Riesgo financiero en la macroeconomía del Estado (1)

Este análisis es un enfoque diferente al tradicionalismo académico o burocrático. Que trata la macro y microeconomía y la función reguladora del mercado por el Estado, suponiendo que el mismo no debe ser parte de la crisis ni integra la macroeconomía global. Esta es la cuestión de alto riesgo, que desde las economías industrializadas se proyecta sobre países como Paraguay, que preferimos denominar de “economía estancada”. Nuestra ya larga experiencia de vivir las demandas, sin respuestas de nuestra realidad. Veamos algunas cuestiones claves:

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Países diferentes deben tener políticas diferentes

En los países desarrollados con fuerte demanda interna, el fantasma de la inflación oculta el problema más grave de la recesión (desempleo). Sin embargo, la inflación se resuelve restringiendo el crédito y aumentando el desempleo.

Es una crisis cíclica hoy generalizada en el mercado global. Objetivamente, eso es cierto, lo que no resulta prudente aplicarla en economías demoradas, como la nuestra. La macroeconomía, sea del mercado o del Estado, requiere estabilidad y enfrenta el riesgo financiero con la recesión. O sea que la estabilidad se logra aumentando el desempleo, la pobreza. Pero, cuando se pierde estabilidad se la recupera con un mal mayor, la desocupación. Así funciona el sistema.

La pregunta: en un país como Paraguay, demorado en su economía, con una población que sufre el mal crónico de un desempleo estructural, se le puede aplicar la fórmula de los países altamente desarrollados.

Indudablemente que NO. Hacerlo, sería el absurdo de resolver nuestro atraso aplicando políticas de países que hace décadas resolvieron su estancamiento por atraso. El llamado Primer Mundo “resuelve” sus crisis aplicando esa fórmula. Aplicarla aquí, resulta un total absurdo económico. La realidad es la que debe imponer la naturaleza de sus soluciones. Lamentablemente, eso no ocurre, seguimos creando una “realidad” artificial, para seguir las normas del mercado, que hoy no es otra cosa que una crisis global institucionalizada, que desplaza al Estado su intervención para impedir que la crisis colapse. Esto no sería objetable para las naciones altamente desarrolladas, sean capitalistas o comunistas; pero sí para resolver las causas de nuestro atraso.

El PIB y la macroeconomía

El Producto Interno Bruto (PIB) es solo una definición referencial del estado de la economía. Si la economía crece en producción, en productividad y en la generación de empleos, su consecuencia será la estabilidad. El PIB es la cantidad de la Macroeconomía, pero nada tiene que ver con la calidad de vida de la población. Se crece para consolidar el poder de tener, que siempre resulta el patrimonio de la minoría de la población. Entonces, son simples cifras numéricas, que no trasladan ningún poder al ser (el pueblo). La distribución de recursos para una vida digna no es tema del PIB, ni de la macroeconomía. Un concepto simple del PIB lo define como el total de ingresos y gastos en un periodo de un año. Y la macroeconomía, es la suma de volumen económico-financiero que se mueve en el mercado, también anualmente.

El riesgo de la macroeconomía estatal

Si el Estado no cubre sus gastos genuinos con ingresos fiscales y debe recurrir al endeudamiento externo (préstamos) e internos (bonos) y se mantiene el país en una situación de atraso, debemos advertir que percibimos un ALTO RIESGO FINANCIERO DEL ESTADO, de morosidad en el pago de las deudas contraídas. No olvidar que hay una fuerte presión de los organismos financieros multinacionales de otorgar préstamos. Todo está garantizado por una supuesta solvencia de las Reservas Internacionales del BCP. Decimos “supuestas”, no porque no existan, sino porque están colocadas a muy baja tasa, en el mercado externo (Suiza, lo más seguro hasta hoy).

Este riesgo no debe seguir siendo una política constante del Estado. Sí debe impulsarse el crecimiento económico interno con rentabilidad social, superar el atraso y constituirnos en una economía moderna, eficiente y de pleno empleo. La fórmula que se puede impulsar es la transformación de la economía exportadora, sin valor agregado, en una sociedad agroindustrial, que nos permita exportar productos acabados de nuestras materias primas tradicionales. No olvidar que tenemos un mercado interno pequeño y debemos posesionarnos en el mercado mundial en el área de alimentos.

La cooperativa agro-industrial debe ser uno de los modelos más factibles a desarrollar, siguiendo la exitosa experiencia de los actuales polos de desarrollo cooperativo en este campo. Nada hay que imitar, simplemente ampliar lo que ya tenemos como la más valiosa experiencia en el país. Salir del riesgo y avanzar hacia la seguridad y estabilidad, es lo que el país puede y debe hacer.

Crecimiento hacia adentro

El tema financiero es el presupuesto principal de una economía sin crisis. El actual sistema financiero de la banca pública, que debe ser de fomento, está atrapado por Basilea y las resoluciones del BCP, que dan a la banca pública el mismo tratamiento de la banca privada. Esto impide que el crédito financie miles de pequeños programas de trabajo para producir bienes y servicios en todo el país, incluyendo los programas para nuestras etnias originarias. Lamentablemente, el actual sistema excluye el financiamiento con la garantía exclusiva y cruzada de los trabajadores, a nivel urbano, rural y suburbano. Además, hay que financiar a corto, mediano y largo plazo los programas de transformación de la sociedad campesina en una sociedad moderna agro-industrial.

(*) Economista, abogado, con doctorados

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