La herencia de James Spalding

La Itaipú Binacional recibió a un nuevo administrador y despidió a otro a quien, por tradición desde hace diez años, brindaremos un artículo. Lo hicimos desde la salida de Víctor Bernal, pasando por Mateo Balmelli, Codas y Franklin Boccia.

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¿Cuál es la herencia de Spalding? Si hacemos una retrospectiva económica y geopolítica de 45 años veremos que este señor ha hecho muy poco, si hacemos otra de 10 años, veremos que su legado es muy insignificante y si hacemos otra de cinco concluiremos que no hizo nada. Y aclaramos que nos referimos a los altos intereses nacionales resumidos en la frase: soberanía energética. Algunos dirán que soy muy duro, otros que estoy muy benévolo.

Hace 45 años teníamos un flamante tratado y toda una esperanza por delante. La esperanza principal era la democratización de América Latina, que se avizoraba tímidamente en el horizonte de los ‘80; para ventaja nuestra gozábamos de la amistad de los EE.UU., desde las Guerras del 70 y la del 32-35 (Chaco). Había una cierta imparcialidad de la OEA y el poder geopolítico de las NN.UU.

La represa se construyó, los generadores y equipos electromecánicos se montaron y la operación inició en 1984, aún en plena dictadura. Hoy, en plena democracia, tenemos los récords de producción mundial, la tecnología más avanzada en hidroelectricidad, los costos operativos más bajos, pero los ingresos energéticos comparativos más escuálidos de la región. El gas en Bolivia y Argentina, y el petróleo en el Brasil, tienen una plusvalía infinitamente superior a la energía limpia y segura “cedida” por Paraguay. En Panamá, el Canal representa el 30 % de sus ingresos.

Dentro de poco saldrá a luz el libro de Miguel Carter, quien escribió la versión 2.0 del análisis de Jeffrey Sachs. Es alarmante lo que ya se perdió en las dos binacionales en estas cuatro décadas. ¿Seguirá habiendo escándalos en las cifras y números del entreguismo? 

Con el gobierno de Cartes, Spalding y sus gerentes tuvieron la brillante oportunidad de convertir Itaipú y Yacyretá en mejores negocios. Al final, ellos venían de una escuela liberal, de prestar servicios, fabricar bienes y vender en el mercado. La “empresa” era su caballito de batalla.

La explicación probable a tan bajo rendimiento empresarial en Itaipú, a pesar de los espejitos y migajas de los viaductos, las mil viviendas, las compras de ambulancias, etc., es el acomodo cobarde al cargo y a las prerrogativas del mismo. Por el lado de las “altas partes”, resulta muy obvio que la permanencia en el poder del “sistema” era más importante que la búsqueda del desarrollo y del bien común.

Los entreguistas saben que en un “negociado” existe muchos más dividendos que reclamando nuestra soberanía. Los viaductos, rutas, escuelas, compras de vehículos, tractores, aradas y rastreadas siempre dejan buenos réditos a los gerentes del sistema. El “diezmo” es una institución más sagrada en Itaipú que en algunas iglesias pentecostales.

Los gastos sociales ingresan al Estado entre 70 y 80 millones de US$ al año; una buena negociación de nuestros excedentes, aplicando el Acuerdo Lugo-Lula, hubiera multiplicado por diez esa cifra. Si en las condiciones actuales la Itaipú Binacional ingresa al fisco entre 500 a 600 millones de US$, con buenos negociadores y administradores austeros, eso fácilmente se duplicaría. El discurso del presidente Mario Abdo Benítez, con la oración: “nosotros no queremos nada que no sea nuestro, pero lo que es nuestro lo vamos a defender”, se da un martillazo a los ingenieros de 60 Hertz (entreguistas) y se anima a los de 50 Hertz (patriotas).

¿Por qué Spalding y Domaniczky (ex directores general y de Coordinación) se interesaron en la esclusa de navegación solo seis meses antes de la entrega del poder? ¡Tuvieron cinco años para lograrlo! Fuera del Acuerdo Lugo – Lula, no conozco otra reivindicación oficial sobre dicha obra consagrada en el tratado. ¿Por qué los “convenios de cooperación” florecieron como hongos en el último quinquenio? Un Convenio es barato, incluye a muchos beneficiaros y tiene una alta rentabilidad política. En un convenio las obras la recibe la “conveniada”, pero los pagos quedan a cargo del “conveniente” gestor, o sea la Itaipú. Un lápiz que cuesta G. 100 en el mercado, acá puede llegar a G. 1.000.

¿Por qué la Itaipú de los últimos cinco años no compró ni equipó patrulleras navales para vigilar el contrabando en las aguas de su propio embalse y del río Paraná? Se preocupó más en las patrulleras policiales al servicio de José Ortiz y de la mafia fronteriza, que en el combate al mayor flagelo de las tres fronteras, el contrabando.

¿Quién se queda con la diferencia de lo mal administrado en Itaipú? ¿Dónde está el negocio? El director de área, quien ya gana millones, es el maestro de la orquesta; se ve “obligado” a participar de la comilona para evitar que lo desplacen. Come y da de comer y en la comilona final gana el “sistema”. Hace unos años hicimos una comparación virtuosa con un pasaje bíblico, el profeta Daniel, quien rehusó comer la “comida del rey” para seguir teniendo la bendición del Altísimo. Pocos directores escogieron a Dios.

En el entreguismo existe un doble lucro. Uno para cada margen. El Brasil queda con la energía limpia y segura, mientras que las coimas, los maletines y la recaudación miserable, para la corona y el partido de la margen derecha. El gerente gana su “gratificación” y su viático abusivo; los gestores ganan sus niveles que se elevan de acuerdo al nivel de su obsecuencia y el operador político, su sobrevivencia.

El intendente, presidente de seccional o gobernador del partido que pide el Convenio se queda con el prestigio político y la propaganda gratis. El partido es el gran paraguas que cubre a todos, desde el presidente, los directores, consejeros y sus parientes, además de los complacientes sindicatos que solo miran sus ombligos. ¡Por ello se perpetúan en el poder! La sobrefacturación y las obras fantasmas son más frecuentes en el “sistema” paraguayo que en el brasileño, aunque después del “lava-jato” estamos con serias dudas.

De vez en cuando surge algún “accidente”, como el de los audios, las publicaciones de periodistas libres y algún veredicto judicial que los deja incómodos, pero no los mata. En Brasil siempre existió el “sistema”. Hoy una serie de Netflix lo publica con el título de “El mecanismo”. Es la desnudez desfachatada del “lava jato”, un esquema de corrupción en la que se beneficiaron senadores, diputados, ministros, presidentes de partidos, de la Petrobras, jueces y fiscales corruptos. Las grandes empresas eran intermediarias que prestaban “servicios” o construían obras sobrefacturadas al Estado. Entre ellas sobresale la inescrupulosa Odebrech.

Estoy en este negocio energético hace casi 40 años. Los castigos laborales y congelamientos salariales, los momentos aciagos y aparentemente estériles nos permitieron ahondar aún más sobre temas económicos, sociales y energéticos. Hemos completado a la fecha 327 artículos, de los cuales 142 fueron publicados durante la administración de James Spalding. He enviado cerca de 30 cartas oficiales al director saliente, al director técnico, que hoy hace rekutu, y al exdirector de Coordinación, que hoy está tratando de sobrevivir en cualquier agujero institucional y evitar un duro y frío congelador.

Todas mis cartas internas fueron respetuosas ponencias técnicas y geopolíticas, inclusive he participado del concurso interno anual, Eureka, que trata de mejorar la gestión administrativa, social y técnica. Estas sugerencias contemplan mi función laboral como Ing. Senior II y fueron siempre respetuosas, basadas sobre números y datos oficiales. El silencio irrespetuoso y soberbio, típico del mandamás, fue la respuesta.

Los directores y consejeros entreguistas tienen cinco años para cosechar sus diezmos, transportar sus maletines y luego aguantar los escraches públicos. Los servidores patriotas tienen 100 días para demostrar que son diferentes. ¡Ojalá el directorio definitivo de Marito sea principista y valiente! Quedaríamos muy desanimados si el actual es más de lo mismo.

Estamos cansados de los coimeros, aquellos que llegan, destapan la olla y acaban saboreando su contenido. Son los mismos que piden porcentajes hasta en las licitaciones de la leche y la merienda de los niños. Tengo una expectativa muy pobre. ¡Ojalá el Senado espere conocer el cuadro definitivo de directivos y consejeros antes de otorgar su acuerdo constitucional! ¡Basta de cheques en blanco! 

(*) Exsuperintendente de Energías renovables, aún empleado activo

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