Las pacíficas y progresistas ideas del laissez faire

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En su comentario semanal, el Dr. Rogelio Careaga afirma que la teoría del “laissez faire” se sintetiza en la frase “cada uno para sí y Dios para todos”, infiriendo que dicha teoría en poco o nada favorece a los más pobres. Esta llamativa conclusión, sin embargo, no solo carece de fundamento histórico sino también económico. Los principios del laissez faire merecen consideración por su notable interés para el Paraguay.

La conocida frase laissez faire, laissez passer fue acuñada por los pensadores liberales, entre los que se destacan Quesnay, Mercier de la Riviere, Turgot y otros fundadores de la ciencia económica, para oponerse al mercantilismo que los monarcas imponían a los franceses en el siglo XVII.

El mercantilismo era partidario de la reglamentación del comercio y la industria. Con la muerte de Colbert, principal defensor de esta doctrina, en 1683, el mercantilismo francés se fue mostrando cada vez más opresivo y menos disculpable. Cada día se promulgaban más leyes que regulaban la producción y el comercio. La burocracia era cada vez más numerosa. La planificación correspondía al Estado.

Montchretien, otro distinguido mercantilista, tenía obsesión por imponer trabas al comercio. En esos días, el descontento de la sociedad y en especial de la gente del campo se volvió intolerable. Contra este orden de cosas Quesnay y los fisiócratas lanzaron su grito de guerra: Laissez faire a la producción, a la richesse, que significa: dejar producir sin trabas ni limitaciones, dejar circular la riqueza sin crear barreras artificiales.

El laissez faire sostiene que los impuestos deben ser modestos para favorecer a los más necesitados. La venta de los productos libre. Los precios, el resultado de la oferta y la demanda. El orden económico del laissez faire consiste en el derecho de disfrutar de los beneficios de la propiedad, el derecho a trabajar y el derecho compatible con la libertad de los demás de perseguir su interés personal.

Los defensores del laissez faire aspiramos a implementar un mercado libre de trabas, abolir los obstáculos que impiden a aquellas personas laboriosas y honestas a mejorar su condición de vida, como creo el Dr. Careaga también desearía. De hecho, la economía solo tiene sentido en libertad. En su momento, el laissez faire hizo posible la Revolución Industrial y no significa que los gobiernos nada deben hacer, sino que la actividad productiva corresponde a la iniciativa privada.

El Estado tiene un rol más que importante. Debe proteger la propiedad y los derechos individuales para permitir el ahorro sinónimo de inversión que en un largo y continuo proceso ha significado la redención de los pobres. Para ello, el laissez faire exige remover las barreras a la producción, la industria, los servicios y el comercio.

Esto es, pura y simplemente, lo que quiere decir laissez faire. Desafortunadamente, se ha considerado al laissez faire como sinónimo de rechazo a todo lo que es Estado y que en nada le interesa la suerte de los más pobres y necesitados.

Este planteamiento no tiene consistencia. La alternativa no se plantea entre la presencia o ausencia de un plan o dejar de socorrer a los menos favorecidos. El problema es diferente. Lo que el laissez faire se pregunta es quién va finalmente planear y dirigir la economía. Si serán los individuos y las empresas, o será un gobernante paternal en nombre de todos. El dilema está en actuar libre e independientemente de la persona o la sumisión de esta a decisiones inapelables de los gobernantes de turno.

El laissez faire no pretende desencadenar unas supuestas fuerzas ciegas e incontrolables. Lo que quiere es dejar a todos en libertad para que cada uno decida cómo va a cooperar concretamente en la división social del trabajo, y que sean los consumidores quienes determinen lo que los empresarios, los héroes anónimos del progreso, van a producir.

Los que creemos en el laissez faire propugnamos un Estado fuerte, garante de la vida, la libertad y la propiedad de los individuos. Fue así como a través de esta sencilla idea se empezaron a eliminar los privilegios, los permisos y las licencias que en todas las épocas perjudica a los indigentes. El laissez faire no dice que a los pobres no se los debe ayudar. Solo afirma que no es el Estado el que debe hacer caridad, sino las personas y las iglesias.

El laissez faire sostiene que la capacidad y el esfuerzo individual y empresarial determinan quién habrá de progresar y no el Estado, que mediante la clase política decide la distribución de los subsidios, las prebendas, los privilegios monopólicos, los cargos en la administración, las tierras públicas y los negociados. En Paraguay continúa el mercantilismo que desde tiempo inmemorial nos mantiene en la miseria. Bien haríamos en aplicar las pacíficas y progresistas ideas del laissez faire.

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