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Investigación científica industrial
Tan halagüeños resultados en la producción primaria, liberó algo de tiempo en Riart para analizar otros aspectos de la vida económica nacional. Su objetivo era siempre producir localmente todo lo posible para ahorrar divisas y valernos de nuestras propias fuerzas. Una de las sangrías más fluidas e inevitables tenía que ver con los derivados de petróleo. Increíblemente, la Guerra del Chaco debe ser una de las únicas que, por la movilización cuasi militar y protosocialista de la producción interna terminó con muy pocos nuevos millonarios a consecuencia de la insaciable provisión de un ejército combatiente. Uno de los pocos que con su actividad comercial salió ampliamente favorecido fue Don Manuel Ferreira, representante local de la Royal Dutch Shell Oil Company, proveedor de combustibles.
Ferreira, sin embargo, vendió menos nafta de lo que esperaba porque el Ministerio de Economía pronto se puso a experimentar con agregar alcohol carburante de industria nacional a la nafta importada. Los resultados fueron muy positivos. Todos los aviones de la flota aérea paraguaya tenían un alto porcentaje de alcohol nacional mezclado con la nafta extranjera y jamás experimentaron desperfectos ni contratiempos. Las divisas ahorradas fueron sustanciales y muy importantes para una economía que carecía de crédito internacional. La misma mezcla se utilizó con el transporte terrestre, lo que ilusionó a Riart con la posibilidad de alguna vez pronto tener la totalidad de la producción del carburante como industria nacional.
Fue en ese contexto que afirmó que: “Si los productores nacionales se comprometieran a fabricar el 30% de alcohol etílico computado sobre el total de la nafta importada, tendríamos un sustituto de aquel combustible y el importe deducido de su importación aplicado aquí en instalaciones y maquinarias, o sea bajo la firma de capital nacional”. El país estaba en guerra, pero Riart ya pensaba cómo expandir la industria nacional en un rubro clave como el de la energía.
Pero la guerra eventualmente llegó a su fin y las grandes experiencias sociales y económicas patrocinadas por el ministro de Economía cayeron en saco roto ni bien la situación volvió a la normalidad. Por medio siglo se olvidó de lo que después se denominó la alconafta y parecía una novedosa idea brasileña en 1985. En parte, se debe culpar al hecho de que la universidad paraguaya siempre se comportó más como una fábrica de títulos que como un centro de conocimientos y servicios útiles a la sociedad. Tuvimos que redescubrir como extranjera una idea que en la Guerra del Chaco nos diera tantos ahorros y satisfacciones.
Otro tanto ocurrió con la mixtura ideológica que significó el movimiento que derrocó a Eusebio Ayala en febrero de 1936 y que dijo proponerse traer el sistema socialista al Paraguay. Ni se enteraron que en sus narices, Luis A. Riart había establecido brigadas rurales agrícolas que con mucho mayor violencia y menor resultado propició el comandante Fidel Castro en Cuba en 1969.
Roto
Tras la guerra, grandes experiencias sociales y económicas del ministro de Economía cayeron en saco roto ni bien la situación volvió a la normalidad.
Aviones
Toda la flota aérea paraguaya tenía un alto porcentaje de alcohol nacional mezclado con la nafta extranjera y jamás experimentó desperfecto alguno.
Fuerzas
El objetivo de Riart era siempre producir localmente todo lo posible para ahorrar divisas y valernos de nuestras propias fuerzas.