Máscara social

La coherencia de vida probablemente sea una de las cosas más difíciles de practicar diariamente, por lo menos admito que a mí me cuesta bastante. Decir SÍ cuando quiero y decir NO cuando no quiero, decir SÍ cuando puedo y decir NO cuando no puedo, Decir SÍ cuando quiero, puedo y voy a cumplir y decir NO cuando, a pesar de que quiero y puedo, existe un riesgo de que no cumpla lo prometido por factores incluso externos.

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Así, vamos transitando en nuestros quehaceres diarios con una máscara social que nos permite relacionarnos asertivamente con los demás, la mayoría de las veces con bastante éxito y con altas dosis de hipocresía, pues si dijéramos todo lo que pensamos, quizás no terminaríamos cada día sin mínimamente discutir con alguien.

Impacto en el bolsillo

Pero esa liviandad, que mostramos en actos de gentileza o de relacionamiento social, tiene impactos financieros puesto que, entre mantener la apariencia social que nos exige el cargo o la profesión versus la realidad de lo que necesitamos y podemos pagar, puede originarse una brecha que pone en riesgo nuestra salud financiera.

Hace pocas semanas, recibí la visita de un gerente de Talento Humano de un importante Laboratorio Farmacéutico (dato de fantasía por motivos de confidencialidad), quien me comentaba su preocupación por el alto endeudamiento de los visitadores médicos.

Al analizar el listado de liquidación salarial quedé sorprendida por el alto promedio de ingresos mensuales, pero sobre todo porque, a pesar de esto, la mayoría recurría a adelantos de salario en cada quincena e incluso algunos tenían descuentos directos del salario por compras a crédito realizadas a través de la asociación de empleados.

La situación financiera de los colaboradores era causa de preocupación por parte de la gerencia y directiva de la empresa debido a que, entre otros motivos, una persona endeudada no siente una mejora en su calidad de vida y, por lo tanto, se desmotiva en su actividad diaria, vive preocupada constantemente por sus deudas, ya que el dinero no le alcanza para mantener sus gastos corrientes, está pensando siempre en cómo hacer para aumentar sus ingresos, se distrae fácilmente y no puede mantener un estado de ánimo positivo y optimista, notándose incluso mal humor y depresión, en algunos casos.

Dada esta situación y atendiendo que se precisaba actuar de manera inmediata con casi 230 personas, le sugerí el siguiente plan de acción:

Investigar las principales causas de la situación detectada.

Distinguir los casos de excepción

Analizar el factor común a la mayoría y proponer un modelo de presupuesto con una distribución ideal de gastos para ese nivel de ingresos.

Realizar un acompañamiento afectivo y efectivo a cada persona para poner en práctica los cambios de hábitos necesarios y mejorar su salud financiera.

Unos 10 días después volvimos a reunirnos para analizar los datos que surgieron luego de llevar a cabo los tres primeros pasos y, con base en esos resultados, establecer las actividades a realizar para el cuarto punto. Comparto en el cuadro un resumen de lo relevado y realizado.

Factor común

Es natural buscar una mejor calidad de vida siempre, también es cierto que todos los padres queremos dar a nuestros hijos todas las comodidades, estudios y oportunidades que nosotros no tuvimos e incluso mejores que las que soñamos. Pero, por otro lado, también es real la presión social y familiar que sentimos diariamente, no es fácil rechazar la invitación de un grupo de amigos para compartir una cena; no podemos ir a un cumpleaños sin llevar un lindo regalo; en nuestras casas queremos TV cable, internet y comodidades con las que hace 10 años ni soñábamos; enviar a nuestros hijos a un buen colegio no solo implica capacidad de pagar la cuota mensual, ya que también viene incluida la posibilidad de brindarles los viajes, paseos y campamentos que se realizan así como los celulares, championes, mochilas, ropas, etc. que sus pares utilizan.

Entonces, exigencias desde “Cómo no voy a tener esa camioneta si todos mis compañeros de trabajo la tienen?” hasta “cómo no vamos a ir de vacaciones con la familia si todos viajan?”, empiezan a presionarnos a gastar y terminan siendo una amenaza directa al ahorro y a la inversión y, por ende, a la estabilidad económica y tranquilidad financiera a la que todos aspiramos.

Debemos evaluar si la máscara social que los demás esperan ver quedará satisfecha alguna vez o si simplemente estamos en una carrera dentro de un laberinto, donde a medida que más ganamos, más gastamos, más nos endeudamos, más queremos y cuando por fin obtenemos una cosa, queremos otra y otra más, sin lograr jamás llegar a la salida (o al éxito) que con tanto anhelo y esfuerzo pretendo alcanzar. Los costos de vivir en sociedad no deberían afectar nuestra salud física ni emocional, encontrar el equilibrio también implica ubicarnos claramente en nuestra realidad financiera y no vivir con un presupuesto basado en deudas ya que eso es irreal y altamente peligroso. Sigamos hablando de dinero, porque así aprendemos a manejarlo mejor.

Evaluar

Debemos evaluar si la máscara social que los demás esperan ver quedará satisfecha alguna vez o si simplemente estamos en una carrera.

gloria@ayalaperson.com.py

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