Plan anticíclico, una propuesta perjudicial

Una de las ideas más originales del intervencionismo estatal en la economía consiste en incentivar la inversión mediante el gasto para de este modo incentivar la demanda. Esta propuesta considera que cuando el sector privado resulta incapaz de movilizar el ahorro y la inversión en los mercados, entonces lo debe hacer el Estado. Se fundamenta esta idea en lo que se denominan “ciclos económicos”, entendiéndose esto como las oscilaciones en las que una fase de expansión económica va seguida de otra de contracción.

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En un primer momento parecería acertada esta propuesta. Más aun si se ha hecho creer a demasiada gente y por muchos años que el sector privado solo busca ganancias y que cuando los empresarios no tienen este incentivo, entonces la economía entra en contracción, produciéndose la crisis. Además, los promotores del intervencionismo estatal fueron muy astutos en insistir que únicamente los gobiernos son capaces de terminar con las crisis, diciendo que lo importante es dar solución a las necesidades más urgentes de la gente en lugar del mero deseo de ganancias empresariales del sector privado.

De esta manera, en muchas universidades y en los partidos políticos ha quedado como un hecho cierto que como la iniciativa empresarial solo busca el lucro y la ganancia de sus propietarios, son los políticos y burócratas los que realmente piensan y se dedican a los problemas que tiene la gente.

Esta idea, por supuesto, permitió que muchos gobernantes creyeran que los gobiernos son el alma y timón de la economía.

La historia registra esta evidencia. Todos los regímenes autoritarios y populistas lo han puesto en práctica. Mussolini decía “todo dentro del Estado, nada fuera del Estado”. Hitler sostenía la sumisión del individuo al Tercer Reich. Lo mismo ocurre hoy en Latinoamérica con Fidel Castro en Cuba y Hugo Chávez en Venezuela. Todos estos gobiernos son de tendencia totalitaria. Consideran que el ser humano es una máquina a quien se le debe decir qué hacer, dónde trabajar, qué comprar, vender e invertir, en suma, que no tenga iniciativa propia y empresarial afectándoles en sus derechos de propiedad.

Así nacieron las empresas estatales y los monopolios que con sus elefantes blancos de la corrupción siguen devorando el bolsillo de la gente con malos servicios, desinversión y sin rendición de cuentas. Dicen que el mercado es imperfecto, como si existiera algo perfecto en este mundo. Detestan al mercado porque si la gente puede elegir por sí misma, entonces ya no se las podrá mandar según los caprichos de gobernante de turno.

De esto el Paraguay conoce muy bien y no se ha hecho nada al respecto. No en vano, el gobierno actual no hizo ninguna reforma sustancial en la economía. Por el contrario, se ha mantenido la estructura estatal intacta y se insiste en perjudicar a los productores y dueños de propiedades con invasiones, hasta ponerles dificultades a la inversión relacionadas hasta a la biotecnología, transgénicos, etc.

Ahora desean utilizar las reservas internacionales para movilizar la producción y el consumo. En esto consiste el pan anticíclico que presentó el jefe de Gabinete Civil, Miguel López Perito. Si la economía está en crisis, hay que intervenir. La iniciativa empresarial fracasó, el Estado debe hacerse cargo de las necesidades de la gente.

Esta propuesta, sin embargo, no es más que un viejo engaño que conllevará terribles efectos perjudiciales.
El uso de las reservas internacionales y la emisión de bonos no paliarán la crisis existente. Por el contrario, se convertirán en un azote para la sociedad con la profundización todavía más de los problemas de empleo, del crédito y la estabilidad del dinero, provocando un efecto inflacionario nunca visto en el país.

La colocación de las reservas internacionales en el mercado que pretende López Perito significará un aumento considerable de monedas y billetes sin correspondencia alguna con el ahorro interno y la riqueza generada. En una primera fase, es cierto, se incrementará el consumo y hasta bajarán las tasas de interés; pero en el mediano plazo, como habrá más monedas y billetes que productos en la economía, entonces los precios empezarán a subir. Así irán subiendo los precios del pan, la galleta, azúcar, carne, electricidad, agua, de las frutas y hortalizas, así como de los combustibles y de los pasajes. Lo que hoy sale 100, mañana será 500, una galopante inflación.

La mayor oferta de dinero impactará sobre los precios debido a que el valor de nuestra moneda, el guaraní, empezará su sufrir los efectos de su desvalorización. De este modo, el proceso de descomposición de la moneda traerá aparejada una nueva crisis que, esta vez, será todavía mucho más grave de la que se tenía al comienzo.

La tragedia de esta situación está en que muchos dirán que se necesitará todavía más intervención estatal dado que no ha sido suficiente. En su intento por terminar con el ciclo de contracción económica que tenemos, el plan del señor López Perito no solo permitirá a los políticos y grupos de presión incrementar sus influencias aprobando cada vez más fondos públicos en un presupuesto que, de hecho, ya no tiene cómo costearse.

Se origina así un círculo vicioso que predispone a nuevas intervenciones. Como se cree que la solución a la crisis está en la intervención estatal, no sería raro que hasta algunos se les ocurra realizar algunas “adendas” al plan anti cíclico: congelar los depósitos en dólares (efecto corralito-argentino), aprobar más déficits fiscales hasta posteriormente devaluar el guaraní. Un verdadero círculo vicioso.

500. Lo que hoy sale 100 mañana puede costar 500 por efecto de una galopante inflación que sería la consecuencia de más gastos.

Adenda. No sería raro que hasta a algunos se les ocurra realizar “adendas” al plan anticíclico, como congelar los depósitos en dólares.

(*) Decano de Currículum- UniNorte. Autor de los libros Gobierno, justicia y libre mercado y Cartas sobre el liberalismo.

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