Paraguay ¿corrupto?

El miércoles pasado recibíamos la noticia de que la ONG “Transparencia Internacional” entregaba su índice de corrupción mundial, otorgando a Paraguay el galardón de ser el segundo país más corrupto de Latinoamérica, siendo superado solamente por Venezuela.

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Para empezar debemos comprender que el índice de corrupción es un índice de percepción, que resulta de encuestas y evaluaciones a distintas instituciones y mide la forma en que la corrupción del sector público es percibida en cada país. De la encuesta participan principalmente empresarios tanto nacionales y extranjeros, que de alguna manera hacen negocios en Paraguay y ciudadanía en general, que se ven afectados por los servicios recibidos del sector público. Por lo tanto, la pregunta sería, ¿por qué los paraguayos encuestados tienen una percepción tan deteriorada sobre la imagen del sector público? porque recordemos que el índice nos coloca cerca de Somalia, Afganistán, Haití y Venezuela.

Los otros sí, pero yo no

La corrupción siempre tiene dos vías, no puede haber un funcionario corrupto si no existiera alguien dispuesto a pagar por una “solución”.

El problema mayor surge cuando esto implica un aumento de precio importante para quien no está “en la rosca”, o cuando eso simplemente lo deja fuera del sistema o afecta a su calidad de vida. Por ejemplo, quienes sufren diariamente por el pésimo servicio del transporte público, ¿qué explicación lógica reciben de parte del gobierno de las negociaciones realizadas con los empresarios de ese sector?

Pero me llama la atención el hecho de que usualmente cuando conversamos sobre corrupción con amigos y conocidos, surgen dos posturas bastante diferentes; nadie niega que exista corrupción, sin embargo, mientras algunos afirman: “yo sería incapaz de recibir coima o de entregar dinero bajo la mesa” otros dicen: “pero en este país si no lo haces, pasas de tonto” o el clásico “si vos no lo hacés, va a venir otro a hacerlo (robar)”.

Por otro lado, el nivel de salarios en el sector público en general es llamativo, pues en cargos inferiores, el salario es superior a la media del sector privado para ese tipo de trabajo; sin embargo, en cargos ejecutivos de nivel superior, como ministros y viceministros, e incluso el de presidente de la República, los salarios son bastante inferiores que lo que en el sector privado podría percibir un profesional con ese nivel de responsabilidad.

Algunos justifican la corrupción argumentando que sucede por culpa del salario bajo, lo que cual es inaceptable, pues la ética no debería tener precio, si es una persona calificada y responsable buscaría otro empleo o desarrollaría una profesión independiente, pero no caería en una tan detestable excusa. Y si se tratara de una persona sin capacitación, entonces el salario no sería bajo, sino acorde a la tarea que puede realizar.

Cometer actos fuera del marco legal no puede ser justificado de manera racional, sino más bien parecería la defensa de lo indefendible, más a tono con el refrán “mal de muchos, consuelo de tontos”. Sin embargo, a cualquiera le llama la atención como se complican trámites que deberían ser simples y que podrían hacerse en minutos, sin embargo, tardan semanas y meses, sin ofrecer ningún valor agregado a excepción de justificar cargos y salarios. Estoy segura de que cada lector podrá contarnos las peripecias sufridas para conseguir un documento, obtener una patente, consultar con un médico en un centro de salud público o incluso pagar un impuesto.

La corrupción enquistada en el alma de todas las instituciones públicas, puede ser percibida dentro de estructuras rígidas que se auto protegen a través de sistemas mafiosos de supervivencia y están vigentes en todas las instituciones donde, quien quiera ser honesto en su gestión, probablemente resulte molesto a los demás y pague las consecuencias no siendo ascendido o llevado a un freezer de los varios que existen en cada entidad pública.

Índice de corrupción

A pesar de la dolorosa realidad que mencioné en el párrafo anterior; al leer la lista, me sorprende la posición que tiene Paraguay ante otros países y me pregunto si no será que en general somos víctimas de una sensación térmica superior a la temperatura real. Es decir, sufrimos de baja estima y sobredimensionamos las respuestas negativas. No estoy diciendo que no exista corrupción en Paraguay, eso sería tan disparatado como tapar el sol con un dedo; pero ¿es una medida justa y adecuada la que se refleja en el índice de Transparencia Internacional?, yo no lo creo.

En Paraguay se desarrolla la economía en forma tan independiente al sector político que sorprende; por ejemplo, no conozco otro país que pueda cambiar al Presidente de la República en 24 horas y no ver afectado ningún indicador sensible, no se ha movido la cotización del dólar, los supermercados siguieron tan abarrotados como siempre, en cualquier shopping no se consigue estacionamiento, no hubo fila en los cajeros para retirar dinero… nada, es decir, ni siquiera un movimiento que señale temor o inestabilidad. La máxima molestia del cambio de gobierno pareció ser la suspensión de un partido de fútbol fijado para ese día.

Ahora bien, sea o no el índice publicado reflejo de la realidad, ese informe afecta a la imagen del país y por lo tanto señala que si bien la última década de crecimiento económico ayudó a reducir el nivel de pobreza, no podemos desconocer que seguimos siendo uno de los países con mayor desigualdades del mundo.

La corrupción aumenta las desigualdades y las hace notorias de muchas maneras. La corrupción es responsable de que el Gobierno pueda manejar derechos civiles como favores políticos, por eso se precisa de un “amigo” para la aplicación de justicia, otro efecto diario es la atención excluyente en materia de salud y educación; ni falta señalar la duración de trámites administrativos y la descubrimos hasta en las calles en el cumplimiento de las reglas de tránsito. Estas situaciones debilitan la democracia y encarecen terriblemente el sistema de convivencia en desarrollo sustentable, pues es innegable el incremento de la violencia y el aumento de la criminalidad.

Estas son señales inequívocas de que tenemos mucho trecho que mejorar, pero debemos también aprender a valorar los muchos aspectos positivos que tenemos y la generación actual está haciendo muchos cambios visibles en la calidad de vida de las familias, por lo menos en lo personal, tengo mucha esperanza en que veremos y sentiremos aún más cambios constructivos en la siguiente generación.

En mi opinión, este índice señala crudamente la necesidad imperiosa de reformas profundas de Estado, pero también de responsabilidades ineludibles del sector empresarial y social. Este informe impactará negativamente en la capacidad de atracción de inversiones al país, encarecerá las transacciones comerciales y probablemente afectará las posibilidades de captar inversiones en las emisiones globales de deuda soberana. Sigamos hablando de dinero, porque así aprendemos a manejarlo mejor.

Vías

La corrupción siempre tiene dos vías, no puede haber un funcionario corrupto si no existiera alguien dispuesto a pagar.

Impacto

Informe impactará negativamente en la capacidad de atracción de inversiones al país, encarecerá las transacciones.

Alma

La corrupción enquistada en el alma de todas las instituciones públicas, puede ser percibida dentro de estructuras.

gloria@cadiem.com.py

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