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El crecimiento es beneficioso para la sociedad porque implica un incremento en los ingresos y en el consumo mejorando la calidad de vida de las personas. A su vez, cuando la producción aumenta, el Gobierno puede obtener mayores ingresos para atender las necesidades, resolver los problemas socioeconómicos y de este modo alcanzar una distribución de ingresos más equitativa, reduciendo la pobreza y la desigualdad. Por otra parte, hay estudios que demuestran que un mayor crecimiento económico disminuye el desempleo así como el empleo informal (más conocida como la “Ley de Okun”).
Sin embargo, crecer todos los años a un ritmo acelerado es insostenible e implica asumir costos elevados a largo plazo. En primer lugar, el crecimiento económico no equilibrado podría generar inestabilidad de precios debido a la mayor cantidad de dinero en la economía. Aunque la inflación per se no es perjudicial, si esta es muy alta, constituye una amenaza que podría afectar negativamente la actividad económica. El crecimiento estable de la economía (sin fuertes fluctuaciones como auges insostenibles o recesiones) y la estabilidad de precios (entendida como una inflación baja y estable) son los pilares de la estabilidad macroeconómica, base de todo crecimiento económico equilibrado.
El claro ejemplo está en un país al sur que creció a “tasas chinas” entre 2003 y 2011 a un promedio del 8% (sin contar la crisis del 2009), lo que resultó en una inflación de 23,6% para el mismo periodo (estimado en base a la inflación Congreso). Como resultado, se llegó a la insólita situación de que dos de cada tres billetes en circulación son de 100 pesos (el de mayor monto posible). Incluso algunos consideran que gran parte de estas “tasas chinas” fueron en realidad una recuperación del terreno perdido (luego de la crisis del 2001) y no un aumento de la capacidad productiva. Esto nos enseña que tentarnos a utilizar políticas económicas para lograr un crecimiento más elevado del que somos capaces de soportar podría generar inflación, desequilibrio fiscal e insostenibilidad de la deuda externa que finalmente hipotecaría nuestro crecimiento a futuro.
Por otra parte, si el estado no posee una política fiscal sólida y transparente, los ingresos generados por una mayor producción difícilmente se repartan equitativamente entre todos los individuos. Además, el Gobierno solo podrá cumplir su misión de atenuar las fallas de mercado para lograr una mayor igualdad cuando posea los ingresos suficientes. Por último, altas tasas de crecimiento a niveles insostenibles conllevan a una sobreexplotación de recursos naturales provocando pérdida de diversidad biológica, deforestación, cambio climático, agotamiento de la capa de ozono y contaminación generalizada. Todo esto pone en peligro la vida del planeta, ya que la economía mundial no debe crecer más allá de la capacidad de sustentación del ecosistema.
Entonces, el secreto no está en crecer a un ritmo “acelerado”, sino en hacerlo de manera “sostenida”. Un país que desea lograr un crecimiento constante en el tiempo debe crecer en torno a su “potencial” (tasa compatible con la utilización normal de capital, mano de obra y tecnología), el cual se estima en torno al 5% para Paraguay. Si crecemos por encima del mismo, corremos el riesgo de que los costos y precios se aceleren y que la economía se recaliente debido a la excesiva demanda que produce el crecimiento elevado. ¿Qué pasaría con nuestro cuerpo si corremos todos los días a velocidades desmesuradas sin estar preparados o sin un chequeo médico previo? Así como el cuerpo humano necesita un equilibrio, la economía también y todo esfuerzo sin preparación pasa su factura en el mediano plazo.
Fomentar un crecimiento sostenible y equitativo a lo largo del tiempo implica aumentar la acumulación del capital físico (infraestructura) y humano (trabajo), utilizándolos de manera eficiente (productividad) y asegurando el acceso de toda la población a estos activos. El capital físico se logra a través de una mayor inversión en redes eléctricas, caminos, rutas, aeropuertos, hidrovías y desagües y el capital humano se obtiene a través de la generación de empleo y educación. De estos tres factores, la productividad es el de mayor influencia a la hora de explicar los cambios en los niveles de crecimiento de los países. Por lo tanto, un país pequeño y abierto como el nuestro debe enfocarse en políticas que fomenten la inversión y generen bienes y servicios de calidad que puedan competir en el mercado internacional dentro de un clima de negocios atractivo. Por último, ya que somos un país joven, debemos proyectarnos a más largo plazo fomentando la educación de calidad.
No deberíamos esperar que Paraguay esté en los Record Guinness de crecimiento económico todos los años. Lo importante es crecer a un ritmo sostenido y realizar políticas económicas orientadas hacia una mayor productividad y, al mismo tiempo, hacia una mayor equidad y bienestar para toda la población con un uso sostenible de recursos. Así como la vida, el crecimiento económico no es una carrera de velocidad sino de resistencia, por eso “lo importante no es llegar primero, sino saber llegar”.
Ritmo
Lo importante es crecer a un ritmo sostenido y realizar políticas económicas orientadas hacia una mayor productividad, equidad y bienestar.
Equidad
Si el Estado no posee una política fiscal sólida y transparente, los ingresos generados por una mayor producción difícilmente se repartan equitativamente.
Crecer
Un país que desea lograr crecimiento constante debe crecer en torno a su potencial (tasa compatible con la utilización normal de capital).
(*) MSc en Macroeconomía y Finanzas, se desempeña actualmente como jefa de gabinete de presidencia del Banco Central del Paraguay.