Me rodean los millennials (II)

En la época de posguerra, en la cual nacieron los Baby Boomers, se aspiraba a lograr estabilidad, y eso era lo que brindaban las empresas; por ello, tenía mucho sentido ser un buen empleado, responder a los organigramas, a las estructuras, ya que una vez que elegías una carrera, era una decisión para el resto de la vida.

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Por eso, en las organizaciones se aprecia tanto la experiencia de los adultos, pues el crecimiento de una compañía se basaba en su estabilidad y disciplina.

Tener un empleo era fundamental, porque recién al lograr equilibrio financiero se podía dar los pasos de casarse y tener hijos. La mujer se quedaba en la casa con los hijos, los varones eran los que trabajaban, y eso tenía mucho que ver con los valores de la familia, el sentido de responsabilidad, de honra, pues los sacrificios diarios garantizaban el sostén de la familia.

¡Cuidado: se vienen los Millennials!

Luego llega la Generación X, a la cual yo pertenezco, y viene con un envase distinto, mayor seguridad y mucho más extrovertida; hace lo posible para tener un crecimiento mientras busca la estabilidad. Queremos éxito y prosperidad, la idea de lograr rentabilidad y prestigio está basada más en los méritos personales que en la experiencia empresarial. Buscamos maneras de diferenciarnos, de destacarnos, de ser independientes, así florecen los MBA, los PhD, etc., como forma de ser reconocidos, salir adelante y, por sobre todo, distinguirnos unos de otros.

En esta lógica individualista, un buen traje, buenos contactos, expandir la red de contactos, estar en el lugar y la hora correcta, son las cosas que definen el plan de trabajo. La jornada laboral necesita los happy hours para poder aumentar nuestra red de contactos, conocer más personas, los espacios de networking crecen con asociaciones y clubes. Al final, nos encontramos con una mezcla entre la vida laboral y la vida personal, porque necesitamos aprovechar el mayor tiempo posible para conseguir oportunidades de conquistar a otros, y así alcanzar el reconocimiento social y económico.

Siendo jóvenes, teníamos claro que lo ideal era ingresar desde abajo a una empresa y crecer en cargos, responsabilidades y salarios, desarrollar un plan de carrera estable que nos permitiera llegar a la jubilación.

Pero parecería que a los Millennials solo les interesa ser felices y llegar a sus objetivos con mayor alegría y libertad, sin esperar mucho para poder disfrutar. Son quienes nos dan esa nueva mirada, en la cual el placer se determina por poder reconocer oportunidades, por conocer sus talentos y conectarlos con el trabajo para ganar dinero disfrutando.

Ser exitoso está relacionado al placer, aquello que realmente te gusta, esa economía creativa. Las nuevas profesiones y el boom de esa actitud emprendedora cambiaron totalmente el esquema empresarial clásico. Tenemos un escenario inédito que nunca se le había ocurrido a nadie, porque nos dedicábamos a “aguantar el trabajo” para hacer un plan de carrera siguiendo la línea del organigrama.

Los Millennials son acelerados, quieren todo inmediatamente. Ellos se comprometen de una manera prácticamente natural con experiencias que les llenan, y ahí se entregan con alma, con garra y pasión, pero tienen que ser cosas que les convenzan; no tiene que ser simplemente un empleo. Para ellos, el propósito es lo más importante: tienen que enamorarse de una idea fuerza. Ganar dinero no es suficiente; eso se puede hacer de miles de maneras.

Ellos tienen sed de conocimiento, buscan información de maneras muy distintas, y todas a la vez. No comprenden primero una cosa y después lo otro, no existen “plan a, plan b, plan c”, sino más bien todo pareciera ser un “w al cuadrado” que no podemos comprender los de generaciones anteriores.

Buscan todo el tiempo mucha movilidad, no tienen horario, no tienen una oficina rígida, les agradan los espacios de trabajo compartido a los que denominan co-working. Valoran mucho la flexibilidad, que puedan administrar sus propios horarios, su forma de vestir, hablar y reaccionar, ser genuinos y auténticos.

Entonces, para ellos el trabajo es lo que eligen hacer; por eso le ponen tantas ganas y pasión, pueden dedicarle cualquier momento, no hay división de horario ni de lugar, tienen siempre a mano la tablet o su notebook, es decir, sus herramientas de trabajo son las mismas con las que disfrutan de las redes sociales o de un partido.

Les desalienta el “estilo fábrica”, con horarios rígidos, donde se sentaban a trabajar en su máquina y al terminar el horario se iban a su casa. Ahora tiene su material en la nube, en el Google Drive o en un pen. Pero para que no exista horario ni división con su vida privada, tienen que amar realmente lo que hacen, tiene que haber una comunión con sus creencias y con sus valores.

Lo diverso es lo ideal

En todo momento, y en todo lugar, buscan encontrarse y coincidir (físicamente o en las redes) con personas que poseen distintos estilos; la diversidad les vigoriza porque les otorga la libertad para ejercitar sus dones, sus talentos, sus habilidades, intercambiar con otros. Incluso los más introvertidos pueden destacar su creatividad, su capacidad de innovación, su potencial, sentados en un escritorio o encerrados en su dormitorio.

Entonces, si vos podés quedarte en tu cama, con tu pijama, pero desde allí estás conectado a las redes sociales, al internet y al teléfono, estás manteniendo tus espacios de relación, tu networking, ampliando tus conocimientos y manteniendo tus focos de interés permanentemente actualizados. Básicamente, estás en el mundo, estás conectado y trabajando, generando valor y ganando dinero. Esto, para los Millennials, es súper importante.

Los Millennials quieren probar, intervenir, modificar, crear algo distinto, generar un nuevo valor en todo lo que hacen. Es como crear su propia receta todo el tiempo, aunque sea de una empanada, pero tienen que encontrar algo diferente. Necesitan sentirse autónomos, libres, individuales; sin embargo, valoran mucho trabajar en equipo, les gusta el modelo colaborativo, les agrada crear colectivamente, unirse a otros de igual a igual; por eso no aceptan las jerarquías.

En medio de todo esto, nos encontramos los Baby Boomers y la Generación X, queriendo enseñarles con actitud de maestro soberbio, que todo lo sabe y que el otro debe aceptar; pero la nueva generación necesita decidir qué quieren ellos aprender, redefinen su dirección y no tienen ningún apego al plan de carrera que les ofrecemos. Tienen la capacidad de cambiar con muchísima rapidez y simplemente modificar su meta, y se sienten cómodos con eso, no sienten que perdieron el tiempo o que están retrocediendo. Cierran capítulos con total tranquilidad, y a otra cosa.

Se plantean vivir el presente, con alegría, con satisfacciones, con plenitud, solamente disfrutando del momento actual, como si esa ilusión de controlar el futuro (que tenía mi generación) fuera una tontería absoluta. A los Millennials eso les parece tremendamente aburrido e improductivo; no es lo que ellos esperan de la vida, no es lo que ellos quieren, o no les satisface; la estabilidad no está dentro de su búsqueda.

Me temo que, simplemente, quien mejor se adapte a ellos podrá interactuar con éxito con las personas y organizaciones. Pues cuando, por fin, comprendíamos cómo ser profesionales prósperos, vinieron los Millennials y nos cambiaron la pregunta: ¿estás haciendo lo que te apasiona?

Amar lo que hacemos cada día; esa es la nueva búsqueda, y no hay vuelta atrás. Me rodean los Millennials: son mis hijos, colaboradores, clientes y proveedores. No encontré aún la respuesta adecuada, pero debo hacerlo, porque son tremenda mayoría, y la construcción de oportunidades requiere que aprovechemos la experiencia de los Baby Boomers, la disciplina de la Generación X y las habilidades de los Millennials.

Sigamos hablando de dinero, porque así aprendemos a manejarlo mejor.

gloria@ayalaperson.com.py

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