Paraguay es el país con el mayor nivel de desigualdad de tierras en el mundo

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En las últimas décadas, el sector agrícola fue el principal motor del crecimiento económico de Paraguay. También transformó drásticamente los paisajes naturales y el modelo de desarrollo rural, apunta el reporte “Notas de Políticas 2018” del Banco Mundial (BM), lanzado recientemente.

Explora los diversos puntos de entrada que el Gobierno podría considerar para conciliar el crecimiento del sector agrícola con la sostenibilidad ambiental y social, al tiempo de proponer reformas normativas e institucionales que podrían ayudar a nuestro país a mejorar su modelo de desarrollo rural, promoviendo el crecimiento agrícola y asegurando el uso sostenible del capital natural y la cohesión social.

El informe relata que la agricultura paraguaya presenta una realidad dual. Dos modelos distintos coexisten: la comercial a gran escala: intensiva en capital y tecnología, orientada a la exportación, altamente eficiente y especializada en soja y carne vacuna y la agricultura familiar: diversificada, intensiva en mano de obra, de baja tecnología, dirigida principalmente al autoconsumo, con productividad baja y decreciente. Este modelo dual también impulsó la concentración de la tierra, más del 70% de la tierra productiva está ocupada por el 1% de los establecimientos más grandes, ubicando a Paraguay como el país con el mayor nivel de desigualdad de tierras en el mundo.

Explica que el agrícola representa el sector económico más vibrante de Paraguay. Contribuye al 20% del PIB en 2016, genera dos tercios de las exportaciones totales y emplea 40% de la fuerza laboral total. La tendencia del PIB agrícola ha venido aumentando en términos absolutos, así como en porcentaje del PIB total en las últimas tres décadas. El crecimiento del sector fue impulsado por los productos básicos orientados a la exportación (soja y carne bovina) y provocó la conversión de tierras naturales, lo que ha transformado los paisajes rurales en las últimas décadas. Desde el año 2000, el área de tierra de cultivo de soja se triplicó en la región Oriental del país alcanzando 3 millones de hectáreas, alrededor de 68% del área cultivada total. Durante el mismo período, el tamaño del rebaño de ganado se multiplicó por seis y en la región del Chaco, aproximadamente 3,7 millones de hectáreas de tierras se convirtieron en pasturas.

Principales desafíos 

En las últimas dos décadas, la agricultura paraguaya experimentó una gran transformación que ha sido la columna vertebral del desempeño económico del país. Sin embargo, este éxito enfrenta algunos riesgos que pueden poner en peligro la sostenibilidad a largo plazo del modelo actual.

Rentabilidad y beneficios sociales

El modelo agrícola actual no materializó plenamente su potencial, en términos de rentabilidad económica y beneficios sociales. Añade que el crecimiento asombroso del sector agrícola comercial en el país durante las últimas dos décadas se benefició de inversiones públicas masivas, en particular en la infraestructura de transporte a lo largo de los corredores de soja y carne. A su vez, el sector contribuyó muy poco a los ingresos públicos, debido al trato preferencial que recibe, particularmente en cuanto a los impuestos a la renta y al valor agregado, así como a los gravámenes aduaneros. Al mismo tiempo, las actividades agrícolas se concentraron principalmente en productos básicos intensivos en capital y orientados a la exportación que generan un número limitado de puestos de trabajo. Además, el éxito de la agricultura comercial no tuvo un efecto de goteo para beneficiar también a la agricultura familiar. Los agricultores familiares no han podido adoptar nuevas tecnologías y la productividad de la mayoría de los cultivos en explotaciones familiares se ha estancado (y en algunos casos deteriorado). La producción de algodón, que solía ser el cultivo comercial clave para las explotaciones familiares, disminuyó en más del 90% en los últimos 10 años, dejando a los productores familiares sin una alternativa sólida de cultivo comercial para obtener ingresos sostenidos. El sector público (incluyendo la extensión, infraestructura) no logró apoyar la transición de la agricultura familiar hacia un modelo más productivo y orientado al mercado.

Agrega que el país aún tiene un margen significativo para seguir mejorando el rendimiento de sus dos principales cadenas de valor de productos básicos. Por un lado, los productores de carne no han podido optimizar su estrategia de exportación, ya que apuntan a número limitado de mercados con precios de exportación muy bajos en comparación con otros. Por otro lado, la producción de soja genera muy poco valor agregado en el territorio nacional, dado que se exporta casi exclusivamente como granos crudos. Dice que el modelo agrícola tuvo un alto costo en ecosistemas naturales y la debilidad de la gobernanza de la tierra y de la seguridad de la tenencia de la tierra es fuente de inestabilidad social. Insiste en ajustar el modelo agrícola, aumentar el valor agregado de la agricultura comercial a escala, transformar la agricultura familiar e impulsar una economía forestal dinámica, entre otros puntos.

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