélicos, religiosos o de raza, con amplios espacios de tierras cultivables, ríos navegables e inmensas reservas de agua dulce. Muy pocas regiones tienen la gran fortuna de contar con recursos naturales y una población joven como la nuestra. No debería haber ninguna excusa más, tenemos todo para progresar y estamos ante la oportunidad histórica de dejar de ser un país clima-dependiente para convertirnos en un país con mayor diversidad de ingresos por industrias y servicios, para lo cual precisamos de una fuerte inversión en infraestructura, educación y capacitación.

Estos factores combinados inteligentemente por empresarios del sector privado están haciendo grandes progresos, sin embargo esto puede resultar insuficiente para la sustentabilidad del desarrollo socioeconómico si el Gobierno no asume sus roles eficientemente. Entonces, para que todos estemos comprometidos a mejorar nuestros aportes al país, además del entorno primordial de seguridad física y jurídica, hay un factor clave en la competitividad país que le afecta gravemente al sector privado y podemos llamarle el factor “eficiencia del Estado” especialmente en los servicios claves que la población necesita para poder progresar: salud y educación.

No todo lo que se hace desde el Gobierno está malhecho, así como no todo lo que hace el sector privado está bien hecho. Todos somos ciudadanos y desde ese concepto de unidad debemos lograr progresar con equidad, respeto y dignidad.

El Estado lo conformamos las personas, los ciudadanos somos la materia prima que construye o destruye las oportunidades que se nos presentan. El Estado somos nosotros, cada uno de los ciudadanos, así tengamos distintos roles y formemos parte del Gobierno, la sociedad civil o las empresas, pero cada uno de nosotros tiene un papel indelegable que cumplir, asumamos nuestro protagonismo con responsabilidad. Sigamos hablando de dinero, porque así aprendemos a manejarlo mejor.

No todo

No todo lo que se hace desde el Gobierno está malhecho, así como no todo lo que hace el sector privado está bien hecho.

País

Estamos ante la oportunidad histórica de dejar de ser un país clima-dependiente para convertirnos en un país con mayor diversidad.

Castigo

Quizás sea también el momento propicio para recordar que sea quien sea el que cometa actos deshonestos debe ser castigado.

gloria@ayalaperson.com

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