Cargando...
Algunos se preguntarán ¿por qué hablar solo de estas instituciones? La razón es muy simple: las crisis también están asociadas a las gestiones de las principales empresas del sector y en nuestro país son estas tres citadas, otras instituciones del área energética son meras reparticiones estatales, sin representación e infraestructura adecuada para un rol preponderante.
Comenzamos hablando de la ANDE con dos cuestionamientos simples: ¿Qué querría el país para esta institución? o más específicamente, ¿qué esperan sus usuarios de la misma? “Queremos que esta empresa sea fuerte, solvente y eficiente, podría ser una unánime afirmación para la primera pregunta, y un número menor podría agregar –respondiendo a la segunda pregunta– esperamos que la misma se desenvuelva en un “régimen” tal que pueda ser previsible, pueda diversificar su producción y pueda ofrecer mayor seguridad y ventajas a sus consumidores.
Bien, si ambas respuestas son de la mayoría, entonces se debe pensar en una ANDE cada vez más empresa y cada vez menos repartición estatal. Lo cual significa que debe dejar de ser el “monumento” actual para pasar a desenvolverse con criterios empresariales modernos y eficientes. En otras palabras, la ANDE debe ser una empresa administrada con criterios de calidad en el servicio, más libertad para aplicar conceptos gerenciales moderno y estar definitivamente libre de la vieja práctica vigente –ser considerada botín político del partido en el poder–.
La gestión de la ANDE dentro de una crisis posible
La ANDE opera hoy en un mercado monopolista de servicios de primera necesidad, caracterizado por su estabilidad y constante crecimiento, por lo que le presenta factores de riesgo comercial limitados. Más bien, el riesgo se traslada al inversionista o usuario privado quien debe planificar su actividad en el tiempo dentro de una tasa de crecimiento apropiado y con un componente adicional hoy, el riesgo de a mediano plazo encontrarse con la falta de energía para su expansión.
Mantener esta reserva exclusiva del mercado paraguayo para la ANDE merece un profundo análisis, posiblemente le resulte más conveniente al Estado dueño, ante el peligro de crisis, delegar parte de sus funciones, como por ejemplo: dejar, o compartir, el área de generación con la actividad privada; controlar los sistemas de transmisión y distribución, y establecer paulatinamente la competencia en el área de comercialización.
En otras palabras, dentro de un estado de “crisis posible”, el país podría analizar el establecimiento de criterios de competencia para incentivar la inversión en el sector. Pieza clave en eso es la desintegración vertical de la empresa energética del Estado para el establecimiento de un mercado de generación, calificado como de interés general y definido como una actividad productiva libre a la iniciativa privada. Ya la transmisión y distribución, como monopolios naturales podrían permanecer con el Estado, siendo, además, una forma de asegurar el libre acceso a todos los consumidores y comercializadores. Finalmente, la comercialización necesita un capítulo aparte por los múltiples factores envueltos en el establecimiento de una paulatina competencia en este segmento de negocio.
Podríamos extender bastante el diálogo sobre la ANDE, pero concluimos puntualizando uno de los graves problemas en la gestión actual: las interferencias en las decisiones empresariales por acciones políticas. Es imposible planificar, fijar metas, programar inversiones y ejecutar acciones si reiteradamente se les imponen directivas que alteran las decisiones empresariales. Y si a esto le agregamos la falta de méritos para los nombramientos de sus autoridades, resulta fácil ver que ella es una de las responsables por la falta de la visión futura para el sector energético.
Las binacionales: Itaipú y Yacyretá
¿Es correcto mencionar a las fuentes generadoras dentro de un tratamiento de causas posibles de la crisis? En nuestra visión sí, por un lado, porque también son grandes generadoras de recursos, y por otro, porque nuevas grandes obras en el sector energético deben involucrar la participación de ambos países socios.
En esta entrega no vamos a repetir los diversos problemas enfrentados por el país con sus socios en las binacionales; a los lectores interesados le sugerimos hacer una investigación en las publicaciones de Economía o, en el Suplemento Económico de este periódico, que con seguridad encontrarán puntualmente todos los datos de su interés. Inclusive podrán encontrar los mínimos detalles del problema que este Gobierno encargó a consultores extranjeros y verán que solo repiten, con frases diferentes, lo mismo que años atrás ya los paraguayos venimos mencionando sobre la deuda de Itaipú y Yacyretá.
En esta entrega, queremos referirnos puntualmente al acontecimiento que se aproxima en ambas binacionales: la renegociación del Anexo C de los Tratados. Justificamos este enfoque, porque estamos convencidos de que estas negociaciones pueden ser claves para ayudar a evitar el futuro poco alentador que se vislumbra para el sector energético paraguayo.
Al respecto ¿cómo estamos hoy? Tenemos entendido que el Gobierno actual conformó una comisión encargada de la elaboración de estrategias de negociación y también, a través de publicaciones periodísticas, tomamos conocimiento de la conclusión de los trabajos. Conclusiones que por cierto están guardadas como secretos de Estado.
Pero ¿por qué tanto secreto si somos extremadamente previsibles? No es difícil presumir que ellas incluyen como puntos principales: la modificación del Tratado, la cogestión plena, la libre disponibilidad de la energía, la venta a precio de mercado, el tratamiento de la deuda, y quizás algo más que ya se viene discutiendo por décadas y sin éxito.
Con respecto a estos puntos, creo que todos son temas importantes, pero también estoy convencido de que todos ellos perturbaron por décadas la visión futura del sector, y lo que fue, o es más preocupante, que se lo formulan dentro de un ambiente de negocio e infraestructura, en el que el país no está mínimamente preparado para llevarlos adelante sin arriesgarse a un descalabro económico.
Entonces ¿el Paraguay está destinado a continuar por más décadas sin obtener los beneficios asociados a esta riqueza que dispone? Definitivamente no, y la posibilidad de mudanzas está en la redefinición de lo establecido en el Anexo C, pero para ello debe formular propuestas innovadoras, en las que los beneficiados sean ambos socios y no solo nuestro país –como se deduce de supuestas propuestas arriba citadas–.
¿Cuáles serían estás propuestas? Sin entrar en detalles, deberían iniciar sobre la base que los beneficiados con las modificaciones del Anexo C deben ser ambos países, pactado este punto se puede detallar y acordar sobre manejo óptimo del embalse, regímenes de operación, mercado de atención, construcción y utilización de infraestructuras disponibles, y la distribución igualitaria de todas las ventajas que el complejo mercado energético abre hoy en la comercialización de su producto.
Concluimos este breve tratamiento sobre las binacionales haciendo referencia a los recursos humanos en su gestión. Salvo escasas excepciones, la conducción de las entidades también fueron y son botines de los partidos del poder, y por ello nos tienen acostumbrados a nombramientos de autoridades realizadas con base en criterios desconocidos. Esta última afirmación deriva de la falta de una explicación coherente en nombrar como director paraguayo de una binacional a personas que comparan al embalse de una central con una “palangana”, cuyo conocimiento sobre el agua pareciera restringirse a su consumo por los seres humanos.
Conclusión de esta tercera entrega
El país necesita de cambios radicales en el sector energético, las tres instituciones mencionadas en esta entrega son también responsables de la crisis que se aproxima, pero quizás la culpabilidad mayor recaiga sobre las autoridades del país, quienes hasta hoy no supieron dar una institución rectora acorde a su importancia.
Nos duele decirlo, pero la ANDE sobrevive de migajas y mientras sigamos aceptándolas no tenemos autoridad moral para exigir nada a nuestros socios de las binacionales y mucho menos tener la posibilidad de atraer inversiones que el país tanto necesita para construir más fuentes generadoras.
Es necesario también dejar la administración de las binacionales a profesionales preparados y con conocimiento del sector.
El daño que causó esta falta de preparación tiene una gran participación en la crisis que se aproxima. En las binacionales se pasaron gobierno tras gobierno discutiendo temas de especialistas con gente no preparada y los resultados todos conocen.
En nuestra cuarta y última entrega haremos referencia a lo que visualizamos como un camino para minimizar o evitar la crisis que es el norte de nuestras publicaciones.
¿Qué?
¿El Paraguay está destinado a continuar por más décadas sin obtener los beneficios asociados a esta riqueza que dispone?
Botín
ANDE debe ser una empresa administrada con criterios de calidad libre de la vieja práctica de ser un botín político del partido en el poder.
También
Salvo escasas excepciones, la conducción de las binacionales también fueron y son botines de los partidos del poder.
(*) Exdirector de la Entidad Binacional Yacyretá