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Hace un tiempo vengo arrastrando una preocupación, la claridad de la comunicación en algunas ideas, números e informaciones energéticas. Sobre el tema de las rebajas tarifarias de la electricidad, propuestas por la Alianza Ganar, al trabajar en el sector energético y concretamente sobre esa propuesta, me resulta casi una obligación generar un poco de luz a los que todavía están en las penumbras.
Todos conocen la diferencia entre un costo económico, un costo financiero y un costo social. Son varias formas de valorar un bien o servicio, desde el punto de vista de la producción. Pero no todo es mensurable con la moneda de papel. Existen algunos bienes intangibles, como la electricidad, que tienen valores adicionales ocultos, por su propia naturaleza.
Un kilovatio (KW) es una potencia que puede generar trabajo o energía, que se mide en kilovatio-hora (KWh), es decir, una potencia usada durante un tiempo determinado. Al convertir esta potencia en energía ocurre varios fenómenos, a saber.
La energía potencial se convierte en energía cinética; es decir, mueve una máquina, un transporte, ilumina un estadio o genera calor para el hogar, una caldera o una panadería. Pocos ven ese efecto multiplicador. ¿Cuántos empleos generan algunos kilovatios usados en una panadería, en una industria metal-mecánica, en un frigorífico, etc.? ¿Cuánto es el valor adicional de ese KWh que estoy “cediendo” al Brasil o la Argentina, en lugar de usar en nuestro desarrollo?
El ingeniero de 60 Hertz te dirá “solo pusimos el agua”; de ahí que la plusvalía que le dará a cada unidad energética obtenida en las binacionales será ínfima, como su propia autovaloración. Un profesional que depende de su afiliación, más que su propia capacidad y dignidad, es probable que minimice su potencial y el de los otros. Ninguneará a su empresa, a su familia, a su entorno y, finalmente, a todo el país. El hombre que se siente apocado y dependiente de sus amos, valora más su seguridad que su propia libertad. Y vean que es un libreto antiguo, pero vigente. El águila que crece en gallinero acaba teniendo hábitos de gallina y con el tiempo olvida de volar y trascender.
La reducción tarifaria de la ANDE se basa en algunos principios básicos de la economía: la compra de energía a mejor precio de Itaipú y Yacyretá, la disminución de las pérdidas técnicas y del robo en el sistema interconectado nacional, el aumento de la eficiencia energética y la venta a precios más altos en las horas pico. Es bueno aclarar que la rebaja tarifaria no es un subsidio, sino una re-distribución de costos.
Un subsidio clásico se tiene cuando se incurre en un gasto que no tendrá retorno económico inmediato, sino social. Ejemplos: los programas Tekopora, Tercera edad, o la propia tarifa social de la ANDE. Sin embargo, la reducción tarifaria es una inversión que tiende a disminuir el robo, el mal hábito del uso, las pérdidas por efecto Joule (calor) en una red antigua y maltrecha; y finalmente, incentiva el uso a industrias electro-intensivas que generarán miles de empleos. Tiene un retorno económico inmediato.
Aunque usted no lo crea, mi estimado lector, el Paraguay aún no tiene independencia y soberanía sobre su propia energía, a 45 años de la firma de los dos tratados binacionales. Es por ello que se torna extremadamente necesaria la creación del Ministerio de Energía y Minas, así como la implementación de otras medidas ineludibles para el buen funcionamiento del sector. Estas permiten agruparse en los siguientes puntos:
1. Contratación del 100% de nuestra energía en las binacionales, lo cual permitirá el uso gradual, pero acelerado, en la industria local o su venta al mercado del socio paritario. Si en un remoto caso, nuestros socios no quieran adquirir a precio justo, se tendrá que venderla a terceros países del Mercosur.
2. Se rechazará el acuerdo Cartes-Macri sobre Yacyretá, por considerarlo lesivo a los intereses nacionales. En el mismo sentido, se rechazará la licitación de la maquinización del Aña Cua y la ampliación de Yacyretá, hasta transparentar todas las cuentas.
3. Considerando que ambos tratados no son vitalicios, se firmarán nuevos entendimientos, o todas las notas reversales que sean necesarias, para lograr la soberanía plena y la venta de nuestros excedentes, incluyendo a terceros países.
4. Todos los avances en Itaipú deberán considerar el Acuerdo Lugo-Lula, del 2009.
5. Se considerará la deuda cero (0) en Itaipú desde el 2008 y en Yacyretá desde el 2014.
6. Transparencia y control pleno por parte de las Contralorías de ambos países. Esto debe estar verdaderamente respaldado por la disponibilidad de todos los documentos en suelo paraguayo.
7. Terminación de las obras faltantes: la esclusa en Itaipú, el ferrocarril en Yacyretá, etc.
8. Compensación o cumplimiento de la gran deuda social de ambas binacionales, especialmente con pueblos indígenas.
9. No ejecutar ninguna otra obra binacional hasta tanto no se aclaren todos estos puntos. ¡Nunca más entreguismo y claudicación!
10. Implementación real y efectiva de la integración energética, firmado y confirmado en varios instrumentos diplomáticos del Mercosur.
En esta oportunidad hemos hablado de los grandes conceptos geopolíticos y de principios básicos de cualquier negocio. En las próximas entregas haremos un “ajuste fino” de los números de las tarifas y del uso pleno de nuestra energía limpia y segura.
Quiero terminar esta entrega con un pensamiento eterno, asentado en el Eclesiastés: “Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; más al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo de nuevo al que a Él le agrada”. Paraguayos, tengamos esperanza; estos dueños pasajeros de nuestra hacienda en breve retornarán al polvo y sus bienes mal habidos se devolverán a quienes corresponde, a Dios y al pueblo.
(*) Exsuperintendente de energías renovables de IB; vicepresidente de la Sociedad de Ingenieros Liberales del PY (SILP).