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Hace tiempo que está en mi lista de prioridades la intención de aclarar algunos conceptos energéticos relacionados con las binacionales. Algunos de ellos provienen del desconocimiento total o parcial de temas generales como la historia, las ciencias políticas, conceptos básicos de contabilidad, finanzas, macro y microeconomía, etc. Otras son específicas o muy especializadas dentro del complejo mundo energético, como las tarifas, potencia, tipos de energía, sistema interligado nacional, etc.
Además, la autarquía administrativa y jurídica ha convertido a las binacionales en “cajas negras” en las que está prohibido husmear. Recordemos que ambos tratados fueron elaborados por maestros geopolíticos, no solamente por técnicos y estudiosos de la ingeniería.
Al simple desconocimiento por parte del ciudadano común se suma una especie de complicación fraguada de propósito, que solo beneficia a la élite que la administra e indirectamente a nuestros socios condóminos. Con el fin de simplificar los conceptos mencionaremos como agujeros, es decir, boquetes por donde se escurre, hace más de cuatro décadas, nuestra soberanía nacional. La academia y la opinión pública podrá registrarlos en sus cuadernos de desarrollo, de ingeniería o de economía.
1. El agujero de la binacionalidad. Por culpa de esta estrategia geopolítica, la Contraloría, la Fiscalía, la Secretaria de Tributación, la Seam y otras no pueden ingresar por la puerta frontal para hacer sus verificaciones contables, tributarias o financieras; más bien se infiltran. Son como cucarachas burocráticas indeseadas por el establishment. Las primaveras de transparencia duraron poco y con escasos resultados. Este agujero fue consagrado como “certeza constitucional” por una corte complaciente; un adefesio jurídico que creó un tercer Estado entre el Brasil y Paraguay. Algunos lo llaman el “principado de Itaipú”.
2. El agujero de las tarifas. Muy pocos saben que la Itaipú maneja de dos formas el precio de la electricidad. Una de ellas es la tarifa de potencia y otra la tarifa de energía. La tarifa de potencia es la que se utiliza para contratar una parte del potencial de producción. La tarifa de energía es la que se asienta en la contabilidad.
Me explico en forma más simple: si yo contrato un camión de 100 HP estoy contratando la potencia de 100 HP. Esta potencia, a su vez, tiene la capacidad de ser usado como tractor (por horas trabajadas) o como un camión (por distancia y peso transportado). No es lo mismo llevar 10.000 kilos de soja, durante 3.000 kilómetros, que llevarlo durante 24 horas. Por supuesto que toda máquina debe someterse a un mantenimiento para seguir en buenas condiciones.
¿Cuál tarifa prefiere pagar el gran usuario? en nuestro caso la ANDE. Algunos preferirán pagar por kilómetro, otros por hora; dependerá del tipo de uso que le doy a esos 100 HP (horse power o caballo de potencia). La ANDE, con total falta de dignidad, prefiere pagar a un precio de mendicidad. En el mundo hidroenergético el camión es la usina, las duplas turbinas-generadores representan el motor del camión y el trabajo o energía representa a la carga que llevo por un tiempo o por una distancia. Si la potencia se mide en HP, la energía se mide en watt, kilowatt, megawatt, gigawatt.
3. El agujero del presupuesto. Esta grieta o escape es la que tenemos que revisar urgentemente y luchar para no seguir perdiendo a cántaros nuestra soberanía. El presupuesto de gastos anual de Itaipú es de US$ 3.291.000.000. Este monto debe “empatar” con los ingresos provenientes de la energía “vendida”. Explicamos de otra manera: si Itaipú gastó US$ 3.291.000.000 es porque vendió energía por ese mismo valor.
Aquí ya entran varias preguntas, por ejemplo: ¿Se vendió toda la energía producida al mismo precio? Evidentemente ¡NO! Porque si hacemos la división simple del presupuesto del 2015 por toda la energía producida en el mismo año, es decir, 3.291.000.000 US$ / 89.215 GWh, tendremos una tarifa de US$ 36,88 el MWh. No obstante, todos sabemos que la tarifa de energía fue de US$ 43,84.
¿Qué pasó aquí? Sencillo, se vendieron dos tipos de energía: a) La energía garantizada, que tiene una tarifa de 43,84 el MWh y b) La energía no garantizada, a US$ 5,69 U$ el MWh (gráfico). La primera (75% de toda la producción) deviene de una potencia contratada y la segunda (25%), de la potencia adicional a la contratada. La Eletrobrás compró históricamente el 90% de toda la energía producida en Itaipú, ya sea a 43,84 o a 5,69 US$/MWh; pero la ANDE solo contrata una ínfima parte. Aquí es donde nuestra soberanía es violada y, como mínimo, ninguneada.
La ANDE, desde un “acuerdo” hecho en el 2002 entre los presidentes Luis Angel Gonzalez Macchi y Fernando Enrique Cardozo, siendo directores generales Jorge Ayala Kunzle (Py) y Euclides Scalco-Antonio Correia Ribas (Br) y presidente de la ANDE Angel María Recalde, acepta la famosa “complacencia interesada”; es decir una tarifa ínfima que salvaría a la ANDE de una quiebra segura.
Evidentemente al Brasil le conviene contratar toda la energía garantizada y no garantizada y lo hace a precios irrisorios. La energía segura “compra” a precio de costo y la energía no garantizada lo “adquiere” a casi 8 veces menor.
Recordemos que en el 2016 se está batiendo todos los “récords” de producción, previéndose llegar a los 100.000 GWh; de esto el 25 % será “energía no garantizada”, que pasa totalmente desapercibida en el presupuesto, inclusive con una cifra menor a los gastos sociales.
4. El agujero del entreguismo. Este boquete tiene dos vertientes: a) Una técnica, que implica la claudicación física de nuestra principal estructura energética, la Subestación Margen Derecha, SEMD. Recordemos que el 80 % de toda la electricidad consumida en Paraguay está en terreno “binacional”, donde el titular es un director brasileño. Además, conviene aclarar que la infraestructura actual solo permite retirar hasta el 50% de la potencia correspondiente al Paraguay, es decir 7.000 MW b) La vertiente financiera, que proviene de la deuda monstruosa que, según estudios profundos y serios de Jeffrey Sachs, han sido cancelados en el 2008. El entreguismo causa una reacción en cadena que afecta los genuinos ingresos del Estado.
5. El agujero de las obras inconclusas. Este caudal, perdido en forma de “catarata”, tiene un costo social y económico multiplicado por miles de millones de dólares. Habíamos dicho en una oportunidad que 1 HP en carretera transporta 40 kg, el mismo HP en tren transporte 400 kg y puesto en barcazas, transporta 4.000 kg. Es decir, si multiplicamos toda la soja, trigo, maíz, etc., producidos durante los últimos 30 años y transportados por carretera en lugar del río Paraná-Paraguay, ya podemos tener una base de las pérdidas por logística. Eso sin incluir al Estado de Mato Grosso do Sul, uno de los pocos Estados mediterráneos del Brasil.
6. El agujero de la cesión energética. Tiene mucho que ver con todos los anteriores. Si el precio fuese justo, es decir de mercado, todo estaría solucionado, aun considerando las leoninas tasas de interés, aplicados al capital invertido en la construcción y montaje electromecánico.
7. El agujero de la traición. En el idioma común lo llaman felonía; es decir, el acto de entregar los intereses nacionales a extranjeros. Aquí existe una lista con nombres y apellidos donde figuran los diferentes entreguistas, por direcciones, superintendencias y demás cargos gerenciales. Constan también los consejeros que fueron amansados o domesticados magistralmente por nuestros socios condóminos.
Existen más agujeros, pero son pequeños, inclusive despreciables, uno de ellos es el de los “gastos sociales”. Los 60 a 80 millones de U$ anuales representan solo el 1,7% del presupuesto general. Por ello perder el tiempo en eso es infantil e inocente. No obstante, de eso y de las diferentes formas de extraer energía de Itaipú a precios de migajas hablaremos más adelante.
* Vicepresidente de la Sociedad de Ingenieros Liberales del Paraguay.