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Las osamentas despiden un aroma fétido, es el olor a la muerte, producido por una sustancia tóxica llamada cadaverina. Es lo que hoy se respira en la atmósfera itaipuniana. Los sindicatos están muertos. Es una verdad que grita a voces en lo más profundo del trabajador de la binacional. La mayoría se siente impotente y hastiada; llora y murmura a escondidas. Pero está bien que esto ocurra; todo abono permite la germinación de un árbol nuevo.
La lógica en un país decente hubiera permitido que estas denuncias públicas den lugar a una ampliación, de oficio, de la investigación del “robo del siglo”. Sin embargo, contra estas 14 entregas, divididas en tres series, perfectamente documentadas, tanto la Cajubi como los nueve sindicatos de Itaipú lanzaron sus comunicados con la intención de descalificarnos.
Los de la Cajubi no merecen ni respuesta. Los sindicatos, en cambio, con su comunicado evidencian que decidieron desplazarse por el camino ancho y fácil; escogieron pelear contra los más débiles y congraciarse con el poder. Es la senda de la obsecuencia estéril, aquella que en el corto plazo te beneficia en los bolsillos, pero no te deja dormir en las noches. Es aquella que disfrutas durante una orgía, pero que destruye tu alma. Es aquella que no te permite volver a tu casa de vergüenza ante tus hijos y tu amada esposa. En el largo plazo carcome tu conciencia, tus huesos y tu dignidad.
A partir del último comunicado de los sindicatos de Itaipú, ¿qué más queda? Hace tiempo que entregaron el oro; ahora también el moro. ¿Qué llevarán a la casa del futuro, unas jubilaciones provisorias otorgadas por una institución que morirá en el 2026?
Lo que hicieron estos sindicatos se asemeja a la vieja cobardía del tirano que corta la cabeza del que trae malas noticias. Es semejante también a un linchamiento de una gavilla de dos personas desarmadas. ¿Cuándo se ha visto tanta unidad de los gremios de Itaipú?
Los suscribientes de esta serie son apenas trabajadores que han dado cerca de 40 años de sus vidas a la construcción de la mayor generadora mundial de energía. Juntos emitieron más de 300 artículos denunciando el entreguismo, la claudicación y la corrupción. No son terroristas de Al Qaeda, Al fatah o del EPP; no tienen armas químicas, bombas, ni fusiles; solo tienen libertad, una pluma y un amor inmenso por la albirroja.
Darle mucho espacio al comunicado de marras sería otorgarles una medalla que no se merecen; solo respondemos a su “total rechazo a las temerarias opiniones” de estas series, con unas pocas preguntas. En 43 años de vida institucional y 26 años de sindicalismo de Itaipú.
1. ¿Cuántas veces han cerrado filas, como ahora, para pedir un precio justo por nuestra energía?
2. ¿Alguna vez han hecho huelgas por la construcción de la esclusa de navegación, la cogestión y la transparencia, contempladas hasta en el Tratado?
3. ¿Ha reclamado alguno de los firmantes algún derecho laboral o nacional, con un artículo similar a este... aunque sea uno?
4. ¿Alguna vez los sindicatos de Itaipú reclamaron que nuestra energía pasaba directamente al Brasil, durante casi 30 años, ¡sin que siquiera la seccionen en nuestra subestación?
A través de los años hemos aprendido a sobrevivir entre hienas, lobos y chacales. Conocemos sus costumbres y sus debilidades. Les gusta las penumbras, el acecho, el “requecho” y la faena en manadas. Es por ello que no le daremos más importancia que la que se merecen. Una vez que acaban los restos, los carroñeros se repliegan. La historia, el pueblo y el Dios Altísimo los juzgará.
El verdadero objetivo de estas series fue siempre alertar sobre el desfasaje actuarial de 925 millones de dólares, asentado oficialmente en el balance de Itaipú del 2014. Hemos alertado tarde, ¡claro! Lo hicimos cuando el mismo desfasaje se asentó, también oficialmente, en el balance del 2015, pero solamente de 532 millones de dólares.
Solamente esta diferencia aproximada de 400 millones de dólares es equivalente a lo que el Paraguay recibe por toda su “cesión de energía” de un año, sumada a los gastos sociales. ¡Ojo!, que quede claro; no juzgamos a la margen izquierda, que defiende sus intereses de manera fenomenal.
El objetivo supremo del Brasil siempre será llevar la máxima cantidad de energía limpia al menor costo. El déficit y las pérdidas de la Cajubi y la Fibra (Caja brasileña) es parte del costo de esa energía.
Aclaramos, además, por una vez y para siempre. Nos acusan de sesgar nuestras opiniones a favor de los inculpados por el affaire de Cajubi, hoy con prisiones en Tacumbú y domiciliarias. ¡Lejos de nuestra intención! Hemos actuado históricamente (ver nuestros archivos de ABC) en contra de todo robo, despojo, entreguismo y claudicación en la Itaipú. La opinión pública ya conoce nuestro proceder y parecer. Es por ello que nos resulta propia de gente con bajos instintos y cobardes, utilizar esta artimaña contra nosotros.
¿Resulta tan difícil a los consejeros de Cajubi mostrar las evidencias que hemos enumerado? Asimismo, ¿resulta tan difícil a los sindicatos convocarnos y ver la otra cara de la moneda? Son actas firmadas, son cheques de viáticos, son facturas de propagandas en contra de jubilados electos; en fin, son análisis económicos financieros, pareceres jurídicos, informes binacionales de auditorías internas, resoluciones de sumarios, etc. (ver documentos adjuntos) que los sindicatos desconocieron. ¡O temen a la verdad!
En el 2009, el compañero Julio César Ruiz Benítez también hizo lo mismo que hoy estamos haciendo, los sindicatos adoptaron la misma posición cándida y cobarde, los compañeros quedaron perplejos, algunos se burlaron; los imputados de Cajubi hicieron una demanda por difamación e injuria, hoy están en Tacumbú. Se repite la historia, solo cambian los actores.
Por último, manifestamos que hemos agotado las instancias administrativas. Hemos solicitado, por escrito, audiencia con el director general paraguayo y nos derivó al director de coordinación ejecutivo, quien quedó pasmado ante los documentos que vio. Hemos remitido más notas al director general, ya con algunas pruebas. Nos sentíamos como Sérpico, aquel policía que denunció a sus colegas corruptos, pero notó que hasta el juez federal estaba en la mafia. Cuando uno toca grandes intereses corporativos desconfía hasta de su sombra. Incluso, hemos remitido notas de auxilios a varios consejeros de la Itaipú mediante el sistema corporativo. La única respuesta y la que agradecemos hasta hoy es la que nos dio el Dr. Sapalding, que termina así: “¡Fuerza y adelante! Un abrazo”. Es la que nos motivó a seguir esta peligrosa serie.
Nos despedimos con estas inmortales palabras del Salvador del Mundo: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados...”.
Blas Fernando Cañete (*) Exsecretario general del Sticcap, jubilado de IB.
Luis María Fleitas Vega (**) Exsuperintendente de Energías Renovables de IB, empleado activo.