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Pensar en el mañana debe ser un ejercicio del presente y basado en realidades concretas, ya que el futuro es un juego de expectativas y decisiones, con un entorno cambiante. Parecería entonces que el éxito implica construir desde hoy lo que queremos para nuestra vida mañana, esto sería visualizar concretamente una meta y motivarnos para crear las condiciones favorables para alcanzarla y hacerla realidad.
¿Cambiar de empleo? ¿Lograr un título universitario? ¿Emprender un negocio propio? No hay éxito que no se haya iniciado con una declaración o visión de futuro, porque para alcanzar la meta hay que dar el primer paso.
Progresar
Si asumimos que el progreso implica un sentido de mejora en la condición humana, tendríamos que aceptar que esta mejora implica potenciales pérdidas, retrocesos y problemas difíciles de resolver. Además, si lo observamos como sinónimo de modernidad, encontraremos bases inestables y que incluso pueden dar origen a conductas de alta destructividad.
Por lo tanto, progresar puede ser contradictorio, pues todo avance o solución puede conllevar retrocesos y nuevos problemas, por lo tanto quien quiera asumir el camino hacia el progreso deberá estar dispuesto a asumir los costos y la sostenibilidad que el mismo exige.
A pesar de esto, a lo largo de la historia siempre hubo personas dispuestas a asumir desafíos y encaminarse hacia nuevas metas, por ello podríamos advertir que muchas veces los avances vienen de la insatisfacción con el statu quo.
En este momento de tu vida estás en el presente, ya dejaste tu pasado y por delante solo tienes el futuro, no sabes cómo será, pero es altamente recomendable que puedas definir cómo te gustaría que fuera.
Puntualizar cuáles son las metas que te gustaría alcanzar en cada área de tu vida puede ayudarte a planificar en cuánto tiempo lo lograrás, que herramientas precisarás para hacerlo, definir el costo económico que demandará, establecer un plan de actividades que te encaminarán al objetivo y, por supuesto, también podrás advertir los peligros a los que no estarás ajeno y ello te ayudará a crear soluciones con anticipación o planes alternativos.
Pero si no sabes cuáles son tus metas, entonces nada de lo anterior tendría sentido y por lo tanto vagarás por las rutas del destino que otros van decidiendo. Una buena forma de iniciar la identificación de tus propias metas, si no sabes con claridad qué querés para tu futuro, sería definir qué no querés que te ocurra. Como el pasado ya lo conocés, allí tenés una fuente de ideas de lo que no te gustó y, con base en tu presente, conocés lo que no te gusta más; a partir de allí será más fácil identificar lo que sí querés y podés empezar a darle forma. El problema que usualmente ocurre es que nos sentimos atrapados en nuestra propia historia, en la maraña de relaciones, creencias, conocimientos, experiencias y compromisos que hemos formado y que condicionan nuestra manera de ver el mundo, por lo que el ejercicio de visualizar el futuro, basándonos en seguridades, es solo una respuesta al deseo o necesidad de nuestra propia certeza y no una apuesta real a los nuevos desafíos.
En otras palabras, nuestro pasado y nuestro presente no condicionan nuestro futuro; lo que nos limita realmente son nuestras propias decisiones que nos desafían a ejecutar acciones que cambien nuestro futuro y nos permitan alcanzar las metas que nos fijemos.
Vestido de valentía
El coraje que precisamos para asumir el desafío no puede estar condicionado por lo que vemos o creemos actualmente, sino a preparar nuestra mente y nuestras emociones para afectar al entorno a fin de desarrollar una plataforma que nos permita repensar el presente y cruzar hacia el futuro impulsados por sueños y anhelos.
No preparar hoy el escenario que precisaremos para alcanzar las metas del futuro resulta irresponsable, pues es detener adrede los logros que debemos alcanzar, aunque ello implique irremediablemente dominar los temores y cruzar la línea que divide el mundo conocido en donde están parados los que solo miran cómo las cosas pasan de aquel en donde uno asume el protagonismo y se atreve a modelar el mundo inexplorado y a hacer que las cosas pasen.
Para ello tendrías que desafiar al statu quo, permitir que tus talentos alcancen su máximo potencial, superar las barreras que el mundo te impone, abandonar la comodidad de tus logros ya alcanzados y atreverte a renovar tus retos, a pesar de que ello implique un riesgo permanente de retroceder y encontrar nuevos problemas; este es el único camino para progresar.
Todos tus conocimientos te serán útiles solo si te animas a confiar en vos mismo, ya que mientras no te des ese voto de confianza, cada libro, curso, examen o test, cada prueba de la vida habrá sido en vano, una pérdida de tiempo y dinero. Solo cuando te atrevas a vestirte de valentía y asumir decisiones que realmente te impulsen hacia concretar tus metas, estarás en condiciones de ponerles fecha y luego trabajar para alcanzarlas.
Esa zona de confort en la que te encuentras, te impide romper el statu quo. Todo lo que te sea conocido, sea agradable o no, compone tu zona de confort, por ello empieza por evaluar tus hábitos, rutinas, habilidades, conocimientos, actitudes, comportamientos, creencias e incluso pensamientos constantes. Analiza cuáles te sirven como base o plataforma para alcanzar tus metas y cuáles son un ancla que no te permite avanzar.
A partir de allí, podrás empezar a evaluar tu visión del mundo, a observar, experimentar, comparar, aprender y aceptar a los demás como distintos pero tan válidos como vos mismo, así podrás ampliar tu zona de aprendizaje y todo lo que hoy te asusta seguirá invariable pero tu percepción sobre ello cambiará y podrás observarlo como obstáculos más pequeños y que puedes superar.
Acepta que tu zona de confort te limita mientras que tu zona de aprendizaje te permite visualizar nuevos horizontes. Hay una zona mágica, está allí frente tuyo y en ella pueden suceder cosas maravillosas que aún no conoces porque aún no has transitado esos caminos, ya sea por miedo a perder lo que tienes o peor aún, por terror a conocer quién eres y qué eres capaz de hacer y de sentir.
Vístete de coraje para dejar el miedo al que dirán, el miedo a fallar, el miedo al ridículo, el miedo a la vergüenza, atrévete a brillar y alcanzar tus metas, cree en tu capacidad, tienes el derecho genuino a realizar tu visión de vida, prepara tu estrategia y asume las consecuencias, no será fácil pero sin duda vale la pena. Sigamos hablando de dinero, así aprendemos a manejarlo mejor.
Acción
Nuestro pasado y nuestro presente no condicionan nuestro futuro; lo que nos limita realmente son nuestras propias decisiones que nos desafían a accionar.
Confort
Esa zona de confort en la que te encuentras te impide romper el statu quo. Todo lo que te sea conocido, sea agradable o no, compone tu zona de confort.
Camino
Quien quiera asumir el camino hacia el progreso deberá estar dispuesto a asumir los costos y la sostenibilidad que el mismo exige.
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