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Antes de entrar a desglosar la evolución que han registrado los bienes y equipamiento del hogar, es importante recordar que los datos recabados por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), entre el 2016 y 2017, mostraron leves incrementos en los recursos percibidos por los pobladores. El promedio de ingresos per cápita mensual fue de G. 1.460.378, es decir, que para una familia de tres miembros, los ingresos mensuales promedios fueron de alrededor de G. 4.200.000.
Si la evolución de los ingresos se estudia por segmentos, la población en extrema pobreza registró en el 2017 un mayor aumento en su ingreso per cápita total, con un incremento del 10,3% con respecto al 2016. En tanto que, en el grupo de personas incluidas dentro de la población con ingresos más altos, el aumento fue menor, solo del 6,4% en sus entradas totales.
Los datos presentados podrían ser considerados como uno de los factores que ha contribuido a que la población tenga mayor acceso a recursos para la adquisición de más bienes utilizados en el hogar.
Otro elemento que no puede ser ignorado es el crecimiento natural de la población, aunque mucho más lento que hace décadas atrás. Según los datos de la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC), el número promedio de miembros del hogar, incluido los empleados domésticos en el año 2002 era de 4,7 personas, pasando luego de una década y media a solo 3,6 personas por hogar.
Lejana está ya la imagen tradicional de la familia paraguaya compuesta por varios hijos. Esto es observable incluso en las zonas rurales, donde también el número de miembros del hogar ha disminuido por efecto de la migración hacia las zonas urbanas, así como por la formación de nuevos hogares. En efecto, la mayor participación de las mujeres en la economía ha sido uno de los factores que ha modificado el tamaño de la familia.
En ese sentido, el índice de fecundidad en Paraguay (número de hijos por mujer) fue decreciendo de manera importante en los últimos 50 años. En 1950, las mujeres paraguayas tenían en promedio unos 7 hijos, en 1990 la cantidad se redujo en 5 y de este tiempo al 2020, se estima en unos 3 hijos por mujer. Para los próximos 25 años, la proyección es aún menor, de incluso 2 hijos en promedio, por debajo de la tasa de reposición.
La tasa de fertilidad (número de hijos por mujer) tendría que ser superior a 2,1 para que la población de un país, sin inmigrantes, no descienda.
La decisión de tener menos hijos, que también incidió en el crecimiento de la población, sumado a la disponibilidad de artefactos del hogar, especialmente el lavarropas, permitieron a la mujer contar con mayor tiempo para emplearlo al estudio y/o trabajo. La incursión de las mujeres en el campo laboral, la convirtió en una nueva generadora de recursos, ampliando las posibilidades de compras dentro del hogar y de independencia mediante la adquisición de nuevos bienes.
Al respecto, los datos de la DGEEC muestran una importante evolución de la cantidad de viviendas propias, alquiladas y cedidas en Paraguay. En el 2002, en el país existían 1.174.501 hogares y en el 2017, el número trepó a 1.756.991, es decir, la creación de casas creció 49,5%, unas 582.000 nuevas viviendas en solo quince años. Piénsese en la serie de bienes, sobre todo electrodomésticos, que dispone una vivienda promedio: heladera, televisor, lavarropa, cocina, licuadora, horno eléctrico, horno microondas, equipos de sonido, además de tostadora, mixtera, secador de pelo, celulares, automóviles, motos, entre otros.
Evolución de los artefactos en el hogar
Los datos sobre el crecimiento que han tenido los productos vinculados al equipamiento para el hogar como el lavarropas, representó de forma directa la liberación de la mano de obra femenina. En el 2002, el 37,8% de los hogares de Paraguay tenía el mencionado artefacto, quince años después, ese número creció alcanzando al 73,9% de viviendas, de acuerdo con la EPH del año 2017. En cierta forma se puede afirmar que el lavarropas es un electrodoméstico de suma relevancia en los hogares paraguayos.
En las zonas urbanas y rurales permite una suerte de “reemplazo” de la mano de obra femenina y una liberación de tiempo para que éstas puedan realizar otras actividades, como por ejemplo, el ingreso al mercado laboral. La disponibilidad de electricidad y de agua corriente (por cañería) en casi todas las regiones del país y especialmente en las zonas rurales, ha impulsado el acceso de las familias al lavarropas.
Si se observa de forma desagregada, en el año 2002, el 50% de los hogares del área urbana contaba con un lavarropas, frente al 41% de los ubicados en las zonas rurales. En el 2017, la tenencia evolucionó al 81% de las viviendas urbanas y 65% de las rurales.
Heladera en el área rural: de 48% pasó al 83%
La heladera también fue otro producto que registró un importante aumento en los hogares paraguayos. En el 2002, el 48% de las viviendas rurales contaba con una heladera y el 80% de las urbanas, el porcentaje subió de manera considerable, tal como se observa en los datos de la EPH de 2017, cuya tenencia era del 93% en las viviendas de las zonas urbanas y 83% de las rurales.
Así como el lavarropas y la heladera se convirtieron en artefactos claves de mejoramiento de la calidad de vida de la población paraguaya, el teléfono móvil y la motocicleta también se sumaron al proceso de mejoramiento en el equipamiento de los hogares paraguayos.
Celulares
El acceso a un celular era muy limitado en 2002, debido a que comenzaba a llegar al país y no tenía una penetración muy importante, sobre todo en el sector rural. En ese sentido, solo el 29,5% de la población tenía un teléfono, pero los números fueron creciendo a lo largo de los años, llegando incluso a la tenencia del 96% de las viviendas, repartidas en similares porcentajes tanto en las casas ubicadas en zonas urbanas y rurales.
En cuanto a la tenencia de motocicletas en los hogares paraguayos, en 2002 solo existía en un 12,5%. Sin embargo, quince años después, en 2017, el 59,5% de las viviendas ya contaban con el biciclo. Lo llamativo en estos datos es que la evolución y posesión se da mayormente en las casas de zonas rurales. En este caso, la instalación de ensambladoras de motocicletas en el país hizo que dicho bien sea accesible a la población.
Si al bajo costo se agrega la financiación, se comprende la difusión de este bien. En las zonas rurales la motocicleta ha permitido un quiebre del esquema tradicional de aislamiento y escaso vínculo con los centros urbanos. La motocicleta permite, facilita, acelera y sobre todo vuelve barato el transporte y la comunicación entre las zonas rurales y los centros urbanos. Además, a diferencia de los automotores (coches y camionetas) la motocicleta es mucho más versátil y se adapta mejor a los caminos en mal estado.
Datos de 2002 daban cuenta que el 14% de los hogares rurales contaban con una motocicleta frente al 11% de los urbanos (2017). La EPH de ese mismo año reveló que la tendencia sigue igual, es decir, en las zonas rurales la concentración de hogares con motos es del 67%, versus el 53% de las viviendas urbanas donde se cuenta con el citado medio de transporte. No son pocas las viviendas que disponen de más de una motocicleta por hogar, aclara el informe.
La necesidad y utilidad de los biciclos en las zonas, principalmente del interior, son más que importantes, debido a que aumenta la productividad de la población por acortar distancias entre los puntos de residencia y los puestos de trabajo de las personas que las poseen. En efecto, la motocicleta por sí sola amplía las oportunidades laborales.
La tenencia de teléfonos celulares también muestra niveles muy altos, tanto en zonas rurales como urbanas, agregando una capa más de comunicación, además de los automotores y motocicletas. Al igual que estas últimas, los teléfonos móviles tienen un conjunto de usos que agregan un mayor nivel de productividad a la población al favorecer la comunicación que puede significar el acceso al empleo.
Además, mediante el esquema tecnológico y financiero montado por las empresas operadoras es posible realizar transferencias de dinero entre usuarios, generalmente miembros de una misma familia. El celular representa entonces una suerte de innovación tecnológica de relevancia para las comunidades más aisladas, sin entrar a analizar el acceso a internet y por esta vía a un conjunto de información y datos que pueden ser de utilidad práctica.
Al analizar de forma general el conjunto de bienes y equipamientos, los lavarropas, las heladeras, así como los teléfonos móviles, las motocicletas en el hogar se confirma el mejoramiento de las condiciones de vida de la población. En la casi la totalidad de los bienes y equipamientos, el crecimiento se ha fundamentado en la venta a crédito, donde las zonas rurales aparecen como los espacios de mayor consumo, considerando que estas regiones se habían mantenido al margen del mercado.
El aumento en la tenencia de estos productos en los hogares muestra la necesidad creciente de una población en expansión lenta, pero que sigue, así como un incremento de la disponibilidad de recursos de la población, que puede y quiere adquirir equipos que ayuden al bienestar del hogar. Otros electrodomésticos, como el horno eléctrico, el televisor, la cocina eléctrica, también han experimentado un incremento sustancial en la última década, pero ahora aparecen con un crecimiento menos marcado.
Finalmente, la dotación de bienes y equipos en los hogares deben ser comprendidos, al menos, a una escala nacional, como el acceso tardío, en comparación a los países de la región, a mejores condiciones de vida que permiten un incremento sustancial del confort. Aunque se han observado en los hogares crecimientos en el equipamiento que son muy auspiciosos, la pobreza aún persiste. La diferencia entre el nivel de vida (acceso a bienes, equipamientos) y la calidad de vida, concepto más integral, continúa siendo el mayor desafío de las políticas públicas, debido a que una alta proporción de hogares en situación de pobreza ha experimentado un incremento de bienes y equipamientos, pero sus ingresos siguen siendo insuficientes para salir de la pobreza.
* La diferencia entre nivel de vida (acceso a bienes) y calidad de vida, concepto más integral, sigue siendo el gran desafío de las políticas públicas, debido a que una alta proporción de hogares en situación de pobreza registró mayor comodidad, pero sus ingresos siguen siendo insuficientes para salir de la pobreza.
* La dotación de bienes y equipos en los hogares deben ser comprendidos, en comparación a países de la región, a mejores condiciones de vida que permitan un incremento del confort. Aunque se han observado en los hogares, que la pobreza aún persiste.
* Durante los últimos quince años el crecimiento de la economía ha generado impactos sensibles en el equipamiento de los hogares, especialmente en las zonas rurales que, tradicionalmente, han sido las más relegadas y las de menores ingresos y, por lo tanto, con un poder de consumo extremadamente bajo.