Impacto socioeconómico de la conservación del agua (1)

El público, en general, y hasta muchos profesionales perciben que la contaminación es el único deterioro que sufren las aguas superficiales (arroyos, ríos y lagos). Sin embargo, hay otros aspectos transcendentes que determinan el comportamiento y la renovabilidad de estos recursos, como son el régimen de escorrentía espacial y temporal y el rendimiento hídrico. Una actuación efectiva sobre estos aspectos hidrológicos, tendientes a la recuperación y conservación del agua, solamente puede lograrse con la aplicación del enfoque de manejo de cuencas hidrográficas, cuyos beneficios se manifiestan en los ámbitos económicos, social, ambiental y político-institucional.

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Las personas que tienen memoria de los últimos 50 años de la historia de nuestro país pueden recordar que hasta mediados de la década de los años 80 del siglo pasado, se afirmaba que contábamos con interminables bosques nativos. Sin embargo, en pocos años, las inmensas selvas quedaron reducidas a masas residuales, con las incalculables pérdidas de la biodiversidad y demás productos no maderables de los bosques, entre los cuales se ubica la conservación del agua.

De modo similar, hasta el presente, se menciona con frecuencia la gran riqueza hídrica del Paraguay. La conservación de los recursos hídricos superficiales y subterráneos está corriendo la misma suerte que la de los bosques.

Sin embargo y hasta el presente, para el Paraguay uno de sus mayores negocios está dado por los actuales y futuros aprovechamientos hidroeléctricos y otros usos del agua, como el agrícola, recreativo, industrial, conservación de ecosistemas naturales, etc.

Los aprovechamientos hidroeléctricos del río Paraná (Itaipú y Yacyretá), del río Acaray y, próximamente, del río Yguazú, aportan grandes beneficios económicos a nuestro país. La creciente demanda de energía eléctrica, en corto tiempo, creará las condiciones adecuadas para la factibilidad de una red de microcentrales hidroeléctricas pertenecientes a propietarios corporativos o particulares, conectados a las líneas de transmisión de la Administración Nacional de Electricidad (ANDE). Pero, debe quedar en claro que la rentabilidad de estos emprendimientos está supeditada a las condiciones hidrológicas de las corrientes hídricas aprovechables, expresadas en agua de buena calidad y regímenes de escorrentía espacial y temporal equilibrados. De lograrse estas condiciones, los recursos hídricos podrán constituirse permanentemente en el eje central del desarrollo sustentable de nuestro país.

El agua está considerada como recurso estratégico para el desarrollo de la humanidad en el siglo XXI, tal como lo declara el Programa 21 de las Naciones Unidas.

Todo país que pretenda alcanzar cierto grado de desarrollo, con viso de sustentabilidad, debe disponer y aplicar políticas de Estado bien definidas, consensuadas por los estamentos políticos y sociales, cuyo cumplimiento sea obligatorio para todos los gobiernos que se turnarán en la conducción del país. Es perentorio que nuestro país tenga este instrumento de desarrollo, en cuyo contexto la conservación de los recursos hídricos deben merecer especial atención.

Agua y recursos hídricos

El agua es un compuesto componente del ambiente y recurso natural relativamente renovable, formado por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Los recursos hídricos comprenden el total de las aguas superficiales, subterráneas, atmosféricas y el agua útil generada por tecnologías nuevas, tales como: aguas desalinizadas, regeneradas y otras, en sus diferentes estados físicos, incluidos sus cauces, lechos, álveos y acuíferos y que pueden ser utilizadas de alguna forma en beneficio del hombre. Entre las características del agua, como recurso natural, se mencionan la escasez, importancia, multiplicidad de usos, movilidad y renovabilidad.

La escasez puede darse en los ámbitos geográfico y espacial en función al régimen de las lluvias y a causa de la contaminación. El agua es un bien indispensable para la vida; no hay otro recurso natural más íntimamente vinculado a la vida del hombre, lo cual demuestra su importancia. Es un fluido que puede ser usado sucesivas veces con diferentes propósitos, como es el caso de su utilización con fines hidroeléctricos y posteriormente para abastecimiento de poblaciones y, luego, los efluentes urbanos pueden ser destinados al riego. Puede ser utilizado varias veces para un mismo uso, como en el caso de la refrigeración. Sus posibilidades de uso múltiple, además, se expresan en la navegación, la irrigación, la recreación, la conservación de ecosistemas naturales y otros.

El agua se presenta con una movilidad permanente sobre la configuración geográfica. Esto significa que su disponibilidad en un sitio dado, a lo largo del tiempo, se determina por las tasas de flujo entrante y saliente. Además, el uso que se le da en una localidad (aguas arriba) puede tener alta incidencia para el empleo que se le fije en otros lugares de la cuenca (aguas abajo).

Mediante el recorrido que realiza el agua por el ciclo hidrológico, pasando por los diferentes estados físicos, se produce su renovación. Pero esta renovabilidad es relativa, puesto que el agua evaporada de un determinado lugar puede precipitar en otra zona con cuerpos hídricos contaminados.

En el ámbito de las cuencas hidrográficas, la renovabilidad del agua se expresa a través de la calidad, la cantidad de agua producida y el régimen de escorrentía.

El primer aspecto es de dominio público, puesto que se refiere a su estado de pureza o contaminación, caracterizado a través de los parámetros físicos, químicos y biológicos. De modo similar, hasta el presente, se menciona con frecuencia la gran riqueza hídrica del Paraguay.

El segundo aspecto se conoce como rendimiento hídrico y consiste en la cantidad de lluvia que se transforma en escorrentía (caudal) en los cuerpos hídricos superficiales. Reviste gran transcendencia en las zonas con déficit hídrico, como ocurre en la mayor parte de la Región Occidental de nuestro país.

El tercer aspecto es el régimen de escorrentía, el menos comprendido por el público; se refiere al comportamiento del flujo del agua dentro de las cuencas, tanto en el tiempo como en el espacio.

El régimen de escorrentía temporal se refiere a la manera como la cuenca genera escorrentía a través del año hidrológico, pudiendo ser estable, intermitente o efímero.

En la Región Oriental de nuestro país, gracias a la regularidad y abundancia de las lluvias (precipitación anual es mayor que la evapotranspiración), las cuencas que no han sufrido deterioro de la cobertura vegetal nativa presentaron o aún presentan corrientes de agua con régimen de escorrentía temporal y espacial estables. Esto significa que todas las nacientes y los pequeños cauces hídricos están bien conservados, presentan escorrentía todo el tiempo y solo en casos de sequías muy prolongadas podrían secarse.

Es conveniente aclarar que en una cuenca hidrográfica una porción de la lluvia precipitada se infiltra y almacena en el suelo y, luego, por percolación forma el flujo subsuperficial y el flujo subterráneo, mientras que la porción no infiltrada forma el escurrimiento o flujo superficial (algunos lo denominan escorrentía superficial), que por acumulación forma los raudales. La escorrentía (agua que fluye en el sistema de cauces) está dada por la suma de la lluvia que precipita directamente sobre el cauce, el flujo superficial, el flujo subsuperficial y el flujo base o subterráneo.

Una cuenca situada en una región con régimen lluvias bien distribuido y superávit hídrico presenta equilibrio hidrológico cuando se producen altas tasas de infiltración y almacenamiento de agua pluvial en el suelo y, por lo tanto, la escorrentía está conformada en mayor proporción por la contribución de los flujos subterráneo y subsuperficial y, por lo tanto, presenta régimen de escorrentía temporal, pero es inestable o efímero cuando predomina el escurrimiento.

El régimen de escorrentía espacial se refiere tanto al patrón del movimiento superficial y subsuperficial del agua en las vertientes, en la planicie de inundación (y humedales), al igual que en el sistema de cauces de las corrientes de agua y en el lecho de los lagos y lagunas. Se deteriora con los cambios de uso de la tierra, sobre cuando se eliminan las coberturas vegetales nativas y se construyen infraestructuras, fundamentalmente cuando se implantan urbanizaciones mal o no planificadas. La colmatación de las nacientes, las planicies de inundación y los cauces es la manifestación del deterioro de este régimen.

Se cree

El público y hasta profesionales perciben que la contaminación es el único deterioro que sufren las aguas superficiales (arroyos, ríos y lagos).

Otros...

Hay otros aspectos... que definen el compor- tamiento y renovabilidad de estos recursos: el régimen de escorrentía espacial y temporal y el rendimiento hídrico.

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