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Dependerá del rol operativo o ejecutivo que le corresponde a cada persona el espacio de influencia que abarca con su actitud, pues hay que reconocer que a veces incluso el jefe principal puede estar irradiando un estilo negativo de liderazgo a su entorno, así en lugar de crear un ambiente de motivación perjudica a la productividad empresarial.
¿Cómo reconocer al tóxico?
Usualmente todos hablan de esa persona, pero es exactamente con quien nadie quiere estar, pues en su presencia todo resulta una molestia, hasta una tarea de rutina puede convertirse en una pesada carga y dar espacio al estrés laboral.
Todos necesitamos sentirnos y sabernos valorados por los demás, en especial cuando viene de parte de una persona que reviste autoridad como un jefe, un profesor o los padres. Por ello, comentarios negativos hacia el trabajo realizado, o la falta de reconocimiento con las tareas bien concluidas, pueden ser suficientes para desmotivar a un colaborador.
Pero también puede suceder a la inversa, por más que el líder del equipo intente por todos los medios crear el ambiente ideal para trabajar, una persona negativa puede ser como un ancla que ataja a todo el enorme esfuerzo del equipo entero. Esto también hay que poder reconocer, pues no está bajo la responsabilidad del gerente motivar a los demás, la motivación es individual e inherente a cada uno, nadie puede motivar ni cambiar al otro.
Hay personas que se quejan de todo, nada le gusta ni le convence, nada es lo suficientemente bueno, todo lo que conoce o ha escuchado de otras empresas es lo ideal o es mejor. Este es un síntoma claro de quien padece del tóxico virus de mala actitud e incapacidad de cambio.
Otra característica fácilmente reconocible es la ironía que utilizan los tóxicos, como herramienta para responder a cualquier pedido que pueda implicar un cambio de sistema o un reporte distinto, pues no está de acuerdo con aportar un esfuerzo adicional para incorporar mejoras a la eficiencia en la gestión.
Sin embargo, una fácil forma de encontrar a quien no está dispuesto a modificar su contagiosa negatividad, es identificar a quien siempre es víctima de las circunstancias o de los demás, como el niño que echa la culpa al perro por comerse la tarea, hay personas adultas en las empresas que siempre encuentran a otro como culpable del motivo por el cual no ha podido llegar a las metas.
Hay gerentes que se excusan en el mercado, en la competencia o en variaciones del entorno. También están aquellos que para alcanzar las metas de ventas tienen siempre como método el bajar los precios, incluso contra la sustentabilidad de la empresa.
Así, quienes son víctimas de todo, no pueden mirarse al espejo para encontrar al responsable, pues se concentran en buscar culpables externos. Se requiere de valentía y coraje para reconocer que la eficiencia en la mejora de la productividad obedece a factores internos, pues de hacerlo el siguiente paso sería realizar las tareas para lograr los resultados y no esperar a que otros cambien para poder alcanzar los objetivos.
Generalmente una característica de las personas tóxicas es la envidia y los celos, como si el logro de los demás les diera menos posibilidad de alcanzar a ellos mismos sus metas. Hay gente que se dedica a mostrar “los trapos sucios” de los demás, quizás para que los propios no parecieran tan malos. Por supuesto que usualmente la hipocresía forma parte del maquillaje que viste a estas personas como piel natural, así que hay que tener cuidado de los zalameros que adulan a la misma persona a quien critican y apuñalan a sus espaldas.
Las personas tóxicas también pueden encontrarse en ese compañero que nada hace para avanzar y que le encuentra problemas a todo y a todos. Está centrado en sus problemas y no intenta visualizar soluciones, todas las propuestas reciben una respuesta negativa o se tropiezan con nuevos inconvenientes que surgen de manera espontánea periódicamente.
Soberbia y humildad
Abandonar la soberbia no es sencillo, requiere reconocer limitaciones para valorar las habilidades que tienen los demás y que nos complementan; pero por sobre todo implica aceptar que las fortalezas propias traen la responsabilidad de actuar en consecuencia para cumplir las expectativas y alcanzar los objetivos trazados de manera a permitir la posibilidad de una mejora continua.
Cuando una persona se enfoca en construir positivamente las relaciones laborales, entonces cuida sus palabras y sus acciones respetando honestamente a los demás. Cuidar lo que se promete y cumplir lo prometido, pareciera ser complicado de practicarlo de manera permanente. Se necesita de concentración en pensamientos positivos que guíen las decisiones. Sin duda esto parece muy fácil de decir pero definitivamente es difícil de aplicar, hay que tomar la determinación de hacerlo de manera consciente y constante.
El buscar el lado positivo ante los hechos que nos rodean, demanda de un esfuerzo adicional y el encontrar una mirada amable cuando escuchamos e interactuamos con las otras personas, también requiere de buena voluntad y de no pensar que el otro debe cambiar para convertirse en quien nosotros queremos que sea, sino en actuar de manera diferente nosotros mismos para entonces desarrollar relaciones distintas.
Las empresas no existen por sí solas, no es el capital ni la tecnología los que producen riqueza, son las personas que interactúan y generan valor, pero cada uno de nosotros es valioso y es la suma de nuestras capacidades humanas las que permiten la sinergia necesaria para construir el camino hacia la eficiencia productiva.
Reconocer a las personas tóxicas puede ayudar a una organización a tomar las medidas necesarias para evitar un mal clima laboral, pero mucho más importante sucede cuando cada persona busca dentro de sus propias actitudes aquellas que resultan tóxicas para los demás y se propone cambiarlas para enfocarse en fortalecer relaciones sustentables. Sigamos hablando de dinero, así aprendemos a manejarlo mejor.
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