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A lo largo de la historia nacional, la mujer paraguaya ha logrado desempeñar diversos roles, siendo el principal el de reconstructoras de la sociedad después de la Guerra contra la Triple Alianza. Su rol se encontraba limitado, muchas veces, al hogar, debiendo enfrentar asimetrías significativas para acceder al mercado de trabajo, aunque, como se verá después, existen elementos que muestran una reducción de las diferencias en la participación de las mujeres en la economía paraguaya. No debe olvidarse que aún perduran los estereotipos clásicos con respecto a la mujer, casi siempre a favor de la incorporación de hombres al mercado laboral.
¿Qué hacen las mujeres?
La última Encuesta de Uso del Tiempo (EUT) de la Dirección General de Estadísticas, Encuestas y Censos (DGEEC) muestra que en Paraguay las mujeres dedican la mayor parte de su tiempo a las diversas tareas del hogar y, en segundo lugar, al trabajo remunerado. Bajo este esquema, las mujeres dedican el 38% de su tiempo a labores domésticas y el 35% a actividades laborales, sin embargo, los hombres solo dedican el 9% al trabajo doméstico y el 68% a su ocupación principal. Esta distribución de tareas por sexo revela una antigua división del trabajo, heredada posiblemente de un esquema cultural-rural, donde el hombre es el encargado de salir del hogar para producir, mientras la mujer se ocupaba de la organización de la vivienda y de la crianza de los hijos. Como se observará más adelante, las mujeres salen del hogar y se proyectan al mercado de trabajo, especialmente en el sector de comercio y servicios.
¿Por qué las mujeres tienen más tiempo para trabajar y estudiar?
Dos factores principales permiten a las mujeres disponer de mayor capacidad laboral fuera del hogar. El primero es la disminución del número de hijos, que actualmente está en un promedio de alrededor de 2,5 hijos por mujer. Por regla general, las mujeres tienen menos hijos cuando acceden a mayores niveles de educación formal, que ha sido el caso paraguayo. Además, se recuerda que Paraguay se encuentra en pleno proceso de transición demográfica, es decir, menos nacimientos y menos muertes, fenómeno frecuentemente asociado al crecimiento económico. Una mujer con menos hijos dispone de mayor cantidad de tiempo, sobre todo cuando su hijo o hijos, adquieren mayor independencia al escolarizarse.
El segundo elemento que explica la mayor disponibilidad de tiempo de las mujeres es la tenencia de bienes, específicamente de electrodomésticos y, entre estos, el lavarropas, el que más reduce el tiempo de trabajo de las mujeres, liberando esta fuerza laboral para destinarla a otras tareas. En el ámbito rural el impacto del lavarropas es aún mayor, ya que las mujeres reducen bastante la duración de sus labores (ir al arroyo a traer agua o ir al arroyo a lavar).
¿Cuándo se casan las mujeres?
En forma esquemática se puede indicar que hace 50 años, las mujeres se casaban en la adolescencia, luego, 30 años atrás, se casaban cuando terminaban la secundaria o la educación media. A partir de la última década, las nupcias se contraen al terminar la universidad, mientras que la próxima generación de mujeres en edad de casarse, lo hará más tarde, quizás después de haber concluido una maestría.
La cantidad de matrimonios está disminuyendo, los hombres y las mujeres deciden esperar más tiempo para casarse, modificando el patrón cultural tradicional. Se puede observar en el cuadro de matrimonios que el número de matrimonios, según el rango de edad de las mujeres, disminuye a lo largo de los años que se evidencia en la reducción de los picos, así también, el desplazamiento de las líneas hacia la derecha revela que los hombres y las mujeres esperan más años para casarse.
Las estadísticas muestran que en los últimos quince años, las mujeres no solo se casan menos, sino que lo hacen a una mayor edad, con lo cual también se retrasarían los nacimientos, reduciéndose naturalmente la cantidad de hijos por mujer. No son pocas las mujeres que, gracias a la educación y el acceso a la información, deciden construir un proyecto particular de vida, y no depender solo de su familia, de origen o conformada por ella, como única opción.
¿Qué hacen entonces las mujeres que no se casan?
Si el acceso a educación retrasa la maternidad, también lo hace con la nupcialidad, por lo que conviene explorar qué hacen las mujeres al retrasar estas fases tradicionales de la vida. Las estadísticas de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), nutrida por todas sus facultades y filiales, indican que las mujeres que se postulan, ingresan y egresan de las diferentes carreras, son más numerosas que los hombres. Una interpretación de esta supremacía de las mujeres sobre los hombres podría encontrarse en el tipo de educación, relativamente diferenciada que reciben. Así, mientras que los niños y adolescentes hombres disfrutan de un mayor margen de libertad y menor rigor durante el periodo escolar, las niñas y adolescentes mujeres son observadas con mayor atención por los padres y maestros y, por lo tanto, presentarían no solo un mejor desempeño académico, sino sobre todo un conjunto de valores como la responsabilidad, puntualidad y la pulcritud, que serán valorados por el mercado.
Ellas tienen más años de estudio
Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares Continua de 2018 (EPHC), las mujeres en el sector privado y público tienen en promedio dos años más de estudios que el de los hombres. Pero en el grupo seleccionado, que comprende al empleador o patrón, trabajador/a por cuenta propia, trabajador/a familiar no remunerado y empleado/a doméstica, el promedio de años de estudios es de 0,3 años, una cifra que explica una igual proporción entre ambos sexos.
Durante varias décadas las niñas y adolescentes no podían capitalizar estas ventajas relativas con respecto a los hombres, porque no lograban acceder a estudios universitarios. El escenario actual ha abierto las compuertas del conocimiento y la ascensión social de las mujeres, coincidentemente con el crecimiento de la economía en su conjunto y específicamente con los empleos generados en el sector de comercio y servicios.
Los datos disponibles de realización de estudios de postgrado muestran otra vez, una participación más numerosa de las mujeres sobre los hombres.
En lo que respecta a maestrías y especializaciones, más mujeres que hombres obtuvieron estos títulos o diplomas en 2017, sin embargo, los hombres superan en cantidad a las mujeres en los estudios de doctorado.
¿Ganan menos las mujeres que los hombres?
Si ellas muestran una mayor formación académica, esto no se transmite necesariamente a los ingresos, ya que los hombres en iguales condiciones siguen obteniendo mayores ingresos. Sin embargo, los últimos datos de la Encuesta Permanente de Hogares Continua de 2018 muestran algunos resultados bastante auspiciosos para las mujeres.
Teniendo en cuenta la participación de la población ocupada asalariada, se puede observar que las mujeres perciben mayores ingresos que los hombres, específicamente en los segmentos de más ingresos. En el gráfico de población asalariada se puede apreciar que para cada tramo de ingreso, a partir de 1,5 salarios mínimos, el comportamiento en la participación de la mujer cambia, por lo que esta percibe una mayor remuneración que los hombres en los siguientes tramos de ingreso, en otras palabras. Se puede afirmar que la mujer gana mejor siempre y cuando se observe un rango de ingresos mayor a 1,5 salarios mínimos.
De la misma manera se puede observar en el mismo gráfico que, en el extremo izquierdo, una mayor participación de la población ocupada la lideran los hombres, es decir el 37,7%, los cuales perciben un ingreso mensual menor a 1 salario mínimo, mientras que las mujeres tienen una menor participación en el mismo tramo de ingreso, con un 27,9%. Por otro lado, en el extremo derecho, se puede observar que el 13,4% de la población de mujeres ocupadas percibe un salario igual o mayor a 3 salarios mínimos y los hombres en una menor proporción, el 6,9%, se sitúa en el mismo tramo de ingreso salarial.
Por último, un dato que también puede sorprender es que la brecha salarial entre hombres y mujeres es mucho más profunda entre los funcionarios públicos. Las mujeres en promedio, mensualmente percibían en el sector público G. 3.600.000, cifra inferior a la observada con los hombres, unos G. 4.700.000. De la misma manera, en el sector privado, las mujeres en promedio ganan G. 2.300.000 y los hombres percibían una cifra levemente superior de G. 2.400.000, es decir, en promedio, las mujeres perciben aproximadamente G. 1.000.000 menos mensualmente en el sector público, sin embargo, ganan G. 100.000 menos, en promedio, en el sector privado.
Finalmente, la participación de la mujer en la economía paraguaya muestra una tendencia creciente, no solamente en cuanto a la cantidad de mujeres trabajadoras o a los ingresos que perciben, sino a que las mismas responden a las demandas del mercado, que exigen cada vez mayores niveles de conocimiento técnico y sofisticación.
Y si bien existen brechas y desafíos para reducir las desigualdades con respecto a los hombres, las mujeres se han convertido en agentes claves en el crecimiento económico contemporáneo del Paraguay.
La transición de una economía basada casi exclusivamente en el sector primario, a finales del siglo XX, a otra de comercio y servicios a inicios del siglo XXI, modificó no solo la economía sino también propició nuevas demandas de empleo que requerían la participación más activa de las mujeres.
Al mismo tiempo que disminuía el número de hijos por mujer y mejoraba el equipamiento de los hogares, las mujeres disponían de más tiempo y mejores condiciones de inserción al mercado de trabajo, aunque mantenían las responsabilidades y tareas hogareñas.
Las mujeres dedican el 38% de su tiempo a labores domésticas y el 35% a actividades laborales; sin embargo, los hombres solo dedican el 9% al trabajo doméstico y el 68% a su ocupación principal, según la última Encuesta de Uso del Tiempo (EUT) de la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos.
Factores
Dos factores principales permiten a las mujeres disponer de mayor capacidad laboral fuera del hogar: menos hijos, y la tenencia de más bienes en el hogar.
Nupcias
50 años atrás, las mujeres se casaban en la adolescencia, 30 años después, cuando concluían la secundaria, y en la última década, al finalizar la universidad.
Patrón
La cantidad de nupcias está disminuyendo. Hombres y mujeres deciden esperar más tiempo para casarse, cambiando el patrón cultural tradicional.
Hijos
Por regla general, las mujeres tienen menos hijos cuando acceden a mayores niveles de educación formal, que ha sido el caso paraguayo.
Ingresos
La mujer paraguaya recibe mejor remuneración, siempre y cuando se observe un rango de ingresos superior a 1,5 salarios mínimos.
Brecha
La brecha salarial entre hombres y mujeres es mucho más profunda en la función pública. Los varones llegan a G. 4,7 millones, en promedio, y las mujeres a G. 3,6.
Libre
No son pocas las mujeres que, gracias a la educación y acceso a la información, deciden construir un proyecto particular de vida, y no depender de otros.