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Hablamos de una “curva de la muerte” que demuestra el colapso de la Cajubi en el 2026. Esta información fue proporcionada por el más alto nivel directivo en una entrevista de seis horas que tuvimos en el club área 1, a fines de mayo del 2016.
Hemos dirigido nuestra preocupación, escrita, telefónica y personal, a directores y consejeros de la Itaipú. ¿Qué más podemos hacer para precautelar los intereses de nuestro futuro jubilatorio? ¿Qué más pueden hacer dos hombres que trabajaron, a solas y hasta presionados, ante un sistema que se desentiende y ningunea esta preocupación? ¿Qué podemos hacer en un país donde la justicia solo se mueve con las denuncias periodísticas de primera plana?
Solo para recordar a los lectores, a modo de resumen, enumeraremos en forma cronológica los hechos que nos preocupan:
1. Diferencia Cambiaria: la contabilidad de la Cajubi está asentada en guaraníes. Existe un peligro latente en las inversiones realizadas en moneda norteamericana. Cuando baja no hay problemas. ¡Qué pasaría si el dólar trepa a 7.400, como ya ocurrió en el 2002?
2. Inversiones en el extranjero: nuestros mayores perjuicios financieros ocurrieron en las remesas a paraísos fiscales, debido a brokers cazadores-recolectores y directivos inescrupulosos.
3. Inversiones nacionales: existe un abanico inmenso de inversiones rentables y seguras que pueden realizarse en nuestro país, generando empleos, dignidad y desarrollo. Una de ellas es la reforestación con fines energéticos. Más del 50% de nuestra matriz energética todavía utiliza leña, carbón y otras biomasas. Otra es la construcción de rutas y el cobro de peajes utilizando la Ley de Alianza publico-privada.
4. La Cajubi, al igual que el IPS tiene una proporción injusta en el consejo de administración: la Itaipú aún designa a la mayoría, mientras que los trabajadores activos (aportantes) y los jubilados (objeto final) siguen siendo minoría. Sumado a esto, en nuestro país no rigen las políticas de Estado, sino las de gobierno, que desgraciadamente siempre están politizadas.
5. El objetivo supremo de estas tres series, que en suma entregaron 15 artículos. Es el desfasaje actuarial de US$ 925 millones, asentado en el balance oficial de Itaipú en diciembre de 2014. Derivado de esto alertamos que todo desfasaje, pérdidas y malos manejos de la Cajubi y la Fibra (caja brasileña) son resarcidas por la Itaipú Binacional, hecho que encarece el costo de la energía.
6. Como el 90% de la energía todavía va al Brasil y como ellos son los que pagan este costo, es natural que haya una animadversión por parte de nuestros socios para seguir financiando nuestra pusilanimidad. La Cajubi dará ganancias reales cuando su capital operativo sea invertido en la conversión industrial, construcción de pequeñas centrales hidroeléctricas, reforestación y otras actividades que generan rentabilidad por encima de sus necesidades actuariales.
7. No debe existir un terror desesperante ante el proyecto de la Superintendencia de Cajas Jubilatorias. Solo deben temer aquellos tahúres y prestidigitadores con lo ajeno, quienes se verán impedidos de “ordeñar” la escuálida vaca pública y privada. Se debe cuidar siempre la proporcionalidad de los representantes, la autonomía y libertad de decisión, pero no se debe temer a la fiscalización y al control.
8. Debemos enfatizar, por una vez más, que los implicados y hoy condenados por el affaire “Cajubi, el robo del siglo” están por sus responsabilidades en firmar actas de remesas de capital al extranjero. Entonces cabe preguntar: ¿por qué no están todos los responsables que firmaron actas, cheques, pareceres contables y jurídicos?
9. ¿Quién es el verdadero cerebro del “robo del siglo”, dónde están y cuánto y dónde está el dinero robado?
10. Por último; esperamos que la Fiscalía de Delitos Económicos nos convoque para coadyuvar en la atenuación de este perjuicio social. A la Itaipú ya lo hemos alertado formalmente. Los sindicatos de Itaipú están muertos, algunos moribundos, mientras que otros descoloridos y totalmente apocados y el Consejo de la Cajubi cree que todavía es un error denunciar, en lugar de investigar y corregir su rumbo.
A pesar de la burla y la indiferencia de muchos, solo nos resta pedir al Altísimo que nuestra vejez sea honorable y digna. De cualquier manera moriremos, lo ideal es que no sea de quebranto.
Blas Fernando Cañete (*) Exsecretario general del Sticcap, jubilado de IB.
Luis María Fleitas Vega (**) Exsuperintendente de Energías Renovables de IB, empleado activo.