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No parece existir otro fenómeno de amplitud y envergadura global como la Copa Mundial de Fútbol. Una de las razones de la penetración del fútbol como deporte global es la sencillez de sus reglas, así como la extrema adaptabilidad de su práctica a casi cualquier superficie, a diferencia por ejemplo del tenis, que es más exigente en equipamiento y condiciones físicas.
La Copa del Mundo atrae una audiencia televisiva muy amplia en los diferentes países, incluso en aquellos que no lograron participar. En efecto, desde la economía, el fútbol puede ser analizado como parte de la denominada “Economía Naranja”, es decir, de la economía del espectáculo. En cierta forma, la venta de derechos televisivos convierte al fútbol en un espectáculo, donde los actores principales, los jugadores, desempeñan un rol similar al de los actores de cine, incluso superan a estos en ingresos salariales en el caso de los futbolistas más exitosos. Gracias a la televisión, el fútbol cruza la frontera del deporte y se convierte en un fenómeno más complejo y sobre todo más lucrativo.
La presencia de las figuras representativas de las ligas más competitivas, como Lionel Messi, Neymar o Cristiano Ronaldo, entre otros, asegura niveles de audiencia mayores. Dicho sea de paso, es muy probable que los pobladores rurales de Polonia, Bolivia, Mozambique y Bulgaria no recuerden el nombre del secretario general de las Naciones Unidas, pero sí conocen las carreras profesionales y los equipos de Messi, Neymar y Cristiano Ronaldo.
Las regalías televisivas forman solo una parte de los grandes negocios que se realizan en el marco de la Copa Mundial y donde la Federación Internacional de Fútbol Asociado recibe importantes beneficios por vender los derechos de exclusividad a medios de comunicación de un determinado país.
Si bien estos medios enfrentan la dura competencia de canales transmitiendo de forma pirata, con el contrato, el organizador le garantiza imágenes de alta calidad y que son de mayor preferencia por parte del público, lo que convierte esta ventaja en un fuerte incentivo para las pautas publicitarias, es decir, para que las empresas decidan finalmente invertir en publicidad en los canales del mundial.
Un ejemplo interesante es Estados Unidos, país que, sin haber clasificado a la Copa del Mundo, y sobre todo sin que el fútbol sea el deporte de mayor popularidad, las empresas televisivas realizan inversiones millonarias para atender la demanda de sus clientes. En ese sentido, los derechos de transmisión en Estados Unidos fueron cedidos a la cadena Fox (para la transmisión en inglés) y a Telemundo (para la transmisión en español). Estos medios de comunicación pagaron a la FIFA la suma de más de 1.250 millones de dólares por los derechos de transmisión del Mundial de este año 2018 y para el del 2022.