Seguirá creciendo para Brasil

La utilidad de un negocio es también conocida en el mundo económico como “renta”. Ella deriva de una operación sencilla de suma y resta aritmética. Proviene de la venta de un bien o servicio al cual se le extrae el costo incurrido en su producción. En palabras más simples: si vendo en el mercado un zapato por G. 200 mil, cuyo costo total puesto en vitrina es de G. 110 mil, lo que resta de esta operación, es decir, G. 90 mil, es mi renta neta. La rentabilidad normal de una producción o negocio ronda alrededor del 30%.

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En el mercado hidroenergético, el producto ofertado es la energía eléctrica medida en Kwh; es decir, la cantidad de energía que pasa por un medidor durante una hora. Es bueno recordar también que la potencia de 1 HP (Horse Power) equivale a 735 Watts y que 1 Kw = 1.000 Watts. No debemos confundir la potencia (por ejemplo, la fuerza que tiene un caballo, medida en HP o Kw), con la energía (la cantidad de carga que puede llevar ese caballo por un tiempo determinado, medida en Kwh).

Hasta aquí todo parece sencillo. En el caso de las binacionales Itaipú y Yacyretá, así como en cualquier inversión energética, se suman todas las cifras que hacen al costo de la construcción y a la producción de toda la energía que sale de esas industrias y se le restan todos los costos. Este resultado final, por Tratado debe ser cero (O). Se incluyen además los costos operativos (operación y mantenimiento), así como las derivadas del servicio de la deuda incurrida en la construcción (capital más intereses).

Un nuevo costo

Hoy día, las empresas incluyen en su costo un nuevo concepto llamado de “responsabilidad social”, una especie de compensación a la población afectada por el proyecto. En las hidroeléctricas modernas hay un concepto adicional: los royalties por terreno inundado; mientras que en Itaipú y Yacyretá incluyeron una cláusula bastarda: las “compensaciones” por ceder la energía a precio de costo. En otros emprendimientos regionales, como Salto Grande (binacional entre Argentina y Uruguay) rige el concepto de partición igualitaria de las aguas, materia prima fundamental de estos proyectos.

En estos tiempos en los que nuestras binacionales cumplen 40 años de vigencia del Tratado y 30 años de generación (Itaipú) se disponen a la crítica del sector varias ponencias entre las cuales me gustaría distinguir tres: un análisis económico-financiero del prestigioso Jeffrey David Sachs, economista norteamericano conocido por su trabajo como consejero económico de varios gobiernos de América Latina, del este europeo, de la extinta Unión Soviética, de Asia y de África. Otro análisis geopolítico del punzante y certero general Juan Antonio Pozzo; y un tercero, del analista técnico, Ing. electricista y electrónico Axel Benítez.

El argumento de Jeffrey Sachs, profesor de las universidades de Harvard y Columbia (EE.UU.), donde preside el Instituto Tierra, ha utilizado una ecuación de primer grado para demostrar la inequidad en nuestro negocio de Itaipú. Esta ecuación coincide básicamente con otra que diseñé y publiqué en estas páginas como: “ecuación de la equidad”, hace 12 años (22/09/2002).

La inequidad es demostrada claramente en ambas fórmulas, aún utilizando distintas palabras, números o variables. Ecuaciones separadas en el tiempo y la distancia demostrando lo mismo, la gran injusticia en un negocio emprendido por dos supuestos socios paritarios en derecho, pero asimétricos en su desarrollo, Paraguay y Brasil.

Si tenemos que escoger algunos conceptos de Sachs pronunciados en el Banco Central, en el 2013, serían estas: a) “Me cuesta entender un negocio, cuyo costo fue consensuado en 20 mil millones de dólares y que a casi 30 años de amortizar con energía limpia (93% llevada por el Brasil), aún deba 16 mil millones de dólares”. “Puede que exista alguna fórmula que yo desconozca, pero ella favorece solo a una de las partes” (Brasil). b) “Este mismo asesoramiento yo lo había hecho al Brasil cuando renegoció su deuda hace más de una década, y tuvo éxito” (época de Fernando Enrique Cardozo).

El Dr. Gustavo De Gásperi incluso habla de la nulidad del Tratado, el cual podría demostrarse en un juicio internacional, con árbitros calificados como las NN.UU, Banco Mundial u otro organismo, concepto también propuesto por Sachs. Para el caso particular de Itaipú, a mi criterio y de otros que han luchado por la misma causa, las reivindicaciones no pasan de media docena, pero que cambian totalmente el concepto del negocio a saber:

1. Soberanía energética: Así como están las cosas, la posibilidad de vender nuestra energía a terceros es tan remota como la posibilidad de vender al propio Brasil a un precio de mercado o precio justo.

2. Deuda espuria: está demostrada por la Contraloría General de la República que un segmento importante de la deuda de Itaipú es ilegal e ilegítima, puesto que está basada en la venta de energía al Brasil por debajo del costo. Este monto sideral es infinitamente superior comparado con las migajas de la cesión y los royalties. Fácilmente se firma una nota reversal, a favor del Brasil, como la que generó la deuda espuria, mientras que para el Paraguay, se pasa por Itamaraty, el Congreso y cuantos filtros dilatorios existan. Otra deuda espuria se está gestando desde que el Consejo de Administración decidió “congelar” hace un par de años la tarifa en 22,6 Kw-mes, en lugar de 24,3 Kw-mes, recomendado por el CECUSE (Comité de Estudios para la Evaluación del Costo Unitario del Servicio de Electricidad) y aprobado por el Directorio Ejecutivo de entonces.

3. Cogestión y paridad: las principales direcciones ejecutivas de la entidad binacional, Técnica y Financiera, siguen siendo brasileñas; jamás hubo alternancia. La Subestación Margen Derecha, SEMD, sigue estando en terreno binacional, donde mandan los brasileños.

4. El manejo total de los recursos (de Itaipú) en el sistema bancario brasileño es una verdadera pérdida de soberanía. El depósito del 50% del movimiento financiero en los bancos paraguayos, concretamente en el BCP, es una imperiosa necesidad. Esta reclamación como casi todas terminó en el oparei.

5. El manejo del nivel del embalse de acuerdo a la demanda brasileña y otros abusos operacionales certifican el punto 3 sobre la cogestión plena.

6. La terminación de las obras faltantes y asentadas en el Tratado, especialmente la exclusa de navegación, vital para un país mediterráneo como el nuestro. Aquí no rige la frase predilecta de nuestro socio “pacta sunt servanda”.

Por último, como las auditorías externas no revisan las cuestiones de potencia contratada, energía disponible y excedentes, tenemos certeza de que la renta energética seguirá creciendo para el Brasil; mientras, nuestra Cancillería y los negociadores paraguayos seguirán publicando las migajas recibidas como grandes “obras sociales” y los sindicatos anestesiados. Mientras el peso político del Viceministerio de Minas y Energías, así como de la “propietaria” de las binacionales, la ANDE, sea nulo, seguiremos como observadores famélicos ante los banquetes unilaterales llamados Itaipú y Yacyretá.

Supuesto

... La gran injusticia en un negocio emprendido por dos supuestos socios paritarios en derecho, pero asimétricos en su desarrollo ...

(*) Vicepresidente de la Sociedad de Ingenieros Liberales del Paraguay, SILP.


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