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La historia del desarrollo de Ciudad del Este está marcada por diversos hitos que permitieron que este centro urbano goce de un dinamismo inédito. Efectivamente, a partir de su creación en 1955, la ciudad ha sido objeto de un verdadero “crecimiento espontáneo”: de una pequeña urbe de unos 2.000 habitantes en los años 1950, Ciudad del Este se ha convertido en una gran aglomeración que en 2014 cuenta con más de 500.000 habitantes. La construcción de la represa de Itaipú (1971 a 1982), así como del Puente de la Amistad (1965) y de la ruta Asunción-Ciudad del Este han sido los primeros estimulantes del crecimiento de la ciudad. Por otra parte, Ciudad del Este se beneficia del estatuto de zona franca, que ha determinado la orientación económica de la ciudad, especializándose esta última en el comercio fronterizo.
Sin embargo, a mediados de la década de 2000 la segunda ciudad más grande del país experimenta un importante proceso de transformación económica que aún parece pasar desapercibido. De este modo, detrás de la sombra generada por la aguda crisis del comercio fronterizo, se ha puesto en marcha un proceso de diversificación económica, donde el sector industrial juega un papel preponderante y modifica por completo el rostro de la ciudad.
El crecimiento demográfico de toda la zona, denominada también zona metropolitana de Ciudad del Este, tradicionalmente se circunscribía a la propia Ciudad de Este, a Hernandarias y a Presidente Franco, cuyas zonas urbanas están hoy totalmente conurbadas. Sin embargo, Minga Guazú debe ser agregada como la nueva ciudad integrada a la dinámica metropolitana. Si Hernandarias creció con Itaipú y el comercio de Ciudad del Este y Presidente Franco también por el movimiento comercial de la capital departamental, Minga Guazú presenta un crecimiento estrechamente vinculado a la nueva dinámica industrial y de servicios de la región, y no ya necesariamente del centro comercial de Ciudad del Este.
La economía fronteriza, de gran impacto social, pero restringida a una pequeña porción de Ciudad del Este, pasa por un momento difícil por la marcada disminución de las ventas, resultado de políticas de control en Brasil. La dependencia del comprador brasileño no parece generar mayores problemas en los actores locales, de lo contrario se esperarían esfuerzos claros y específicos de repensar las actividades comerciales, diversificarlas y transformarlas.
Las iniciativas actuales de planificación urbana son muy positivas y permitirán la corrección del crecimiento desordenado y disfuncional de gran parte de la ciudad. Estas iniciativas también deberían ampliarse a los ámbitos económicos, logísticos y territoriales de una nueva región económica que comienza a diversificarse y, sobre todo, a minimizar el impacto de la crisis del comercio fronterizo por la llegada de “nuevos brasileños”, quienes ya no vienen a comprar productos electrónicos a metros del Puente de la Amistad, sino que realizan fuertes inversiones industriales, atraídos por condiciones macroeconómicas positivas del país. Ciudad del Este no debe mirar solo el Puente y Brasil como el futuro, es necesario también que incluir y capitalizar sus condiciones de localización para depender menos del comercio incierto y más de la industria estable.