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La guerra comercial que se ha desatado y que promete intensificarse entre Estados Unidos y China por acciones proteccionistas de la administración Trump podría beneficiar indirectamente a Paraguay, según explicaron analistas del Citibank durante una jornada realizada la semana pasada entre periodistas latinoamericanos y ejecutivos y expertos de esa entidad bancaria, en su sede central en Nueva York.
Se espera que en el paquete de represalias que estudia China esté incluida la suspensión de la compra de granos provenientes de Estados Unidos, lo cual podría elevar específicamente el precio de la soja, la principal fuente de proteína vegetal del planeta, de la cual China es el principal importador y Paraguay el cuarto exportador mundial.
“Nuestros pronosticadores creen que la soja tendrá un precio político este año, menor para Estados Unidos y mayor para los otros países productores”, dijo Ed Morse, un veterano investigador de comportamientos de mercados de commodities, jefe global de “Commodities Research” en el Citi.
Actualmente el precio internacional medio de la soja es de 323 dólares la tonelada y el del aceite de soja, 643 dólares la tonelada, ambos con tendencia a la baja. Con esta nueva circunstancia habrá que ver cómo se comporta y si se produce efectivamente ese factor diferenciador a favor del grano no estadounidense.
La noticia es relevante para nuestro país, que produce más de 9 millones de toneladas anuales de la oleaginosa, además de otros granos que podrían seguir una tendencia similar por el motivo mencionado, y 735.000 toneladas de aceite de soja.
Se trata de un rubro que tiene un impacto muy pronunciado en la economía nacional. De hecho, fue el principal responsable de las altas tasas de crecimiento económico que experimentó el país a principios de la década por efecto de lo que se conoció como el “viento de cola de los commodities agrícolas”, cuando el precio de la soja llegó a casi 600 dólares la tonelada.
“Llámenle guerra”
Algunos tildan este enfrentamiento comercial entre Estados Unidos y China de “escaramuzas” o de “tensiones”, pero hay que llamarlo “por lo que es”, dijo Rick Johnston, director gerente de “Global Government Affairs” del Citibank: “una guerra”, cuyas consecuencias inmediatas y estratégicas para los dos grandes países y para el mundo todavía son difíciles de predecir.
Estados Unidos tiene un exorbitante déficit comercial con China de 375.200 millones de dólares al año, como resultado de exportaciones por valor de 130.400 millones de dólares e importaciones por 505.600 millones de dólares.
Donald Trump, que acusa al gigante asiático de prácticas comerciales desleales y de utilizar indebidamente patentes y tecnología estadounidenses, manifiesta estar decidido a reducir ese déficit en 200.000 millones de dólares.
Guste o no, está cumpliendo. Comenzó imponiendo barreras a la importación de acero, siguió con ajustes de algunos aranceles y últimamente la Casa Blanca ha anunciado que aplicará tarifas aduaneras de hasta el 25% a una amplia lista de ítems “made in China” que ingresan al mercado norteamericano.
China no se ha quedado atrás. También elevó aranceles para productos estadounidenses y el gobierno de Pekín advirtió que implementará “vigorosas represalias”, con medidas “cuantitativas y cualitativas”.
“La guerra está declarada y en plena campaña”, dijo Johnston.
Y no será sin bajas. Se estima que las medidas punitivas de China podrían costar 455.000 empleos a Estados Unidos, mientras que, en contrapartida, muchos afirman que China puede estar subestimando la determinación de Trump de imponer otros términos a la relación comercial bilateral y al respeto a la propiedad intelectual, y que podría salir perdiendo si decide enfrentarse abiertamente a la economía más poderosa del mundo.
Panorama latinoamericano
Pero el hecho es que el proteccionismo de Trump no se limita a China, sino que parece estar en el centro de su ideario, incluso sobrepasando la autoridad del Congreso, que supuestamente debería tener preeminencia sobre el Ejecutivo en la política de comercio exterior, según lo establece la Constitución americana.
El polémico presidente se resiste a cumplir e incluso ha amenazado con denunciar diversos acuerdos comerciales de Estados Unidos. El caso más emblemático es el del acuerdo de libre comercio con México y Canadá (NAFTA por su sigla en inglés), que al parecer pende de un hilo y podría colapsar.
Este fue otro de los temas que acaparó la jornada en el Citibank, especialmente por cómo afectará la relación de Estados Unidos con América Latina.
En México hay elecciones el próximo domingo y las encuestas le dan una amplia ventaja a Andrés Manuel López Obrador, al que se lo llama por el acrónimo “Amlo”, un hombre de izquierda que tampoco es demasiado amigable con la economía de mercado ni propenso al libre comercio.
No obstante, Ernesto Revilla, economista jefe del Citibank para América Latina, piensa que, al menos en el corto plazo, no habrá cambios drásticos en la política económica en México, un país que, además, está económica y financieramente sólido.
En ese mismo sentido se manifestaron los mercados (“que ahora son más sofisticados y no se dejan llevar tanto por ataques de pánico como en el pasado”) que no mostraron grandes reacciones ni variaciones por la casi segura victoria de Amlo.
Distinta es la historia en Brasil, la otra gran economía latinoamericana, donde también hay elecciones este año. Allí el panorama político es todavía completamente incierto, y, en consecuencia, también lo es el panorama económico. Con un agravante: “si en México no se hace nada, no pasa nada, la economía mexicana está bien. Pero si en Brasil no se hace nada, y no se hace pronto, es un desastre”, advirtió Dirk Willer, director gerente y jefe de Estrategias de Mercados Emergentes de “Citi Research”.
La otra preocupación es Argentina, que está en la cornisa económica y para la que la posible eliminación del Mundial es el menor de sus problemas. Revilla sostiene que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional “está bien diseñado y bien fondeado”, pero la incógnita es si Mauricio Macri tendrá el caudal y el resto político para sostenerse hasta tanto comience a funcionar y a producir resultados palpables para la gente.
De Paraguay prácticamente no se habló, pero esa es una buena noticia, porque significa que no hay nada demasiado malo que contar. Nuestro país mantiene una imagen de estabilidad, un buen prospecto de crecimiento y un creciente reconocimiento internacional en el buen sentido.
Banco corporativo
La jornada en Nueva York, denominada “Citi LATAM Media Summit”, la primera de su tipo, fue abierta por la carismática Jane Fraser, CEO del Citibank para América Latina, quien describió las acciones y los planes del banco en la región, donde se ha ido concentrando en el mercado corporativo y dejando de lado el mercado “minorista”, tal como ha ocurrido en Paraguay. Lo ejemplificó muy bien un periodista brasileño: “yo me acosté un día siendo cliente del Citi y me levanté siendo cliente de Itaú”.
La razón, explicó Jane, es que en este negocio importa mucho la escala, y, con la excepción de México, el Citi no pudo en los países de América Latina conseguir la escala de clientes suficiente como para competir en igualdad de condiciones con los bancos locales. “Decidimos concentrarnos en lo que hacemos bien”, dijo.
Nacido como el City Bank of New York, tiene 206 años. Fue el primer banco estadounidense en abrir una sucursal fuera de Estados Unidos cuando la ley lo permitió, en 1914, y fue en Buenos Aires, en América Latina, destacó Jane.
Guerra
Por la guerra comercial con China, esta dejaría de comprar granos de EE.UU., lo que elevaría el precio de la soja proveniente de terceros países, como Paraguay.
Distinto
Si en México, donde ganará López Obrador, no se hace nada con la economía, no pasa nada. Pero si en Brasil no se hace algo pronto, “es un desastre”.
Con FMI
Acuerdo de Argentina con el FMI está bien diseñado y tiene fondos suficientes. Resta saber si Mauricio Macri podrá sostenerse hasta que se vean los resultados.
arivarola@abc.com.py