Percepción, conciencia y educación

La vida nos presenta situaciones no siempre favorables, que debemos atravesar y cada persona reacciona ante las circunstancias de una manera distinta, pues las comprendemos de manera diferente e incluso hacemos cosas que podrían ser interpretadas como decisiones buenas por unos y malas por otros. Esto nos puede ocasionar graves inconvenientes en nuestras relaciones laborales, profesionales e incluso familiares; sin embargo, independientemente a las consecuencias de dichas acciones, podrían ser puntos de vista igual de válidos, pues dependen del cristal con que se mire. Lo que nos condiciona no son los hechos, sino la forma en la que interpretamos esos hechos.

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El mismo mundo, visiones distintas

Es muy común que en las empresas algunos jefes no logren los resultados esperados con todos los integrantes de su equipo de trabajo, argumentando que no tienen sentido común al momento de tomar decisiones. Quizás por ello se diga que el sentido común no es el más común de los sentidos, siendo que usualmente esperamos que los demás piensen, sientan, decidan y actúen como nosotros lo hubiéramos hecho.

En su libro “The Never Ending Quest” (La misión que nunca termina) el Dr. Clare W. Graves expresa que existen ocho estados de conciencia, los cuales permiten entender la visión del mundo que tienen las personas.

Señala que los niveles de conciencia no son estados fijos, podemos entrar y salir de ellos de acuerdo a las circunstancias que estemos viviendo en cada momento. Esta clasificación la podemos observar en el Cuadro N° 1.

Conocer esta clasificación me ha ayudado a comprender que cada quien puede decidir y actuar según su propio criterio, el cual depende de su nivel de conciencia, que se encuentra compuesto del conocimiento y la experiencia que ha ido acumulando una persona a lo largo de su vida.

La consciencia, del latín “ser conscientes”, puede definirse como el conocimiento que una persona tiene sobre sí mismo, de sus actos y reflexiones, además de su capacidad de verse y reconocerse a sí mismo, así como juzgar con base en esa visión y reconocimiento.

Entonces, si tenés un registro de conducir puedo asumir que tenés conocimientos sobre manejo y leyes de tránsito, por lo tanto sos consciente de que manejar habiendo bebido alcohol es peligroso y representa un acto criminal penado por la ley; además al vivir en sociedad y estar leyendo este artículo puedo suponer que tenés acceso suficiente a información que evidencia casi diariamente las tragedias que se originan por la irresponsabilidad de conductores ebrios.

Con este ejemplo podemos observar que el conocimiento genera conciencia y al hacerlo aumenta la responsabilidad sobre tus actos y sus consecuencias. Ahora bien, considero que hay otros aspectos que influyen en el pensamiento de las personas y por lo tanto en sus decisiones impactando de esa manera en sus acciones.

Más educación y también más amor

Tomando como base las clasificaciones que nos propone el Dr. Graves, me permito compartir contigo mi opinión sobre la importancia de tener en cuenta, además de los estados de conciencia, la percepción y la educación como factores que influyen en nuestro actuar e impactan de manera determinante en la forma en la que juzgamos lo que acontece y marca nuestras relaciones.

Resulta que en las empresas se contratan a las personas con base en la comprobación de sus estudios y experiencia laboral, pero luego será su comportamiento asertivo, su empatía, su capacidad de trabajar en equipo y de adaptarse a los cambios lo que les permitirán consolidarse en el rol que les corresponda desarrollar e incluso les dará posibilidad de crecer laboralmente.

Esto me permite afirmar que solo “saber” no es suficiente, pues una persona puede aumentar su nivel de conciencia a medida que más conoce (educación formal), aprende valores morales que le permiten diferenciar conductas buenas y malas, crece sintiéndose amada y parte de una familia, desarrollando una ética que le impide quedar pasiva ante situaciones que afectan negativamente a su entorno.

Imaginate una cebolla cuyo núcleo sea una pequeña base de conocimiento (instintivo quizás) y emociones, así a medida que agregamos contenido de razonamiento, de valores morales y éticos, de amor, de cuidado, de experiencias (incluso las malas dejan aprendizaje) entonces nos vamos generando las nuevas capas de la cebolla, siendo que cada una contiene a la otra.

Al comparar el desarrollo integral de una persona con una cebolla, encontramos que todos somos distintos, y estamos siendo modificados constantemente por la vida misma, las capas se van colocando desde que nacemos y nos condicionan factores como la edad, situación social y económica, valores y creencias familiares, cuidado y estímulo en el núcleo familiar y muchos otros factores que influyen para que pensemos, decidamos y accionemos de una u otra manera.

Lo interesante de esta mirada radica en que nos muestra que juzgar el actuar de una persona sin percatarnos en qué nivel de conciencia se encuentra puede resultar muy injusto. A quien esté con inseguridad alimentaria (no le alcanza el dinero para estar seguro de que podrá comer hoy) es inviable que le preocupe la paz mundial o el acuerdo comercial firmado entre el Gobierno con otro país y mucho menos la calificación de riesgo país para llegar a un grado de inversión apto.

Ahora bien, esa persona está en esa situación socioeconómica probablemente a causa de que no ha tenido oportunidades de adquirir conocimiento (educación, adiestramiento) y por lo tanto no tiene la capacidad de desarrollar habilidades que le permitan ascender en su nivel de conciencia además, muy probablemente, esté repitiendo el ciclo de pobreza en el cual han estado sus propios padres.

Entonces, esa persona tira basura en la calle esperando que se la lleve el raudal, sin tener suficiente capacidad de comprender que esa basura se juntará con muchas otras que taparán los canales de desagüe, aumentará el cauce de los arroyos y originará un caos en la ciudad que será un peligro mortal para muchos. Esa persona simplemente no tiene ninguna posibilidad de saber que es directamente cómplice culpable de esa situación, por lo tanto no puede ser responsable ante la misma y sus consecuencias.

Para que una persona pueda desarrollar sus niveles de conciencia debe inevitablemente pasar 4 (cuatro) etapas en todas las áreas de su vida, Etapa I - ignorante inconsciente, no sabe que no sabe; Etapa II - ignorante consciente, sabe que no sabe; Etapa III - conocimiento consciente, aprende lo que no sabía; y Etapa IV - conocimiento inconsciente, toma decisiones y actúa de manera automática con ese conocimiento adquirido (caminar o manejar son ejemplos útiles). Es conveniente que tengas estos aspectos en cuenta al momento de definir a quienes darás explicaciones o con qué vara estás juzgando a los demás, pues al fin y al cabo cada persona entiende al mundo desde su propio nivel de percepción, de conciencia y de educación.

En este año que se inicia, no dejes de ocuparte en desarrollar las siguientes “capas de tu cebolla”, pero no te olvides de que cuanto más capas tengas, habrá más personas que no logren entender tu punto de vista, pero vos sí podrás comprender el de ellos y eso aumenta tu responsabilidad de manera directa. Sigamos hablando de dinero, así aprendemos a manejarlo mejor.

Interpretar

Lo que nos condiciona no son los hechos, sino la forma en la que interpretamos esos hechos. Dependen del cristal con que se miren los hechos.

Empatía

Las empresas contratan a la gente con base en estudios, pero luego será el comportamiento asertivo, empatía y trabajo en equipo lo que permitirá consolidarse.

gloria@ayalaperson.com.py

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