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Con el poco apoyo que proviene de contados parlamentarios y escasos medios de prensa independientes, hemos tratado de ofrecer informaciones y denuncias concretas. Este es uno de ellos. Las columnas de ABC se han constituido en un muro de los lamentos para los técnicos de 50 Hertz y para los trabajadores libres. Otros medios se desentienden, se venden o caen en las terribles garras del sistema, que sigue queriendo vender espejitos como si aún estuviéramos en la época de la conquista española.
No nos quejamos, al final este sufrido camino lo elegimos con libertad. Pero a veces, cuando las persecuciones se vuelven constantes y muy duras, el corazón se fatiga. Los vendepatria, camuflados de directores, de NE-gociadores y principalmente de verdugos, extienden sus látigos romanos y garrotes farisaicos y nos propinan el castigo más cruel: la exclusión. Es dura la relación de dependencia institucional cuando estamos comandados por Herodes y Pilatos energéticos; que lo digan Luis María Fleitas, Blas Cañete, de Itaipú y otros pocos sobrevivientes.
En mi caso debo aclarar que durante 15 años en Yacyretá como funcionario permanente, aparte de nunca haber sido promovido, he sido despedido tres veces (en las tres ocasiones durante gobiernos colorados). Que conste en acta y está escrito que estoy afiliado a la ANR hace 44 años. No lo digo para buscar alianzas circunstanciales, sino para avergonzar a esta nucleación que continúa aplicando una política perversa de exclusión.
La última injusticia es el pedido de mi jubilación de oficio al Instituto de Previsión Social, apenas cumplí los 60 años, mientras que existen alrededor de 200 funcionarios, algunos con más de 70 años, esperando que Yacyretá los jubile. Yacyretá continúa incorporando personal con más de 70 años de edad, por cuestiones políticas, y casi un centenar de militares retirados que gozan de doble remuneración. Jóvenes paraguayos continuarán deambulando por las calles en busca de trabajo, mientras siga este criterio irracional y perverso.
He rechazado mi jubilación de oficio por considerarla una simple persecución y una forma de presión para acallarme. O salimos todos los mayores de 60 o nos quedamos todos, sin exclusiones. Para colmo de males, no tuvieron mejor idea que plantearme una demanda laboral con “justificación de despido”. Al estar amparado por la estabilidad laboral y no tener causa justificada, requisitos establecidos en la propia Constitución Nacional, el Código Laboral y los propios estatutos de la entidad, mi persecución se les torna difícil. Por de pronto me encuentro suspendido en mi contrato por parte de Yacyretá, “sin goce de salario”.
Si pensaron acallarme con estas medidas se equivocaron. Les repito lo que les dije en otra oportunidad, cuando me preguntaron si no tenía miedo de perder mi puchero: que a la entidad, como técnico, le vendo mi trabajo, no mi conciencia. Creo que a la mayoría de los paraguayos, antes que nada, nos falta defender la soberanía personal.
Mientras los paraguayos no conquistemos nuestra propia soberanía personal y los malos políticos y los buenos ladrones continuarán aprovechándose del pueblo y continuaremos tal como hoy estamos. Por último, mientras unos cuantos seguimos soportando estas injusticias, otros tantos nos mirarán con indiferencia, escarnio y hasta burlas. Se cumple aquel dicho popular: “La victoria tiene muchos padres, la derrota es huérfana”.
(*) Funcionario suspendido de la EBY. Exsecretario general Sticcap-Itaipú. Exsecretario general Sinatray-Yacyretá.