Tus “pecados capitales”

No quiero que el dinero (porque falte o porque sobre) te haga perder la cabeza, sin embargo, has de coincidir conmigo en que, en varias ocasiones, parecería que el vil metal es el motivo por el cual se originan los demás problemas.

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Los errores y vicios en el manejo del dinero te impiden sostener tu bienestar financiero, al punto que, incluso cuando todo parecería mejorar, algo sucede y nuevamente te encontrás en la cuerda floja de no poder ahorrar, no atreverte a invertir o, peor aún, caes en una vorágine de cuentas y cuotas que parecerían multiplicarse.

Del pecado a la santidad

“Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Estoy convencida de que todos tenemos, tuvimos o tendremos techo de vidrio en algún momento de la vida, cuando de finanzas personales se trata.

Un imprevisto puede cambiarnos las prioridades de una bofetada y la vida es excelente en boxeo. La única forma de no quedar tendido en el ring, sin fuerzas, es iniciar una rutina de ejercicios periódicos que nos genere músculos financieros capaces de mantenernos con las defensas elevadas.

Por ello, a continuación encontrarás un pequeño listado de aquellos que, considero, son pecados que debemos evitar, con un pequeño consejo de cómo podríamos hacerlo:

1. “Es complicado y no entiendo luego”: de este pecado se desprenden otros crueles y ordinarios desaciertos. La incapacidad de aprender sobre finanzas tiene más que ver con limitaciones autoimpuestas, producto de la costumbre o creencias, que sobre la complicación real que pudiera implicar.

Consejo: te aseguro que el manejo de tus finanzas es una habilidad sencilla que tiene mucho de sentido común, pero necesitás abrir tu mente hacia el “sí puedo y vale la pena hacerlo”, podrías empezar por leer materiales sencillos y a partir de allí practicar. A medida que apliques a tu vida pequeñas píldoras de salud financiera, vas a sentir ganas de escalar cada vez más hacia tu bienestar financiero.

2. “De nada sirve anotar”: cuando no registras tus ingresos, ahorros y gastos, se vuelve muy difícil, por no decir imposible, visualizar tus metas de corto, mediano y largo plazo y, por lo tanto, tampoco es viable planificar cual sería el mejor camino para alcanzar esos objetivos. En otras palabras, si sabés a donde querés llegar (destino = metas) pero no sabés donde estás (origen = situación financiera actual), elegir el mejor camino sería más una adivinanza que una certeza.

Consejo: trabajá sobre tu presupuesto de este mes y al cierre del mismo controlá cuales fueron las desviaciones y evaluá los motivos, luego proyectá tu presupuesto a los próximos 36 meses, incluyendo tus metas. Por ejemplo: Quiero hacer una maestría el próximo año, ¿Cuánto cuesta? ¿Cuál es la forma de pago? Hacé los cálculos y cargá esos costos a tu presupuesto proyectado y analizá como queda el escenario.

3. “Gasto es gasto y son todos iguales”: el pecado de no tener clasificados los gastos es grave, pues no permite establecer un orden de prioridades. Te falta dinero para pagar una deuda pero, durante el mes, compraste una gaseosa todos los días para el almuerzo y la cena, si total ¡son gastos pequeños que no influyen! Cuando no tenés elaborada una escala de gastos, el dinero pequeño tiende a irse de la billetera sin ningún análisis, pero en el mes la suma de esas fugas puede causar graves daños.

Consejo: tenemos tres clases de gastos (fijos, variables y superfluos), es importante que los clasifiques de esa forma porque conllevan estrategias distintas para controlarlos, ponerles tope mensual, evaluar la prioridad de cada uno de ellos en tu presupuesto. Al fin y al cabo, ¡son los gastos quienes se llevan el dinero que tanto te cuesta ganar!

4. Endeudamiento inadecuado: ya sea por el sobreendeudamiento o por la clase de deuda asumida. También puede darse por un descalce de tiempo (plazo de cobro versus pago de devolución de la deuda) o por tipo de moneda (ingresos en guaraníes y deuda en dólares, por ejemplo). Por otro lado, no solo los préstamos o créditos son una deuda, también los compromisos asumidos por pago de servicios en cuotas (colegio, alquiler, seguros, etc.) y por contratación de colaboradores (salarios, cargas sociales, aguinaldo, indemnizaciones, etc.)

Consejo: la deuda no tiene por qué ser considerada como mala, el problema generalmente radica en asumir una obligación cuando la capacidad de pago es reducida (sea por otras deudas, gastos o ingresos inferiores a los deseados para ese nivel de endeudamiento). Antes de endeudarse, es importante analizar: si la suma de todas las cuotas de deudas, incluyendo la nueva, se encuentran por debajo del 25% de los ingresos netos; si el financiamiento será por un tiempo inferior a la vida útil del bien o servicio que estamos queriendo adquirir; si la deuda que vamos a tomar, resulta la mejor herramienta para el destino del crédito; si la tasa de interés resulta la más conveniente con relación a otras ofertas de préstamos.

5. No contar con ahorros: trabajar todo el mes y, cuando por fin se cobra, darse la vuelta a distribuir el dinero para que en tu billetera quede solo el recuerdo no tiene sentido y en mi escala de pecados financieros, sin duda ocupa un sitial relevante. El ahorro es la única parte de tus ingresos que se queda contigo, debería ser la primera cuenta a pagar.

Consejo: el ahorro no es opcional, podés tener imprevistos en cualquier momento y si no tenés ahorros te vas a endeudar, entonces, si antes no te alcanzaba para ahorrar, ¿cómo vas a hacer ahora para pagar una deuda más intereses?

6. No visualizar tus metas a mediano y largo plazo: es muy difícil que te prives de un disfrute que podrías tener con tu dinero hoy y ahorrarlo sin saber para qué; es fácil caer en la tentación de consumir todo lo que ganás sin destinar nada al ahorro, a menos que puedas identificar las metas que querés lograr.

Consejo: identificá los objetivos que tengas, ponele plazo y monto, luego evaluá dónde estás y trazá una hoja de ruta para llegar a cada una de esas metas.

7. No diversificar tus fuentes de ingresos: generalmente, las personas trabajan arduamente para ganar dinero; algunos ahorran una pequeña parte de ese dinero y lo acumulan. Así, durante su vida económicamente activa, se convierten en creadores de una riqueza que no llegan a disfrutar, pues a medida que trabajan ganan un dinero que van gastando nuevamente para mantener su calidad de vida.

Consejo: independientemente a que seas empleado, trabajador independiente o empresario, necesitás aprender a invertir tus ahorros de manera a transformar tu dinero en activos que trabajen para vos. De esta forma, tendrás una fuente de ingresos activos (tu trabajo) y otra fuente de ingresos pasivos (el rendimiento de tus inversiones).

Podemos seguir hablando de muchos otros pecados financieros, sin embargo, la mayoría derivan de alguna forma de estos siete anteriormente citados. Construí tu calidad de vida desde la sólida base de una buena salud financiera. Sigamos hablando de dinero, así aprendemos a manejarlo mejor.

gloria@ayalaperson.com.py

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