Tolerancia a la frustración

Las expectativas son personales e individuales, no podemos hacernos cargo de las esperanzas ajenas, sin embargo, cuando la realidad tiene un resultado menor al esperado se genera frustración, así como cuando sucede lo contrario, y la realidad supera lo esperado, encontramos satisfacción.

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Entonces, si los colaboradores en una organización continuamente sienten frustración, a pesar de que no sea responsabilidad de la empresa hacerse cargo de la expectativa personal de cada uno, las consecuencias de esas insatisfacciones acumuladas afectan su clima laboral, pudiendo perder a valiosos componentes, pudiendo dicha pérdida de capacidad repercutir en costos financieros y en un nuevo gasto de tiempo así como de recursos económicos para capacitar a colaboradores que inician.

Mirándote al espejo

La frustración es un sentimiento que aparece cuando no conseguís lo que querés o cuando sucede algo no deseado y según la intensidad puede producirte angustia o ansiedad, como si el sufrimiento de lo no logrado te superara y no puedas distinguir la situación como transitoria; estás como enojado, sin querer reconocer que las situaciones negativas y las emociones que te generan también forman parte de la vida.

Por eso, es importante no confundir la tolerancia a la frustración con la tolerancia al fracaso. Estás atravesando por una situación difícil cuyo resultado no ha sido el que esperabas, pero sentirte fracasado por ello anula el proceso de aprendizaje que podrías rescatar. Lo que sí podrías alertar es el desarrollo de tu tolerancia a la frustración.

La búsqueda de la inmediatez de resultados, la receta mágica a la satisfacción garantizada y a la felicidad instantánea tiene como contracara al estrés y derrotismo a largo plazo. Por ello, las personas con baja tolerancia a la frustración tienen una alta sensibilidad hacia aquello que podría resultar un contratiempo, molestia o demora en la satisfacción de sus deseos.

Sentimientos frecuentes de ansiedad, tristeza, agitación, aburrimiento, resentimiento, hastío, humillación y enfado, así como la victimización ante distintas situaciones negativas son características que pueden ayudar a reconocer este concepto en quien sufre de esta baja tolerancia a la frustración.

Generalmente, esto que tanto hiere a la persona y a su entorno tiene su origen en la infancia, cuando los padres brindan a sus hijos todo lo que desean sin esfuerzo alguno de su parte, haciendo que se consideren merecedores de todo lo que desean con solo pedirlo. Así, crecen con la equivocada creencia de que la vida es fácil y placentera, lo que los lleva a sentirse decepcionados consigo mismos cuando algo significa esfuerzo y constancia a largo plazo, por eso les cuesta desarrollar proyectos personales, académicos o laborales, afectando sus relaciones incluso sentimentales, pues no soportan cuando no se cumplen sus deseos.

Sus actitudes pueden verse como infantiles, se angustian ante su incapacidad de resolver problemas y toda situación representa un grave problema o incluso una ofensa, pues tienen interpretaciones erróneas o distorsionadas de las obligaciones y responsabilidades de los demás. En el campo laboral, interpretan como demasiado horrible para soportarla, cualquier situación que implique demoras, fracasos, retrocesos o cambios, confundiendo además sus deseos con necesidades.

Aumentando tu tolerancia a la frustración

Todos los días se presentan en tu vida oportunidades para desarrollar tus habilidades de tolerancia a la frustración, algunas son previsibles y otras no, algunas hasta aparecen injustamente frente a tus narices. La tolerancia es una habilidad, por lo tanto, la podés desarrollar, se trata del arte de aceptar todo aquello que siendo inmodificable, no encaja en tus esquemas, se atraviesa en el camino hacia tus metas o no satisface tus deseos.

Para aprender una habilidad hay que entrenarse, así que la vida te presenta esas oportunidades de aprendizaje diariamente, las quieras o no, pero también podrías provocarlas intencionalmente, como un ensayo para el momento en que necesitarás esa habilidad ante las condiciones reales. Para ello, podrías hacer una lista de las cosas que más te cuestan tolerar y en base a ellas desarrollar estrategias de cómo enfrentarlas y entrenarte a soportarlas. Por ejemplo:

La incomodidad: no necesariamente es mala, ya que te puede ayudar a encontrar otras formas de hacer las cosas o incluso otra manera más eficiente de realizar lo habitual. Crea situaciones de adaptación, algunas ideas podrían ser: mover los muebles de tu casa de una manera en la que no estuvieron antes, ir al cine a ver una película que no es de tu estilo; si siempre vas acompañado a un restaurante, invitarte hoy tu menú favorito y disfrutar una hora de tu tiempo a solas; en fin, desarrolla actividades de una manera distinta.

Si te cuesta mucho soportar largas esperas: busca un contexto en el que invariablemente necesitarás más tiempo de espera e incluso cuando tengas la alternativa de demorar menos tiempo, supongamos la fila en el supermercado, e profeso colócate en la fila más larga e incluso cede tu lugar a aquellas personas que tienen menos mercaderías en su carrito. En el tránsito pesado, coloca una música y cántala con alegría a pesar de que no puedas moverte por la cantidad de autos delante tuyo. De esta forma ejercitarás la tolerancia de manera consciente, constante y llevadera, buscando adaptarte a la situación sin pretender que el entorno ni los demás se adapten a tu ritmo.

Elige una meta que implique un arduo esfuerzo y quemar etapas para poder ser alcanzada, un postgrado, una investigación o una dieta, todas esas actividades tienen esas condiciones en común, saborea cada momento de insatisfacción que te genere, disfruta el sentirte vencedor al superar ese obstáculo y asimilar un avance, aunque pueda tener retrocesos, redobla tu voluntad y avanza, conquistar esa meta reforzará tu satisfacción pues será un premio a tu capacidad de tolerancia.

Cuando te dicen “no”, probablemente sientas enojo, enfado o incluso irá, capaz puedas sentir pena o tristeza; busca alternativas para alcanzar tu objetivo, ponete en el zapato del otro para entender desde donde ha negado tu oferta, qué factores le llevaron a darte esa negativa, ¿es algo personal? o ¿se trata de su presupuesto? quizás ¿otra opción es mejor para ellos? lograr empatía con el análisis y decisión ajena, aunque vayan contra tus deseos, es tremendamente alentador y reconciliador.

Aceptar que no tenés el control de lo que sucede a tu alrededor y que los demás no están para obedecerte (ni aunque fueran colaboradores de menor jerarquía) implica recordar que no sos omnipotente ni el universo está para complacerte, sos uno más del montón, que debe destacarse por sus fortalezas y talentos, no imponerse por la fuerza de sus caprichos y santa voluntad.

De niños creemos que todo gira en torno nuestro, a medida que crecemos los límites nos sirven para comprender que mi derecho va exactamente hasta donde empieza el derecho ajeno, ni más ni menos, por lo tanto, la falta de tolerancia a la frustración puede jugarte una mala pasada siendo adulto, ya que golpea tus posibilidades profesionales y laborales.

Nadie quiere soportar al eterno Peter Pan, ese que no asume la madurez emocional que se requiere en el mundo de los negocios. Supéralo, hazte consciente y desarrolla la habilidad de vivir en armonía con la realidad, maravillosa y compleja, con vientos a favor y huracanes en contra. Sigamos hablando de dinero, así aprendemos a manejarlo mejor.

gloria@ayalaperson.com.py

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